Un enfoque acerca de las ideas políticas II
En la antigüedad “clásica”, ante la ausencia de ciencia, la cosmovisión religiosa, primero, y la especulación metafísica después, son el marco para la indagación filosófica, de donde se nutre la fundamentación de las ideas políticas, las cuales se corresponden a la vida social y económica. En toda civilización la escritura (ya sea jeroglífica, cuneiforme, ideográfica o sinograma) asegura la transmisión y permanencia de las ideas, experiencias y conocimientos de anteriores generaciones. A lo largo de los siglos la expansión de ciencia y tecnologías. También de la especulación metafísica, la reflexión filosófica y las ideas políticas. Con ello, la propuesta y la crítica de ideas que pretendían explicar el mundo y el hombre (filosofía), a la vez que legitimar o cuestionar el ejercicio del poder (ideas políticas). Por ello, con la escritura se expanden también ideologías y propaganda.
Nuestro modelo histórico-cultural radica en las aportaciones de los pensadores griegos: las disquisiciones de Sócrates sobre la justicia como el fundamento de la vida de la ciudad. Así, el poder político se legitima por la idea de justicia. “El tipo de filosofía política que se originó en Sócrates es llamado filosofía política clásica”. Ésta fue predominante hasta que surgió la “filosofía política moderna en los siglos XVI y XVII. La filosofía política moderna surgió por la conciente ruptura con los principios establecidos por Sócrates” (Leo Strauss). Maquiavelo, en cambio, enfatizó la eficacia como fundamento de la política (el poder que se justifica por sí mismo). O el poder político como desdoblamiento reflejo del poder económico (Marx).
Así como se organiza la producción y la apropiación de bienes, se organiza la acumulación y apropiación del conocimiento, cuyo acceso era (¿es?) restringido a las élites, encargadas de “interpretar” y “explicar” al pueblo llano lo que debían saber: persuadirlos a obedecer. Las ideas políticas se proponen como valores (o pretenden contener valores) con los cuales se legitima o justifica el poder público, o un orden social y económico determinado; o bien, formulan la crítica a ese orden socio-económico-político para explicar la razón del rechazo y de la necesidad del cambio. Cabe precisar algunos conceptos:
- Cuando las ideas se elaboran como sistemas de pensamiento para explicar o interpretar la realidad política, es Teoría Política. (Aristóteles, Maquiavelo, Marx).
- Cuando se ocupa de establecer el fundamento ético del poder es Filosofía Política. (Sócrates, Kant, Hegel)
- Cuando a la teoría se aplican métodos de investigación social se llama Ciencia Política.
- Cuando se utilizan como instrumento de control o de influencia o manipulación se convierten en ideología.
El surgimiento y expansión del capitalismo obligó a la universalización de la educación a fin de formar cuadros técnicos, operarios y trabajadores aptos para la producción. A la vez creó mecanismos que contrarrestaran los efectos liberadores del conocimiento. A esta realidad corresponde, hoy día, la mercantilización y privatización de ciencia, tecnología, cultura y esparcimiento, convertidos en instrumentos de ideologización y dominación.
Las ideas políticas encierran intereses. Los valores son la apariencia de los intereses (que no necesariamente son ilegítimos) que verdaderamente representan: los que están relacionados con un orden social y económico establecido; o bien, los que cuestionan total o parcialmente un estado de cosas.
En la realidad social concreta, entre la justificación y la crítica del poder público está la contienda por el poder político mismo. Disputa que empieza por las ideas: con el propósito de legitimarse, o lo pretende con diverso grado de eficacia (explicar para justificar), a fin de hacer prevalecer o proteger intereses o, al menos, influir en las decisiones del Estado (leyes, políticas públicas).
La complejidad e intensidad de la lucha político-social no solamente trata del control de las instituciones políticas que aseguran la reproducción del orden social, sino principalmente del control y mantenimiento de un determinado régimen de producción y propiedad. Los conflictos sociales y económicos y las soluciones (lo político y las leyes) están inmersos en la corriente real de los hechos. Esto es, en el fondo de la contienda política está la conflictividad social, en cuyo seno está la problemática económica. En cada nivel, la ideología juega un papel esencial.
En este sentido, la contienda política no se da únicamente entre individuos sino enteramente entre grupos y clases sociales, así como entre naciones y países.
Vida moral, religión, ideología, cultura tienen sus raíces en las relaciones sociales que surgen de la actividad productiva. Son la súperestructura (la superficie, la parte externa) de la estructura, (la base primaria, central). Esto es, carecen de autonomía, o, bien, son relativamente autónomas (Marx).
La interacción social de la que habla Marx, “siempre está simbólicamente mediada” (Habermas), lo cual no se corresponde necesariamente a “la actividad instrumental de la producción”. Ésta estaba “destinada al control de la naturaleza exterior”, pero, por otra parte, la interacción se adapta a la vida social, sin que haya correspondencia entre ambas, ya que “el progreso económico o científico no asegura una liberación política o cultural”. La vida moral tiene su propia dialéctica (Perry Anderson).
Habermas propone que la evolución de las fuerzas de producción puede comprenderse mediante la evolución del proceso de aprendizaje, es decir, de la comunicación, puesto que un aspecto esencial de la naturaleza del ser humano es el lenguaje complejo (Vico). Si bien los homínidos trabajaban con herramientas, “el homo sapiens se caracterizó por las innovaciones del lenguaje” (Anderson).
En la línea de pensamiento del materialismo histórico, el lenguaje es el instrumento social para el trabajo que se desarrolló precisamente por esa necesidad práctica. Así, en tanto evolucionaron las técnicas del trabajo, cada vez más complejas, requirieron la cooperación social y los instrumentos no son sino la dominación (Estado, poder) y el lenguaje, que es conocimiento, pero, a la vez, ideología (en el sentido “duro” de Marx, como en sentido “blando”, una forma no científica de comprender el mundo). El lenguaje es el medio, la finalidad es el trabajo, la producción material. El ser humano no vive de ideas sino de productos del trabajo.
El lenguaje es indispensable en la interacción social del trabajo y, ciertamente, para la vida social en sus múltiples facetas, incluida la actividad intelectual para analizar y comprender la naturaleza (conocimientos, ciencias, técnicas), las relaciones del ser humano con la naturaleza y de los humanos entre sí (ideología), así como la evolución de estas relaciones (historia). Todo ello implica necesariamente lenguaje cada vez más sofisticado y analítico conforme avanza la complejidad social del trabajo. Indispensable el lenguaje oral y escrito para la transmisión de esos conocimientos y esas ideas a las nuevas generaciones.
La dialéctica entre trabajo y lenguaje radica, de acuerdo con Habermas, en facilitar la evolución de la organización social, más compleja según las necesidades de “las fuerzas productivas disponibles o generar otras nuevas”. (Habermas. Teoría de la acción comunicativa: complementos y estudios previos). “… en el largo proceso de las dos series de procesos de aprendizaje que median entre las sociedades paleolítica y capitalista, han sido más las regulaciones morales que las fuerzas económicas las que han determinado las principales transformaciones”. (Habermas). Aunque, ciertamente, esas fuerzas económicas en su expresión social (lucha de clases: Marx) forjan en cada etapa sus propias regulaciones morales e ideológicas.