Pensamientos de noche (Segunda parte)
[bctt tweet=»Pero este año, mis pensamientos de noche eran alegres, profundos, inspiradores, especiales… (Quizás para usted no lo eran) » username=»crisolhoy»]
Le comentaba a usted, amable lector, que había estado perdiendo mi inspiración para escribir en los últimos dos meses.
Resulta complicado describir los motivos, pero sin lugar a dudas la inspiración comienza a llegar poco a poco.
Sin lugar a dudas, puedo decir que mis mejores escritos han sido inspirados en alguien.
Pero este año, mis pensamientos de noche eran alegres, profundos, inspiradores, especiales… (Quizás para usted no lo eran)
Noches fantásticas en las que el sol salía de noche en una habitación, y la luna se quedaba en su lugar… impávida ante los celos que le provocaba ver al sol acomodado plácidamente, viéndolo de un guiño, por aquellas persianas de madera, que eran cerradas cada noche para mantener en el anonimato, el amor que ahí se profesaba.
Su silueta era perfecta; y sigue siendo perfecta, o por lo menos para mí lo es.
Cada centímetro que apreciaba durante la madrugada, y que solo se movía para hacer un ligero movimiento y deslizarse por entre aquellas sábanas de seda, dejaba al descubierto un ligero sabor a perfume en el aire, que solo era percibido por momentos fugaces…
El placer de despertar y mirar por minutos, quizás horas, un contorno perfectamente dibujado, que era la viva imagen de la constelación de Orión, dibujada en cada lunar que llevaba a otro, mediante trazos perfectamente definidos, que eran el vivo retrato del Iztaccíhuatl, y que escribían cada noche la alternancia de José Santos Chocano “El Idilio de los Volcanes” donde traza la figura perfecta y adyacente, de aquella que está dormida bajo el sol.
Y a veces pienso si soy capaz de aprender a pintar con mis manos todo aquello que alguna vez Gerardo Murillo plasmó con sus manos, en su obsesión con los volcanes más activos y los más pasivos… que no por ello dejaban de ser volcanes.
Quién agita el cúmulo de sueños que se siente entre las sombras, de aquella que da la espalda elegantemente sin darse siquiera cuenta de que despierta los deseos más sublimes en aquel que solo mira sin atreverse siquiera a despertar al volcán dormido para mantener su calma hasta el amanecer, para transformarse en un huracán que agita todo a su paso dejando un olor a margarita mientras contonea sus caderas a cada paso que da, y escoge (como cada mañana) el vestido que iluminará los sentidos de cualquiera que haya osado mirar a los ojos a ese huracán desenfadado que agita todo a su paso.
Y me quedo, solo así… contemplando el amanecer e ese volcán activo… viendo cómo se aleja… hasta que vuelva la noche, y se repita indefinidamente… Como cada noche… Bajo la pálida luz de la luna.
Namasté
Que tengan excelente inicio de semana.
