“RUIDO DE FONDO” (“WHITE NOISE”) – NETFLIX

“RUIDO DE FONDO” (“WHITE NOISE”) – NETFLIX

En algún momento David Cronenberg dijo mientras promocionaba su película del 2012 “Cosmópolis”, adaptación al texto homónimo del escritor Don DeLillo: “se tiene que abandonar al libro para serle fiel al libro”.

Esto, por supuesto, ofenderá a quienes creen que la adaptación cinematográfica pende en fidelidad sobre el grado de adherencia del cineasta al texto original, pero a lo que el canadiense de culto se refiere es que una película no debe o puede  sr tan solo una ilustración móvil de una abstracción literaria, y supongo que justo eso consideró el notable director neoyorquino Noah Baumbach para realizar ésta iteración de otro texto, también de DeLillo, titulada “Ruido de Fondo”, pues la vértebra narrativa tanto de la novela como de la cinta es un compendio de situaciones que se concatenan en base a una figuración que va de lo simbólico a lo surrealista donde vedadamente se ataca o satiriza al característico consumismo norteamericano, a sus núcleos familiares, a su exquisita paranoia y sus inclinaciones académicas / intelectuales, todo acrisolado en una familia muy al gusto de Baumbach: de clase media alta con broncas existenciales, perfil culto y dinámicas internas que van de las camorras básicas entre hermanos hasta desacralizar la imagen paterna siendo los hijos quienes tomarán las decisiones más sensatas y racionales en un contexto que involucra un accidente de índole tóxico que pone en riesgo la integridad física de los habitantes de una pequeña comunidad donde el padre (Adam Driver), hombre que domina todo lo relacionado con el Führer al punto de consolidar una cátedra en la universidad local sobre Hitlerología, descubre que su esposa Babette (Greta Gerwig) se ha vuelto dependiente de una misteriosa droga llamada “Dylar” a la vez que comienza a sufrir los efectos fatales de la contaminación tóxica, mientras que sus tres hijos llevan el timón de la nave familiar cuando tratan de escapar a ese hipotético holocausto ambiental aplicando todo su sentido común, corrigiendo a sus progenitores con regularidad entablando una peculiar dinámica donde los diálogos, enunciados a mil por hora con la mesura de una ametralladora, facultan a todos los personajes a practicar un despiadado esgrimeo verbal donde los silencios son pocos y la ironía mucha.

Baumbach pone tal empeño en la consolidación de una mise-en-scéne dinámica y en dirigir a sus actores en u laberinto de bizarra entraña (en un momento la película es un musical y en otro es un filme de horror, todo encuadrado en la estructura de la sátira a veces Woodyallenesca y otras veces dramática muy a la Baumbach) que ahora olvidó aplicarle rigor a la construcción de personajes, siendo éstos ambiciosos arquetipos de posmodernidad que luego debemos creer sienten y viven lo que los demás cuando el director modifica la tónica en el tercer acto y vemos cómo una inconformidad marital afecta a Driver y Gerwig a una faceta de la trama que apunta a lo dramático pero que no germina en algo audaz o concreto sino caricaturesco, detonando un alejamiento entre la cinta y el público que no se recupera.

Hay un corazón sangrante y latiente por ahí y alguna exploración emocional genuina por allá junto a una sátira que desea con todas sus fuerzas decir algo sobre sus personajes o la cultura atrofiada en la que viven, pero la cinta sepulta todo en un afán cáustico por la mera cáustica que casi es un ensordecedor ruido de fondo en sí mismo, impidiéndonos el escuchar lo que director o la esencia del excelente texto de DeLillo quieren enunciar.

Juan Pablo Martínez Zúñiga
Juan Pablo Martínez Zúñiga

Juan Pablo Martínez Zúñiga

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