¡Vaya arranque!
Vaya arranque de sexenio de Claudia Sheinbaum. No lleva ni un mes en el gobierno y el país está que arde: carros bomba en Guanajuato, guerra de cárteles en Sinaloa, toques de queda en Guerrero, crisis constitucional y luchas intestinas en el partido oficial, que dejan ver que en Morena mandá más de uno.
Por si fuera poco, de acuerdo con el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), la economía nacional suma dos meses en caída, mientras la Presidenta insiste en que hay certeza jurídica para hacer inversiones en México, aunque los jueces sean electos por tómbola.
Desde Vicente Fox, yo no recuerdo un arranque de sexenio tan atropellado. Vaya, ni a Felipe Calderón, que enfrentó el berrinche de López Obrador cuando tomó Paseo de la Reforma por el supuesto fraude electoral; le fue tan duro como a la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México.
Claudia heredó verdaderas bombas de tiempo. La más compleja, la del terreno de la violencia y la inseguridad. Lo cierto es que, si alguien pensaba que éste sería un terso arranque de sexenio para la Presidenta más poderosa de las últimas décadas, se equivocó rotundamente.
Lo cierto es que ante este terrible escenario, parece no haber una salida inmediata para calmar las cosas. Por el contrario, y aunque la ex jefa capitalina lo niegue, las Fuerzas Armadas parecen haberse cansado de los abrazos y comienzan a usar los balazos. Hay varios casos que involucran muerte de civiles, que así lo confirman.
Pero las crisis del nuevo gobierno apenas empiezan. En el Congreso tampoco se ven las cosas claras. Van por lo menos dos temas que se procesan o intentan procesar, sin el visto bueno de la Presidenta. Incluso ella se ha mostrado sorprendida al conocer el contenido de algunas iniciativas de ley.
Pero la Presidenta insiste en que no hay por qué preocuparse. Se refugia en su conferencia matutina, como lo hizo su antecesor y desacredita todo aquello que no le parece. Parece no advertir el riesgo de negar la realidad, pues ésta terminará imponiéndose como ya ha ocurrido en el pasado.
Por lo pronto podemos decir, sin tanto rodeo, que a Claudia Sheinbaum le heredaron un país lleno de problemas. Que su gobierno inicia con un panorama desolador y que aún están reconfigurándose los verdaderos actores del poder político. Falta ver la influencia real que tendrán en este sexenio.