La ruta de Morena en Aguascalientes
Paulatinamente Morena ha publicado las designaciones a los puestos de elección popular contraviniendo su convocatoria.
La militancia ya se la sabe y espera en estos días cuando se divulguen las listas de quienes serán postulados como candidatos a síndicos y regidores por mayoría relativa y proporcional; y, por supuesto a diputado local, que representen colectivamente algún valor agregado, como proceder de las esferas del movimiento social, obrero, campesino, estudiantil o de las luchas de las mujeres contra el patriarcado, entre otros.
Tres legislaturas han contado con representantes de Morena y el trabajo parlamentario ha sido errático. Las Presidencias Municipales que se han gobernado no han contado con un detalle no tradicional que lo distinga de los gobiernos priistas y panistas, entre otros que han gobernado esa esfera.
No se diga de los representantes de Morena en el Cabildo que también han actuado más desperdigados y sin un trabajo político orientado a impulsar la plataforma política de la organización.
En este ambiente de indefiniciones estratégicas aunque no grupales, en el mejor de los casos, la militancia y la ciudadanía conocerán en cualquier momento las candidaturas locales que contendrán por esa organización y leerán las pugnas y posicionamientos futuros en la vida política y en la organización
Sin embargo, romper con esa lógica y tomar decisiones estratégicas institucionales es la preocupación con que debe ir Morena a la contienda electoral y la materialización de los paradigmas resultantes estará reflejada en los resultados del proceso electoral que se emprende y la actuación performativa de quienes estarán en la primera línea.
No se descarta que las personas electas partan de un concepto de trabajo político exiguo y formación política y cultural insuficiente derivado de que han omitido detenerse en la elaboración política fundamentada en el progresismo que el partido pregona.
El papel de la dirección del partido es fundamental. La designación y la planeación estratégica electoral desempeñarán el motor de campaña y su orientación. Morena y Andrés Manuel están en el imaginario, así como su visión del régimen político; sin embargo, Morena y Claudia representan una expectativa que la oposición está vinculando a rancias políticas de miedo con la participación de diversos sectores identificados de empresarios, el clero, algunos medios de comunicación y organizaciones sociales oscurantistas.
Las capas que se construyan para el trabajo político electoral deben tener controles y rendición de cuentas, de lo contrario la operación caerá en la simulación. Por supuesto en la entidad el esfuerzo es mayor porque el partido es un queso gruyere y por lo tanto requiere un ejercicio en todos los frentes que están involucradas las contiendas electorales.
Por ejemplo, el partido Morena en la entidad, carece de una propuesta sistémica que permita entablar diálogo con los diferentes sectores de la sociedad, por las causas sociales como el agua, el transporte público, los servicios públicos, el empleo, los salarios, las finanzas públicas, la gobernabilidad, la lucha contra la corrupción, la inseguridad, la inversión y gasto público y derechos humanos, entre otros.
Es que lo anterior implica una organización y administración del trabajo político orientada a contar con un bloque de cuadros u operadores políticos que con buenas prácticas democráticas e institucionales en la toma de decisiones y herramientas de operación incidan en el movimiento social y en la concientización de la ciudadanía.
También involucra una estrategia común y pedagógica capaz de organizar y coordinar los esfuerzos de la organización que lo distinga por su talento comunicacional, narrativo, propositivo, cultural y cotidiano, -esperanza, área de oportunidad, oferta de un sentido común de las cosas- con el que se entable un diálogo sobre lo público y privado.
Quienes opinan que la situación de la entidad se debe a que vivimos en un Estado conservador resulta una cantaleta trillada que ha empobrecido el estudio, análisis de la realidad local y evitado que la izquierda electoral tenga una actitud crítica y autocrítica del papel desempeñado desde que se conformó el Partido de la Revolución Democrática a la fecha.
Hay insuficiencias y el compromiso de aportar 300 mil votos a los más de 32 millones que Claudia Scheinbaum ha anunciado busca para ganar significa un reto.
No hay que olvidar que el programa asistencial de Bienestar comprende a alrededor de 250 mil beneficiarios en la entidad y en las elecciones pasadas no salió esa población a votar por el partido Morena, así que no se puede hacer una operación en automático.
El asunto es que esta política clientelar del gobierno federal, que comprende 28 programas, ha sido fincada en un desaseo en la calidad en el servicio producto y en muchos factores, pero fundamentalmente del hedonismo de los grupos de interés dentro del partido y de la carencia de profesionalismo y vocación de servicio.
La clase política gobernante y los grupos de poder económico locales, que tienen en el presupuesto público en la entidad una fuente para la reproducción del poder y del capital, han construido un sistema de relaciones políticas con partidos y organizaciones que les ha permitido mantener la hegemonía política.
Combatir la guerra sucia y lo más importante y visible, que es una agenda política electoral que se traduzca en iniciativas en los ámbitos de gobierno -esfuerzo que se han negado a impulsar los grupos parlamentarios en la Cámara de diputados local y en los cabildos-, son las condiciones para que la ciudadanía salga a votar por la organización o se abstenga de hacerlo o votar por los otros partidos que están coaligados con esta organización que participan individualmente en la contienda electoral.