MÉXICO, CUBA Y LA CELAC
El gobierno mexicano afortunadamente ha recuperado el espíritu de lo que por muchos años fue su política exterior, que lo singularizó en relación a otras naciones entre ellas las de Latinoamérica. La no intervención, la solución pacífica de las controversias, la autodeterminación de los pueblos, así como la lucha por la paz yn la seguridad internacional, son aspectos que encontramos en el artículo 89 Constitucional y que anteriores federales olvidaron y menos aún aplicaron.
Por lo menos recuerdo a tres personajes que expresan muy bien la política exterior mexicana: Genaro Estrada, que en 1930 emitió lo que se ha conocido como Doctrina Estrada y que, entre otros aspectos, como dice su autor, México “no califica el derecho de las naciones para aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos”. Otro protagonista es Gilberto Bosques, poblano que requiere ser mayormente conocido y reivindicado, por su promoción de la solidaridad entre los pueblos, particularmente aquellos que fueron perseguidos por la guerra y el fascismo. El tercero es Alfonso García Robles, Premio Nobel de la Paz en 1982, que impulsó en 1967 el Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina.
A ninguno de los tres se le puede desvincular con Benito Juárez y el principio sustentado en su declaración de que, “entre los individuos como entre las naciones el derecho de los pueblos es la paz”. Es decir, poco a poco se fue construyendo nuestra política exterior, hasta sufrir esa regresión dada en los gobiernos neoliberales del PRI y el PAN.
Ahora, varias manifestaciones e iniciativas vuelven al refrendo de una política exterior democrática, respetuosa, inclusiva y que sobre todo acepta la pluralidad de las naciones y el respeto de debe hacer hacia ellas, independientemente que no se coincida con ellas.
El presidente cubano Miguel Díaz-Canel fue invitado por el gobierno mexicano a participar en los festejos por la Independencia de México. Y este fue el escenario para que, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en el marco de nuestra política exterior, solicitara al gobierno norteamericano que retirara el inhumano bloqueo que tiene desde hace sesenta y dos años hacia la Isla, a cuyo pueblo reconoció en su lucha contra esa situación, de ahí que señalara que Cuba es como la Nueva Numancia, el Premio a la Dignidad y tendría que ser considerada como Patrimonio de la humanidad.
Cabe señalar que el propio presidente cubano ha reconocido el papel jugado por nuestro país, desde que se constituyera en el único en Latinoamérica que no rompió relaciones a inicios de la revolución, después de que los demás iniciaran eco del planteamiento norteamericano. De igual manera, la solidaridad que en todo momento se ha presentado entre ambos pueblos.
También por estos días se ha destacado, el anuncio del Canciller mexicano, Marcelo Ebrard Casaubond, de la presentación de una propuesta de transformación o franca sustitución de la OEA, que desde siempre ha servido a los intereses norteamericanos y no a la comunidad latinoamericana, a la cual se debe, no a Washington.
La actitud intervencionista de la OEA se ha convertido en inadmisible, cuya conducta ha sido expresión de los intereses norteamericanos, no de los pueblos del continente. Ejemplos hay muchos, aunque recientemente tenemos fresco lo operado en Bolivia con el cuasigolpe que derrocó a Evo Morales
La representación mexicana ha anunciado que esperará la opinión de los países miembros de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe), la cual se reúne este sábado 18 de septiembre en la Ciudad de México, para presentar una propuesta alternativa a la situación actual de la OEA. En lo personal coincido con la apreciación de Unidad Comunista, cuando señala que, “la OEA requiere un cambio radical, no cosmético, o de plano ser sustituida por otro organismo que rescate y defienda los principios y objetivos para los que fue creada en la década de los cuarenta en el siglo pasado. Desde nuestra óptica, el interés que deberá prevalecer es el de los países miembros y no el del imperialismo arbitrario y pendenciero”.
Es tiempo que los países latinoamericanos tomen su propio camino, el mismo que determinen sus pueblos, que junten caminen en su desarrollo y en la determinación plena de su democracia. Esperemos que México pueda incidir determinantemente en este proceso y seguir siendo un influyente referente para todos los países al sur del Suchiate.
En este esfuerzo, México, Cuba y la Celac están concatenadas y deben estar juntos para poder servir de un dique a la regresión, a los intereses particulares de una sola nación, como es la norteamericana. Se abre entonces un proceso esperanzador, el mismo que todo debemos alimentar y apoyar en lo que haga falta. Hay entonces muchas cosas por hacer, no se requiere entonces sólo dejarlo a lo que hagan nuestros gobiernos, sino empujar desde la base, desde el movimiento social.