“LA IRA DE DIOS”
Luciana (Macarena Achaga) es una joven mecanógrafa que transcribe las ideas y prosa de un clamado novelista maduro llamado Kloster (Diego Peretti), hombre casado con una mujer trastornada y una hija pequeña de abrumador optimismo y felicidad. Su relación es profesional hasta que él, presa del deseo decide besarla sólo para ser rechazado. La joven decide no volver a trabajar para él e incluso demandarlo monetariamente a instancias de su madre mientras Kloster pierde a su mujer quien se suicida después de ahogar a la niña en la tina. A partir de aquí Luciana verá su vida sumida en una vorágine de tragedias personales cuando sus padres y hermanos van gradualmente perdiendo la vida en circunstancias sospechosas, lo que ella sospecha es a causa del escritor quien ha maquinado sus muertes siguiendo como patrón algunos pasajes de sus propias nivelas e inspirada en la obsesión de Kloster por ciertas citas bíblicas, en particular “Ojo por Ojo y Diente por Diente”. Para auxiliarla llega a escena otro escritor y reportero llamado Esteban Rey (Juan Minujín) quien años atrás también empleó a Luciana como transcriptora. Conforme realiza su investigación, descubre ciertos trazos de locura en Kloster que lo lleva a cuestionar la sanidad mental del novelista a la vez que coloca al espectador en el punto de duda si realmente es el autor de los decesos o todo se trata de, como el mismo Kloster enuncia, “actos de Dios”:
El director argentino Sebastián Schindel ya se está labrando una carrera como el especialista de thrillers para Netlifx, pues con éste ya son tres (después de “El Hijo” y “Crímenes en Familia”) que lega a la compañía de streaming y lo hace técnicamente bien, pues la cámara sabe dónde moverse y cuándo quedarse quieta y construyendo atmósferas que si bien ya son deudoras a las calistenias tenebrosas de David Fincher y su “Se7en: Los Siete Pecados Capitales” aquí logran lucir sin que se aprecie como fusil plástico. El problema son sus elecciones narrativas ya que todo funciona a favor del supuesto antagonista ofrendando al azar demasiados momentos y escenas perdiendo la verosimilitud, una que pende de un hilo si no hay modo de trabajar argumentalmente los cabos sueltos como la ineptitud de la policía para intervenir adecuadamente en el caso o el personaje de Esteban Rey, quien no define su rol como detective o mejor amigo de Luciana para aclarar su motivación en esta historia. El clímax peca de absurdo al punto de la risa loca y “La Ira de Dios” siempre está al borde de incurrir en la ira del espectador y se frena tan sólo por las buenas actuaciones de Peretti y Achaga quienes se merecen un mejor filme.