Lo que provoca el hartazgo
El fin de semana pasado estuve en Guadalajara para asistir a una reunión de organizaciones socialistas mexicanas, que después de un análisis sobre la situación actual en el país y la coyuntura electoral, concluíamos en no quedarnos al margen y participar en el proceso con nuestras propias posturas y propuestas alternativas.
… apoyando la candidatura de López Obrador, no a ciegas, no acríticamente, pues sabíamos muy bien que no representaba una opción socialista, pero si antineoliberal y antiimperialista, aún sus alianzas pragmáticas
Más allá de lo que ya habíamos discutido en el seno del MCM al respecto, en esta reunión se presentaron interesantes visiones del país, que no distaron de lo que nosotros pensábamos, al grado que pronto llegamos a puntos comunes de acuerdo y ninguna duda de participar en el proceso, apoyando la candidatura de López Obrador, no a ciegas, no acríticamente, pues sabíamos muy bien que no representaba una opción socialista, pero si antineoliberal y antiimperialista, aún sus alianzas pragmáticas con el PES, la inclusión de cuestionados personajes como su propuesta para ocupar la Secretaría de Agricultura (ligado a Monsanto) o Educación, además de la cooptación de Gabriela Cuevas.
“Una realidad incuestionable es el hartazgo que priva en los mexicanos. Después de engaños, demagogia vil, de fomento de la corrupción y la impunidad, del desgobierno provocador de inseguridad y violencia, de una administración antipopular y autoritaria, de la disminución de la calidad de vida, los electores ya no quieren saber más del peñismo ni de la derecha expresada en el PRI y el PAN con sus correspondientes aliados.”
El análisis me permitió retomar después algunas apreciaciones para la elaboración de la propuesta de editorial de Tribuna Comunista para su discusión en el consejo de redacción, que creo valedero y que ahora repito. Dice: “Una realidad incuestionable es el hartazgo que priva en los mexicanos. Después de engaños, demagogia vil, de fomento de la corrupción y la impunidad, del desgobierno provocador de inseguridad y violencia, de una administración antipopular y autoritaria, de la disminución de la calidad de vida, los electores ya no quieren saber más del peñismo ni de la derecha expresada en el PRI y el PAN con sus correspondientes aliados.” No es un dicho nuestro, así lo señalan prácticamente todas las encuestas, incluso aquellas cuya autoría es de entidades identificadas con el sistema.
La conclusión ante esto era obvia e inmediata: no marginarse sino al contrario actuar. Es la oportunidad de sacar del gobierno a las fuerzas claramente neoliberales, romper con la continuidad de un modelo restrictivo y antipopular, representado por los frentes encabezados por el PRI y por el PAN, a través de quienes prácticamente van a ser sus candidatos, José Antonio Meade y Ricardo Anaya.
Y esa posibilidad ganadora pasa necesariamente por Andrés Manuel López Obrador, no para que se convierta en la panacea del cambio revolucionario y de izquierda, sino para se rompa los lastres neoliberales y se pueda abrir una nueva etapa de real transición democrática. Depende también el papel que juegue en ello la izquierda mexicana, ahora y después del primero de julio, en tanto las cosas no se dan por meros buenos deseos.
Por ello, más allá del respeto que nos pueda provocar los intentos participativos de Mary Chuy, no tiene posibilidades, además de que ella misma se ha autolimitado al afirmar que no van por el gobierno, sino aprovechar el proceso para denunciar la situación del país y presentar sus propuestas. Está bien que lo hagan, pero no creo que sea suficiente para cambiar las cosas en este país.
Además, en lo personal todavía no se me quita la percepción de un raro tufillo con el despliegue en 2016 de lo que se llamó La Otra Campaña, con rasgos similares a los que ahora se presentan con Mary Chuy, pero que sólo benefició en aquella ocasión a la derecha, al desviar votos (anulados) provenientes de sectores de la izquierda.
Implica entonces contribuir al triunfo, no sólo convocando a votar por AMLO o coadyuvando a la defensa del sufragio, también requiere tener claro cómo participar, que lo vemos más en sentido cualitativo, difundiendo nuestras propuestas y alternativas, concientizando y desarrollando actividades de formación política. Más cuando sabemos “de la amplitud ideológica y política que representa la candidatura de López Obrador”.
Tampoco le estamos apostando todo al proceso electoral. A la par de lo anterior, debemos seguir y atender otros frentes de lucha, sin descuidar el trabajo en el movimiento social y de masas. Esto también nos permitiría crear un contrapeso popular para cuando se requiera.
En la reunión que les he mencionado se concluyó una cosa más. No podemos ir solos, separados, cada quien con nuestras propias canicas, debemos unirnos todos los socialistas y empujar juntos, en un solo sentido.