Apuntes acerca del fetichismo en las relaciones políticas y la alienación política Conflictos clasistas e inseguridad social y pública

Apuntes acerca del fetichismo en las relaciones políticas y la alienación política Conflictos clasistas e inseguridad social y pública

La naturaleza del dominio de la clase propietaria es invariable, pero adquiere diversas formas conforme la dialéctica –cambios históricos– de las relaciones sociales, económicas y políticas. Así, en la sociedad capitalista se crean: 1) régimen jurídico-político acorde a la relación propiedad-trabajo; 2) democracia electoral procedimental no sustancial; 3) instituciones y disposiciones para litigar la conflictividad social emanada de economía y política –estructura y súperestructura según expresiones de Marx. Una consecuencia es el amasiato morboso entre la realidad y la ficción:

  1. La condición ideologizada de la democracia liberal es procedimiento de toma de decisiones, fundado en la ley y en la voluntad de la ciudadanía;
  2. El sufragio determina quiénes serán los gobernantes, es decir, los ciudadanos a cargo del poder público, pero no decide las políticas públicas reales;
  3. El ejercicio básico del gobierno es decidir respecto la satisfacción de necesidades sociales, determinar prioridades y asignar recursos;
  4. Empero, en el contexto de diversidad y hasta contraposición de intereses y demandas sociales, económicas, culturales y políticas, es necesario mediar en el complejo conflicto de intereses clasistas y aspiraciones humanas.
  5. Esto es ejercicio de ética política, porque entraña la definición y la prevalencia de valores humanos. Compete al ámbito de los fines esenciales del poder: a quién sirve y para qué.
  6. La contraposición de intereses es no sólo cuestión de esquemas técnicos, administrativos y de eficiencia, sino, más allá de ello, es problema de conflicto de clases y delimitación de valores.

Existe, por tanto, conflicto entre realidad y ficción porque el proceso de toma de decisiones pasa, en principio, por la vía de la democracia electoral, pero las resoluciones finalmente están sujetas a los “grupos de presión y de Interés”: clase empresarial, multinacionales, fuerzas armadas, iglesias y hasta sindicatos, sin ignorar la injerencia del “crimen organizado”, el cual mantiene vínculos y relaciones con la “economía legal” (¿sería un exceso calificarla de crimen legalizado?). De tal manera que no es el sufragio popular sino los intereses económicos dominantes entrelazados con los de las élites y los especímenes fuera de la ley, quienes fijan la agenda pública real. Se caracteriza por:

  1. Perversión del andamiaje jurídico-político mediante la utilización extrema de procedimientos ideológico-mercadológicos (convertidos en dogmas bíblicos). La ciudadanía se reduce al estatus de audiencia, público que presencia un espectáculo. Así, las opciones electorales no se proponen como actos racionales para cristalizar soluciones a una condición de vida, sino que obedecen a la lógica cosificadora de las relaciones socio-políticas.
  2. El procesamiento de ideas y propuestas se da a partir de imágenes ideológico-mediáticas que pretenden simplificar la realidad para hacerla “accesible” a la mayoría. Así pierde profundidad y congruencia.
  3. Cuando la simplificación traspasa ciertos límites se convierte en caricatura. El punto crítico sucede cuando se suma una serie de caricaturizaciones, con lo cual poco a poco, aleja al ciudadano de la realidad real y lo sumerge en la realidad virtual. Es decir, no reconoce lo que es sino lo que parece que es.
  4. Esto lleva directamente a la irracionalidad política (el espacio de las razones para la armonía de la comunidad). Ello significa la eliminación de referentes culturales válidos para todos. Relativiza (minimiza y hace indiferente) cualquier valor humano y sociopolítico, que lleva sin más a la atomización ciudadana, es decir, excluye toda organización y acción colectiva y, consecuentemente, anula proyectos estratégicos de orden social. Desideologización que promueven y sostienen los grupos de poder, a fin de crear el entorno favorable a su afán de dominación, ya sea crematística o política.
  5. Prevalecen, entonces, las individualidades y se eliminan las colectividades; la ilusión de las imágenes suple a las realidades; la estantería de productos imaginarios se estatuye en el paradigma que da forma a la volatilidad ciudadana. 

No obstante, recordemos a Marx, invariablemente las condiciones materiales de existencia determinan la conciencia del individuo. Es decir, tarde o temprano tomarán plena conciencia de su realidad humana y social. A pesar de ello, Gramsci insistió en que la ideología condiciona esa apreciación de la realidad. Althusser, a su vez, destacó el papel decisivo del aparato ideológico del Estado y clases dominantes.

La realidad sociopolítica se aleja de la calle y se despliega ideologizada en la TV, el cine, la radio y, significativamente, en las etéreas “redes sociales”, para nada espontáneas ni ingenuas ya que su aparente naturalidad es magnificada y manipulada conforme los intereses económico-políticos cupulares.

Es problemática a varios niveles, vinculados entre sí:

  1. Andamiaje electoral contrahecho y deforme, lo cual propicia la suplantación del ciudadano.
  2. Poder clasista que limita y condiciona la política social. Aumento de la pobreza, mayor número de pobres e intensidad de penuria económica, educativa y cultural; exclusión, desempleo, subempleo, informalidad; precariedad laboral, disminución en el nivel y en la calidad de vida; reducción de oportunidades en educación, en inserción productiva y en la participación del ingreso nacional;
  1. La apropiación por despojo de los recursos naturales sobreexplotados, el forzoso desplazamiento y éxodo de comunidades (estimado en miles Centroamérica-México, decenas de miles en el planeta, controlada por bandas criminales);
  2. Paralelismo en las rutas de migración, tráfico de personas, trasiego de armas, lavado de dinero, secuestros, dominio de territorios y consecuentemente del movimiento de mercancías y de personas;
  3. Inconformidades ciudadanas y subrepticia sublevación civil, que, al oscilar entre indolencia y resignación, abren espacios a la delincuencia organizada (la legal y la ilegal), que, según los indicios, forja un Estado de facto paralelo al Constitucional, rebasándolo.
  4. La existencia, por tanto, de poderes criminales que confrontan y en no pocas ocasiones superan el monopolio militar-policiaco del Estado;
  5. Esta ineficiencia (¿deliberada, cómplice?) del Estado en su responsabilidad primera como es la seguridad, genera formas tanto subterráneas como abiertas de luchas sociales.
Jorge Varona Rodríguez

Ex Presidente del Colegio de Ciencias Políticas y Administración Pública de Aguascalientes

Jorge Varona Rodríguez

Ex Presidente del Colegio de Ciencias Políticas y Administración Pública de Aguascalientes

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!