Los cuatro momentos de Octavio Romero
[bctt tweet=»La población aceptó el sacrificio, entendiendo lo que estaba de por medio: la lucha contra la corrupción y el robo desmedido de combustible.» username=»crisolhoy»]
Uno de los integrantes más cuestionados del gabinete (en este caso ampliado), desde que se dio a conocer el mismo, antes de la toma de posesión de AMLO como Presidente de la República, fue el titular de Pemex, Octavio Romero Oropeza. El único mérito que se le daba por parte del llamado “círculo rojo” fue su cercanía con el Ejecutivo federal. Se le consideraba como de perfil inadecuado y cero experiencia en el ramo.
Se ensañaron con él, se referían a este funcionario como el ingeniero agrónomo, para dejar asentado que nada tenía que hacer en Pemex. Nunca habían sido igual de críticos con los anteriores directores, que por lo menos los últimos seis tampoco tenían el perfil profesional, pues eran abogados o economistas. Nunca fueron tan agresivos por los pésimos resultados ni por haber llevado a la paraestatal al borde de la quiebra, con una exorbitante deuda.
Octavio Romero no respondió ni hizo eco de los denuestos de algunos diarios y columnistas, se dedicó a lo suyo: conocer la materia de trabajo y actuar. Veinte días después de asumir el cargo se dio a conocer la estrategia a seguir en la lucha contra el huachicoleo, lo que provocó a inicios del año una crisis en el abasto en varios estados de la República.
Se acusó entonces de falta de estrategia y previsión; se sumó lo anterior a la exigencia de que disminuyera el precio de las gasolinas, tal como se había prometido durante la campaña. Estos críticos furibundos olvidaron el pasado y las circunstancias con la cuales se había recibido el país. La población aceptó el sacrificio, entendiendo lo que estaba de por medio: la lucha contra la corrupción y el robo desmedido de combustible. Casi nadie consideró lo positivo y relevante de esta política, que contuvo el saqueo, evitando un 95% de robo y la utilización ilegal de tomas clandestinas, lo que permitió contar con mayores recursos en la paraestatal. Desde mi punto de vista, aún la reacción de la derecha y la oposición política, esto correspondió al primer gran momento de la nueva administración de Pemex.
El segundo gran momento estuvo dado durante el evento por el 81 aniversario de la expropiación petrolera el 18 de marzo, realizado en las instalaciones de la Refinería de Tula, Hidalgo, el cual, para el titular de Pemex, sin decirlo así, correspondió a su informe correspondiente a su gestión de los primeros cien días.
En esa ocasión hizo un pormenorizado recuento de la evolución de Pemex y del desastre en que la habían ubicado las anteriores administraciones. En una parte de su intervención menciona por ejemplo que, “a partir de 2014 se precipita el descenso de la producción nacional de crudo. Veamos por qué. De 2012 a 2018 el 49 por ciento de la inversión exploratoria se destinó a estudios sísmicos y perforación en aguas profundas, de donde no se ha logrado extraer una sola gota de petróleo al día de hoy.”
Desde entonces señaló que, “las inversiones federales que el Presidente Andrés Manuel López Obrador está destinando a Petróleos Mexicanos, permiten proyectar un mejor horizonte de largo aliento contra la tendencia que se había implantado en el régimen anterior”.
Fue un discurso sobrio pero contundente, directo y sin complacencias, con la decisión de dejar el pasado y buscar el rescate de Pemex. La respuesta no se hizo esperar. Desde entonces cambiaron las consideraciones a quien no sería más llamado “ingeniero agrónomo”, para ahora si darle el título de director general de Petróleos Mexicanos, dándole desde entonces por lo menos el derecho de la duda.
Vamos al tercer momento. Ahora, este 13 de mayo, ha venido otro inesperado mandoble para los que hasta ahora le han apostado al fracaso del gobierno de AMLO y particularmente de Pemex. Conforme lo registra el periódico La Jornada, “después de cinco meses de negociaciones, Petróleos Mexicanos (Pemex) alcanzó un acuerdo con tres instituciones financieras internacionales para acceder a un fondo revolvente por 8 mil millones de dólares que le permitirá el refinanciamiento de su deuda con una tasa más competitiva de 4.85 por ciento anual. HSBC, JP Morgan y Mizuho Securities encabezan la operación financiera que el gobierno federal calificó como la más importante para una empresa energética en América Latina”.
Al contrario de los dicho por varias calificadoras, que sólo buscan prietitos en el arroz, la banca internacional dejó asentada su confianza y política seguida no sólo por el gobierno federal, sino también por Pemex, reconociendo a la cúpula de la paraestatal de las exitosas negociaciones realizadas en todo lo que va del presente año y ahora concretada con el acuerdo suscrito en Palacio Nacional. Lo anterior tampoco puede minusvalorar el acuerdo suscrito por AMLO para que la secretaría de Hacienda disminuya las cargas fiscales a Pemex.
El cuarto momento viene pronto y correspondería a la presentación por parte de Octavio Romero del Plan de Negocios de Pemex.