Chicas cerdas machistas. La lucha feminista como idealismo en el siglo XXI de Ariel Levy

Ariel Levy escritora de origen norteamericano, columnista en el New York Magazine, Vogue, Slate, Men’s journal o Blender, por mencionar algunas publicaciones periódicas en las que participa; desarrolló un ensayo periodístico que se convirtió en el libro llamado Chicas cerdas machistas. La lucha feminista como idealismo en el siglo XXI (2018). En el nos narra Levy cómo las luchas feministas en Estados Unidos después de la segunda guerra mundial, han tomado un camino para definirse hasta nuestros días. (Ver: Marilyn Monroe:Entre la Verdad y la Leyenda, Jean Harlow: La Rubia Platino y 50 Sombras de Grey: escándalo sexual “fresa”)

[bctt tweet=»«¡Las mujeres en nuestra sociedad están obligadas, a diario, a competir por la aprobación masculina, esclavizadas por estándares ridículos de belleza que nosotras mismas estamos condicionadas a tomar en serio y a aceptar!».» username=»crisolhoy»].
En ese camino del feminismo Norteamericano, y por añadidura gracias a su dominación económica y cultural del imperio estadounidense, se han generado paradigmas culturales que permitieron y configuraron lo que hoy es la misma lucha por la igualdad y equidad en materia de derechos de las mujeres en territorio norteamericano y buena parte de occidente y zonas de influencia americana. (Ver: Sufragistas, la ilusión del cambio)
La autora parte inicialmente del reconocimiento de la revolución sexual de las décadas de 1950 y 1960 encabezada por la revista Playboy; que en su afán de promover un producto fetiche para el público masculino fijó un estándar cultural de belleza, el cual, aun las mujeres más proactivas en las luchas feministas no pueden romper ni escapar, ya que se ha convertido en un paradigma sintagmático dominante que define la belleza física femenina, así como varias pautas de comportamiento en una moral que nunca imaginó Hugh Hefner lograrán trascender como parte de un “todo totalitario” semejante a unidades culturales que actúan en una “microfísica del poder” (en sentido de Michel Foucaul).
«No quisiera que mi hija tuviese una vida promiscua. No me gustaría que mi hija fuera inmoral». Hugh Hefner
Levy luego de explicarnos cómo surge el arquetipo de Mujer y Feminidad por la influencia de los medios de comunicación, da muestra de distintas formas de asimilación en la cultura y modificación de pautas de consumo y reproducción social, al tiempo que se generaba una “libertad sexual” en la cual la mujer en un principio aparentaba ser la principal beneficiaria; no lo fue tanto así porque se desarrollaron al mismo tiempo mecanismos culturales contractuales que limitan y someten a la mujer aun y con los logros en derechos y acceso al poder político. Tiene razón la autora que las mujeres en varios sentidos han igualado al hombre, incluso en el comportamiento sexual públicamente vulgar de su contraparte sexual, conduciendose como verdaderas adictas al sexo sin miedo a manifestar su preferencia y gustos, pero con la gran diferencia de que en esta libertad sexual que goza la mujer su contraparte no tiene porque desfilar en lencería en la casa o en el hogar para lograr alguna ventaja o pequeño triunfo carnal. (Ver: No Sin Ella: lucha por derechos de la diversidad sexual)
Realmente, lo que mostraba era que estaba abierta a cierto tipo de atención, la cual se requiere, en particular, si uno va a pensar en una mujer como caliente. Serlo no solo proporciona aprobación. En primer lugar, la prueba de que una mujer la busca de manera activa es un criterio crucial para ser caliente. Ariel Levy
La lucha feminista vío como estos arquetipos de mujeres liberadas en lo sexual, eran encasilladas en estándares de belleza fijadas por los hombres consumidores, la respuesta de varios grupos y activistas del género femenino fue el plantearse el lesbianismo como principal estrategia para romper el molde de las relaciones basadas en el proceso reproductivo de los dos sexos, lo que trajo así como una tolerancia a la diversidad sexual también desarrolló, en lugar de debilitarlo, un recrudecimiento en los estándares de esa lucha dicotómica entre hombre “cazador y sometedor”, hembra “presa y sumisa”, en la que se reproducen la gran mayoría de las relaciones sexuales aun entre personas del mismo sexo o género.(Ver: La chica danesa. Del amor sin forma y La Chica Danesa: donde una historia sensible llega a ser contada por un excelente director y unos actores de primera.)
«Las mujeres fueron las principales beneficiarlas de la revolución sexual… ahí era donde el feminismo debía haber estado todo este tiempo. Infortunadamente, dentro del mismo feminismo ha habido un elemento prohibicionista y puritano que es antisexual [43] » Ariel Levy
Ariel Levy sabe llevar en sus párrafos un desarrollo armonioso de todo este proceso histórico iniciado a mediados del siglo XX y nos transporta hasta nuestra segunda década del siglo XXI, donde observa como son principalmente las mujeres biologicas y mujeres trassexuales, las conservadoras y reproductoras de esta cultura de dominación masculina de lo femenino, que a nombre de una “liberación y lucha de género”, los mecanismos de subordinación a pesar de permitir ascensos hacen de la mujer más esclava de ideales propios de la dominación masculina.
«La sexualidad femenina se ha visto, básicamente, como una respuesta a la sexualidad masculina y al coito. Rara vez se ha reconocido que pueda tener una naturaleza más compleja por sí misma, lo cual sería más que solo la contraparte lógica de [lo que consideramos que es] la sexualidad masculina». Ariel Levy