Los otros

Desde joven cuando cursaba mis primeros años de militancia política en la izquierda, no respetaba a los “francotiradores”. Me parecían inconsecuentes y comodinos, pues nunca se comprometían a algo concreto, no actuaban al seno de una organización política no tenían en menor viso de entrega a la lucha ni a la causa, pero vivían de ver la paja en el ojo ajeno no en el propio. Incluso muchas veces soportaban sus puntos de vista con base teórica indiscutida, pero torciéndola a una conclusión preconcebida. Algunos individuos que así caractericé por esos tiempos, volvieron a su real esencia: una postura de derecha prosistémica.

En los últimos meses me he encontrado en las redes sociales y con algunos incluso he discutido directamente posturas similares a la de los “francotiradores” de décadas anteriores, salvo que estos han seguido un camino distinto.

Prácticamente todos los que conozco hoy en día que pudiesen caer en esta categoría, fueron en el pasado (incluso varios por muchos años), militantes activos de organizaciones y partidos de izquierda de distintas corrientes. En algunos momentos y esto es interesante, fungieron en diferentes tiempos como funcionarios con capacidad decisoria en las instancias de gobierno tanto del PRI como del PAN.

Y al respecto vale una acotación, una cosa es trabajar como cualquier empleado en una dependencia de gobierno, donde incluso se pueda militar (abierta o clandestinamente) en una agrupación de oposición y otra, participar en la estructura de confianza de la misma administración. Por qué comentar esto, debido a que desde mi punto de vista se relajó para ese momento la presunta solidez ideológica y política que siempre han defendido los llamados “francotiradores”.

Estos son los que ahora precisamente me he encontrado. Vergonzantemente no aceptan que votaron el pasado primero de julio por Anaya o Meade; se siguen reivindicando de izquierda (consecuente y moderna –y no me refiero en esta ocasión a Los Chuchos-), partidarios del pensamiento crítico y el análisis por sobre todo, pero le apuestan al fracaso de López Obrador, con lo que en el fondo y en la superficie, desean fervientemente que vuelva el PRIAN.

Dicen que son los únicos que con argumentos critican al “mesías tropical” y publican claramente sus errores e inconsistencias. Pero nunca han publicado alguna postura positiva, pues para ellos no la hay, aunque insisto, se reivindiquen como postuladores del pensamiento crítico. En el pasado reciente, nunca les vi actuar ni escribir contra el sistema prevaleciente, no obstante la evidente situación de desastre, que eso si, ahora mencionan no podrá resolver el tabasqueño, como si éste haya sido la fuente causal de la misma. Eso se llama simple y llanamente inconsecuencia.

Prácticamente ninguno de ellos actúa organizadamente en núcleos con otras personas que pudiesen coincidir en sus puntos de vista, no lo necesitan, no les conviene para lo que se ha convertido en sus proyectos de vida, donde la prioridad no es el interés colectivo sino los propios. Pero todavía poseen el gusanito de su historia remota, cuando decían que eran de izquierda, revolucionarios, sin querer deshacerse de una vieja vestidura que nunca fue parte de su esencia.

Estos nuevos “francotiradores” al igual que otros palafreneros del sistema y la derecha (como los Krauze, los Loret y otros), sirven ahora para contener un avance democratizador. Con discurso de izquierda empujan hacia la derecha. Por ello le apuestan al fracaso de López Obrador. Tienen claro que éste ganó el gobierno pero no el poder y quisiesen que ni siquiera lo primero hubiese ocurrido.

Los “francotiradores” de hace décadas en tanto se manejaban en la marginalidad, muchas veces sin interlocutores ni seguidores, no interesaban ni preocupaban pues no significaban mucho. Los actuales no son así, en tanto los ha adoptado el sistema, el cual les ha dado empleo, medios de subsistencia, les publica en diarios o les edita sus libros. Ellos si son de temer por la influencia que pudiesen alcanzar.

Pero unos y otros, para mí no merecen en menor respeto.

Por qué el título del artículo. Hay una película donde la protagonista es Nicole Kidman con ese nombre, donde prácticamente toda la historia ella y sus dos hijos viven la angustia de lo que consideran la actuación de quienes consideran fantasmas e intrusos en su casa, incluyendo (se dan cuenta después) de los tres sirvientes), hasta concluir la película que los muertos eran ellos (la madre y los dos hijos y que los sirvientes sólo les quieren ayudar a que acepten su realidad. Así están los “francotiradores”.

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