México y su relación con el norte
La relación de México con los países de América del Norte es compleja. Por un lado, Estados Unidos ha sido, a lo largo de la historia, el socio comercial más importante de nuestro país. Tan sólo en 2024, la relación comercial entre ambas naciones sumó un valor por aproximado de 41 mil millones de dólares. Por el otro, aspectos como el narcotráfico y la migración ilegal hacia el vecino país del norte, son dos problemáticas que incluso han adquirido niveles de riesgo de seguridad nacional.
En su primera campaña, por ejemplo, Trump uso ambos temas en el discurso, para ahondar en el sentimiento nacionalista que distingue su proyecto político. Para nadie es secreto que tras su llegada a la presidencia en 2017, el republicanó obligó al Presidente López Obrador a detener el flujo migratorio del sur, amenazando con imponer aranceles a diferentes mercancías nacionales. La respuesta mexicana fue el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera con Guatemala, bajo el desastre humanitario y de violación de derechos humanos que ya conocemos.
Lo cierto es que ambas problemáticas han tenido una influencia notable y duradera en Estados Unidos, y los republicanos lo saben. Hoy por ejemplo y de acuerdo con el Centro Nacional de Estadísticas sobre el Abuso de Drogas (NCDAS, por sus siglas en inglés), cuando menos 33 millones de personas consumen alguna droga en Estados Unidos. Muchas de éstas, por supuesto, relacionadas con el tráfico que realizan los cárteles mexicanos. El problema de salud pública en aquel país es de tal magnitud, que tan sólo en 2021 se registraron más de 100 mil decesos a causa del consumo de drogas, la mayoría por consumo de fentanilo.
Además del alto porcentaje de recursos que han destinado los gobiernos de Barack Obama y Donald Trump para atender esta situación, el empoderamiento de los grupos criminales en México se ha convertido en una amenaza regional a ojos de especialistas, agencias de combate a las drogas y congresistas de ese país. Por ello, para la próxima Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, el tema será de obligado análisis y estricta coordinación con el futuro presidente de Estados Unidos.
Si hablamos del tema migratorio, otro aspecto que ha sido colocado como fuente de un discurso de choque; el tema es también de grandes dimensiones y variadas lecturas. De acuerdo con el Departamento de Estado, hasta 2022 había aproximadamente 63 millones de hispanoamericanos viviendo en Estados Unidos, cerca del 59% de origen mexicano. Y uno puede preguntarse, ¿por qué es relevante este dato?, pues porque precisamente justifica el tono supremacista con el cual Donald Trump se dirige a la población blanca, anglosajona y protestante.
La reconfiguración de la relación de México con los países del norte, principalmente con Estados Unidos, se encuentra en un punto álgido. A favor de Claudia está su pragmatismo, diplomacia y su habilidad negociadora cuando se trata de temas de gobierno. Contrario a López Obrador, la próxima presidenta de México puede partir de un escenario distinto para la construcción de una nueva relación, sin embargo que sea fructífera dependerá de la forma en que jueguen los factores internos y la posición geopolítica que adopte nuestro país.
Si Claudia realmente aspira a un ganar-ganar, como decimos en el argot político, tendrá que dar para obtener. Y tendrá que ceder, en muchas decisiones, incluso cuando esto vaya en contra de su visión de soberanía y nacionalismo cuatroteista.
