Triunfos previsibles
Si las cosas marchan como hasta ahora, Claudia Sheinbaum ganará la Presidencia de la República con aproximadamente veinte puntos de ventaja. Así lo deja ver el promedio de encuestas reconocidas, de los últimos cuatro o cinco meses. En Aguascalientes, por otro lado, será Leo Montañez quien muy probablemente gane la alcaldía, más o menos con la misma ventaja. También hay varios sondeos serios que así lo reflejan.
Desacreditar las tendencias de las encuestas, únicamente por desacreditarlas, es un error. Lo es también usarlas, burda y descaradamente, como instrumentos de propaganda. Como dice el columnista Jorge Zepeda, deberían calificarse, posterior al resultado oficial de una elección. Lo anterior al menos les daría cierta credibilidad frente a la opinión pública. Y aunque en las estimaciones de los últimos procesos electorales ha habido de todo, muchas de éstas efectivamente han confirmado lo que especialistas llamamos triunfos previsibles. Me explico.
Previo a su triunfo en 2018, López Obrador se advertía como un rival altamente competitivo. Tenía un altísimo nivel de conocimiento, pues venía de haber recorrido el país, no una, sino hasta tres veces. Además, claro está, de haber sido ya candidato presidencial en dos ocasiones. Pero además, en el escenario político nacional, el PRI venía de un profundo desgaste por los temas de corrupción que rodearon a Peña Nieto y a varios gobernadores de extracción priísta. El PAN, por su lado, cargaba todavía con el velo de la «guerra contra el narco» y era mal vista su alianza de facto con el tricolor, bajo el Pacto por México.
La mesa estaba, como dicen en los juegos de azar, puesta para el tabasqueño. Ahora bien. En la coyuntura actual, Claudia Sheinbaum tiene un nivel de conocimiento muy superior a sus contendientes, porque aprovechó bien dos cosas: el espectro de la jefatura de la Ciudad de México y el repetir los pasos de su mentor, en sus varias giras por todo el país. Aunque el sexenio actual termina con muchos pendientes, varios de ellos graves, el presidente López Obrador mantiene una aprobación de aproximadamente cincuenta por ciento.
Lo anterior, de entrada, la convierte en una competidora muy competitiva. Pero si a ello sumamos que la oposición definió muy tarde al abanderado presidencial o que la alianza electoral PAN-PRI-PRD no goza de la mejor aceptación entre la población, o que el avance territorial de Morena (incluyendo las gubernaturas que hoy ostenta) ha sido exponencial; hace previsible su triunfo en la elección presidencial de este 2024. Sin embargo, como he dicho antes, en elecciones todo puede pasar.
Si hablamos de Aguascalientes capital. Los sondeos disponibles reflejan que el candidato del PAN y quien busca la reelección en el cargo, Leo Montañez, goza de buen nivel de conocimiento y de alta aprobación. Pero además y sin tomar en cuenta las campañas en curso, tiene a su favor el voto duro del blanquizul, en el que todavía es sin lugar a dudas uno de sus bastiones más fuertes. Y si bien Morena ha incrementado su nivel de presencia (con Regidurías, Diputaciones, Senadores, etcétera) e intención de voto (registrado en los últimos procesos electorales) en los últimos años; distintos aspectos culturales, históricos y hasta económicos siguen favoreciendo a Acción Nacional.
Pero volviendo al tema de las encuestas, creo que cautela y escrutinio riguroso nos deben guiar al momento de sacar conclusiones. Tener el pulso de la intención de voto es un ejercicio que, primero que nada debe hacerse con riguroso profesionalismo, y segundo, debe también consumirse con reservas. Ninguna encuesta es cien por ciento efectiva, ni posee la representatividad (muestra) suficiente para afirmar el comportamiento general del electorado el día D. Ya veremos pasando el 2 de junio, quien es quien en las encuestas y pronósticos anticipados.
