Así no Es Claudia (Parte 2)
Ejecutar una campaña de posicionamiento sin sustancia tiene como consecuencia que los receptores de la misma no sepan con qué identificar al personaje. En el caso de Sheinbaum, ya sabemos que “Es Claudia”, pero no sabemos cómo o para qué es.
El hecho de no equipararse con valores o actitudes universalmente buscados por el elector acarrea que sus adversarios puedan equipararla fácilmente de forma opuesta, la imagen pública no solamente sirve para construir la imagen propia, sino también la de los adversarios; así, mientras el país se llenó de mensajes de “Es Claudia”, estos aprovecharon para revirarle la misma y, al no tener la ciudadanía algún factor positivo de conocimiento previo con el cual contrastar, compró la idea negativa con mayor facilidad; Claudia colocó una Imagen vacía, sus adversarios le añadieron contenido.
Cualquier eslogan está expuesto al efecto bumerang, pero si no existe una marca personal de por medio, será mucho más fácil poner el mismo en tu contra.
La marca personal sirve para ganar adeptos y mantenerlos, si esta es fuerte, disminuirá el impacto de los ataques en contra del personaje público e incluso logrará que esos adeptos (me refiero a quienes realmente creen en la persona en cuestión, no a quienes la siguen por conveniencia) defiendan a la figura pública, acotando cuestiones positivas; por ejemplo, si a la par del eslogan #EsClaudia, Sheinbaum se hubiera posicionado como gobernante eficaz, el impacto de la campaña que la dibuja como incompetente habría sido menor.