UN CRECIMIENTO ALTO, SUELE SER FRAGMENTADOR DE LO SOCIAL.

UN CRECIMIENTO ALTO, SUELE SER FRAGMENTADOR DE LO SOCIAL.

[bctt tweet=» El crecimiento rápido a secas, no sólo crea una mayor polarización social sino que también crea una polarización regional cada vez mayor. » username=»crisolhoy»]

 

Se necesita un crecimiento integrador de lo social pero

Se habla mucho del crecimiento. El Plan Nacional de Desarrollo, señala que en uno año llegaremos al 4% anual y al final del sexenio al 6% o más. Unos dicen que es imposible y el gobierno dice que es totalmente factible y deseable.

En todos estos discursos se esconden realidades, mitos y falacias.

Se trata de un mito, ya que el repunte se concibe desde un punto de vista social y económico, como una llave mágica que nos conducirá, tarde o temprano, a la riqueza generalizada y al equilibrio social; se piensa que riqueza y equilibrio son los instrumentos clave; se supone que el mero crecimiento generará empleo y mejores salarios, que el crecimiento es la base del bienestar social. Esta forma de pensar la comparten todos con algunas variantes y diferencias.  El tipo de concepciones e interpretaciones que se tienen sobre el repunte, rebasan el hecho social y se ubican en el imaginario fantástico de la mitología.

Desde mi puntro de vista, hay una diferencia muy grande entre crecer a secas y crecer en forma socialmente sana y adecuada. Creo que el 6% o incluso el 4% a secas, no sólo son muy difíciles sino inclusive, no desables. Son muy difíciles no sólo por los graves problemas internos que tiene la economía mexicana, sino porque se vive una tendencia a la relantización de la economía y además,  hay probabilidades no pequeñas de una nueva crisis bursátil. No son deseables estos tipos de crecimiento porque casi siempre se hacen a costa de lo que sea, propiciando salarios regulares en los sectores muy adelantados y competitivos de la economía exportadora, que son la minoría, mientras que en el resto, la economía que produce para el mercado interno o la economía informal o campesina quedarán rezagadas con insufincientes ganancias para las empresas y salarios miserables. Un elevado crecimiento tiene altos riesgos de aumentar el proceso de exclusión que en la actualidad, ya es muy grave.

Necesitamos un crecimiento menor, pero sano. Que acentúe la producción interna para el mercado interno, que genere nuevos centros de crecimiento, que organice la capacidad de las empresas internas para aumentar salarios y que también las obligue a remunerar correctamente a sus trabajadores, que regule adecuadamente a la banca y al sector financiero, que facilite microcréditos a las pequeñas y medianas empresas y también a changarros, que mejore notablemente la calidad de la educación, que promueva la salud pública, que modifique sustancialmente el sistema fiscal y que haga pagar a las grandes empresas un impuesto adecuado y justo y no la miseria que pagan hoy, etcétera. Se requiere también promover el sector externo y las exportaciones, pero no poner el acento en este punto ya que su su crecimiento, como lo hemos visto en los últimos años, no arrastra al resto de la economía sino que, por el contrario, la contrae.

Las fragilidades estructurales que ha tenido la economía desde hace muchos años son persistentes y siguen sin arreglo alguno, por ejemplo: la tendencia a un déficit externo cuando hay crecimiento, la fragilidad del peso, las elevadas tasas de interés reales, la economía casino, la especulación bursátil, la banca sin regulación de comisiones o tasas de interés, la enorme deuda externa, el atraso tecnológico y administrativo de las empresas mexicanas, etcétera. Tampoco habrá un reparto de la riqueza; pues hay que esperar varios años para que los frutos del repunte lleguen hasta el grueso de la población, si es que llegan. Además un elevado crecimiento, tiende a ser destructor de la naturalezay del medio ambiente; hay que recordar que vivmimos ya el inicio de una crisis climática de muy graves consecuencias mundiales.

Un elevado crecimiento por sí solo generará nueva riqueza pero ésta se concentrará en unas cuantas manos mientras que el grueso de la población se hundirá cada vez más en la miseria. Sucederá lo mismo que con el crecimiento durante el período salinista: los ricos serán más ricos y los pobres más pobres; se trata de un repunte que tiene las mismas bases que el crecimiento anterior y, por lo tanto, tendrá las mismas consecuencias.

Frente a los mitos y las falacias imperantes, nuestro punto de vista es que un elevado crecimiento no conducirá al desarrollo social y que, con las características que tiene actualmente, la sociedad seguirá fragmentándose y la violencia social que nos ha sumergido en la angustia cotidiana al grueso de la población, seguirá su marcha ascendente.

 Veamos algunas de las razones del porqué pensamos de que el actual es un crecimiento fragmentador de lo social.

 

LOS SALARIOS SEGUIRÁN BAJOS.

 

Hay dos causas que llevan a la conclusión de que el crecimiento rápido no favorecerá ni ahora ni después, a los trabajadores. Esas causas son: la competencia internacional y las elevadas tasas de interés.

México se encuentra ya en el interior del antes TLCAN, ahora T-MEC y por lo tanto, sus empresas se ven sujetas a una competencia creciente por parte de las existentes en Canadá y EU. Es un hecho claro que el grueso de las empresas mexicanas cuentan con tecnologías mucho más atrasadas y procesos administrativos más deficientes que sus competidoras por eso, para que las empresas mexicanas puedan competir en precio y, dado que sus costos de producción son más elevados, la única manera en que pueden hacerlo es por el mecanismo de pagar salarios míseros a sus trabajadores y, al mismo tiempo mantener fuerte intensidad del trabajo y jornadas semanales con más horas de trabajo.

La competencia actual es feroz y las empresas con mejor tecnología y con más adecuada capacidad administrativa imponenen los precios; las empresas que no se pueden ajustar a estos precios simplemente quedan fuera y, como las empresas mexicanas carecen de tecnología y capacidad de gestión, buscan mantenerse con vida por medio de bajos salarios y amplias jornadas de trabajo.

En cierta manera la subvaluación del peso tiende a compensar estas deficiencias de las empresas mexicanas pero, el colchón de la subvaluación tiende a desaparecer y por consiguiente, la presión hacia los bajos salarios tiende a aumentar.     

La competencia que realizan las empresas mexicanas con sus congéneres de Canadá y EU no es pareja; la igualdad entre desiguales es desigual y este hecho es muy claro en lo que se refiere a la tasa de interés. En México las tasas de interés nominales y reales son considerablemente más elevadas con relación a sus socios del TLC y de esta forma, no solamente el costo de la inversión es más elevado sino que la operación cotidiana de las empresas implica costos mucho mayores. Ante esta desventaja la presión hacia la baja de los salarios se hace mayor. Al monopolio bancario mexicano se le han dado todas las facilidades, se le han ofrecido subsidios ¿o más bien regalos?, de una magnitud jamás conocida en nuestra historia y todo para mantener un monopolio que en sus acciones, ha causado inconmensurables daños a la economía y a la sociedad.

 

 EL DESEMPLEO Y EL SUBEMPLEO SEGUIRÁN ELEVADOS.

En el sector productivo un rápido crecimiento tiene su base fundamental en las empresas exportadoras, en la maquila y en la inversión extranjera. De ellos, solamente la maquila es generadora de empleos.

Las empresas exportadoras son muy importantes pero, además de ser muy pocas, son empresas muy poco generadoras de empleo. Son empresas que requieren enormes volúmenes de capital por cada unidad de mano de obra que utilizan por esta razón su crecimiento genera divisas, pero no produce empleo.

Además, estas empresas utilizan modernos sistemas administrativos, como por ejemplo, la denominada «reingeniería» en los cuales se realiza una gestión por procesos que implican un ahorro de mano de obra considerable. Con la tecnología moderna y con la reingeniería administrativa, el crecimiento de las empresas exportadoras se puede dar (y así sucede en muchas ocasiones) por medio del uso de una menor cantidad de mano de obra. Es el crecimiento con desempleo que tanto afecta no sólo a México sino también a los países ricos.

La inversión extranjera de tipo productivo sigue y, en nuestra opinión, continuará en aumento pero, lo mismo que las empresas exportadoras, se trata de altas producciones con muy poca generación de empleos.

 Sin embargo, el grueso de las empresas mexicanas que se encuentran amenazadas, tienen empleo en proporciones mucho mayores. Así, el empleo amenazado de desaparecer, es más alto que el que se está creando.

 

POLARIZACIÓN REGIONAL.

 

El crecimiento rápido a secas, no sólo crea una mayor polarización social sino que también crea una polarización regional cada vez mayor.

 La generación de bienes y servicios no se produce en cualquier lugar o región sino que se localiza ahí donde ya hay mercado, posibilidades de economías de escala, sistemas de transporte ya creados, mano de obra calificada, así como distintos tipos de servicios financieros y de todo tipo.

 Cuando todo se deja al libre arbitrio de las leyes del mercado, ahí donde ya hay riqueza es donde tiende a localizarse la nueva riqueza que se va a producir y, en los lugares en donde hay pobreza no hay ningún inversionista que se acerque.

En la fuerza del libre mercado, las regiones ricas se suelen hacer más ricas y las pobres se hacen cada vez más pobres. No es nada fácil romper estos diabólicos círculos viciosos (que los neoliberales en su culto al mercado, los viven como círculos virtuosos) y se requiere una decisiva acción de la sociedad y del estado para impulsar a las regiones pobres y marginadas.

En México los resultados de estos hechos saltan a la vista: campesinos depauperados en forma escandalosa y regiones sumergidas en una pobreza inhumana.

 El problema es que no sólo se viven problemas económicos y sociales muy importantes sino que esta polarización regional es, como ya lo vivimos, el caldo de cultivo para todo tipo de violencias.

 

CONCLUSIÓN.

 

Lo importante no es la magnitud del crecimiento, sino la calidad del mismo. No es deseable un crecimiento frágil y fragmentador de lo social.

Un crecimiento de este estilo no sólo conduce a la anomia social sino que es factor de impulso y caldo de cultivo a una violencia altamente negativa para toda la sociedad.

El grado de autodestrucción de nuestra sociedad y de violencia vivida ya es excesivo. Si no se aplican políticas de reestructuración social inmediatas viviremos años terribles.

Se necesita un crecimiento integrador de lo social pero, para ello es indispensable otro tipo de política económica.

Juan Castaingts Teillery. Profesor Investigador UAM-I

   

Juan Castaingts Teillery

Profesor Investigador UAM-I

Juan Castaingts Teillery

Profesor Investigador UAM-I

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!