MORENA en los cien días de gobierno
[bctt tweet=»Morena, siendo el partido (cabeza de la coalición Juntos haremos historia), que llevó a la Presidencia de la República a AMLO, bien hubiese podido convertirse en una entidad de acompañamiento» username=»crisolhoy»]
Andrés Manuel López Obrador ha dicho que como gobierno no tiene partido. En tiendo la afirmación, pues tanto el PRI como el PAN si fueron instrumento del gobierno en turno y el Presidente quiere diferenciarse también en este aspecto de sus antecesores. Sin embargo la realidad es otra, lo quiera o no.
Morena, siendo el partido (cabeza de la coalición Juntos haremos historia), que llevó a la Presidencia de la República a AMLO, bien hubiese podido convertirse en una entidad de acompañamiento, pero con sus propias apreciaciones; definido incluso como un necesario contrapeso a partir de alternativas y propuestas propias, sin desconocer cómo piensa y actúa el líder tabasqueño.
Con esta particularidad que bueno que la dinámica de gobierno asumidos desde el mismo primero de diciembre, no permitiría que López Obrador se metiera a conducir para bien o para mal a ese partido-movimiento que formó hace ya casi dos lustros.
El asunto es lo que pasa con Morena, que no acaba de cohesionarse ni cuajar, que le llegaron demasiado rápido los triunfos, profundamente obnubiladores sobre todo para aquellos que se presentaron pronto a la política o quienes han crecido bajo otro esquema ya no digamos político sino ideológico.
Morena es más movimiento que partido, con millones de seguidores pero una endeblez orgánica y política, desde aquellos que vienen del radicalismo de izquierda, hasta personajes cuestionables como aquella legisladora veracruzana que propuso toque de queda para las mujeres. Lo anterior queda representado en su Programa en mucho light, que sólo en su tercer párrafo introductorio (en en el cuerpo programático) alude a la izquierda. O su Declaración de Principios, más elaborada a imagen y semejanza con la Cartilla Moral de Alfonso Reyes, que tanto pregona López Obrador.
Su dirección nacional quedó diezmada pues una buena parte de sus cuadros de experiencia se fueron al gobierno federal y otros a ocupar puestos en los niveles estatal y municipal. De lo que quedó sólo destaca Yeykol Polenski, Bertha Luján y Leonel Godoy, quien es casi seguro que ocupará la Secretaría de Organización.
Pero para abajo priva la división. Aunque formalmente están erradicados los grupos, existen y disputan espacios, direcciones y candidaturas. Es bien sabido los choques continuos entre la actual presidenta de Morena y el Senador Ricardo Monreal, quien se prepara decididamente para el futuro. La prueba más pública de su disputa es la dada en Puebla en la definición de la candidatura a la gubernatura.
Una iniciativa inmejorable como corresponde al proyecto de Formación Política, a cargo de Rafael Barajas, El Fisgón, se está entorpeciendo por la mezquindad de muchos que lo ven como un botín (por los recursos) y no como la oportunidad de dotar de un bagaje político a los miembros de ese partido. Para cortar las alas de los oportunistas, bien debían quitar apoyos económicos y el recurso utilizarlos para las actividades en si, los materiales de apoyo y la dotación de una infraestructura mínima, como biblioteca y centros de investigación, asegurando que la iniciativa llegue a todos, incluidos no miembros de dicho partido.
Yo sigo insistiendo que la formación política no sólo es un derecho que hay que exigir, también es una obligación, lo cual permitiría tener gobernantes, representantes populares y dirigentes partidarios no grises, incultos y anodinos, sino al contrario de ello. He visto algunos legisladores que dan pena ajena, ellos en cambio piensan que son las lumbreras de la lucha revolucionaria.
Morena camina a un paso muy lento. No va a la par de las circunstancias ni de lo que la realidad impone y exige. Tampoco está acorde para el acompañamiento del gobierno que llegó ahí bajo sus siglas y su plataforma electoral, ni siquiera para adoptar una actitud seguidista, qué vamos esperar de un acompañamiento crítico.
Y ahí es donde está el problema, Morena pudo haberse convertido en una contrapeso político con crítica constructiva y de apoyo pleno donde hay que hacerlo, cuestión que no hará la oposición partidista y de algunos sectores de la derecha.
El gobierno de López Obrador está por cumplir los primeros cien días de su gobierno. Esperemos un informe donde se presenten las visiones positivas y negativas, lo bueno y no deficitario. De hacerse así, sería un elemento diferencial con respecto a los gobiernos del PRIAN. Pero si no, ahí hubiese estado Morena con un análisis objetivo y congruente, pero creo que no va a ser así. No creo tanta belleza.