Día Mundial del Medio Ambiente – 5 de junio“Nuestro planeta no espera: es tiempo de actuar”

Hoy, 5 de junio, conmemoramos el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha que no debe pasar desapercibida ni convertirse en un mero recordatorio simbólico. Establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972, esta jornada ha sido testigo del creciente deterioro de nuestros ecosistemas, pero también de la resistencia, la conciencia ciudadana y las alternativas posibles. Este año, el lema propuesto por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente es claro y urgente: “Nuestras tierras. Nuestro futuro. Somos la #GeneraciónRestauración”.
Los desafíos medioambientales que enfrentamos ya no pertenecen al futuro, sino al presente más inmediato. El calentamiento global, la pérdida de biodiversidad, la desertificación de tierras fértiles, la contaminación del aire y del agua, y el uso insostenible de los recursos naturales están marcando la pauta de nuestras vidas. Lo que alguna vez fue una preocupación de ambientalistas o científicos se ha convertido en una urgencia transversal: afecta la economía, la salud, la seguridad alimentaria y el bienestar social.
México, como muchos países del mundo, enfrenta una paradoja dolorosa. Posee una de las mayores biodiversidades del planeta, pero también es víctima de una alarmante degradación ambiental. Según cifras oficiales, más del 50% del territorio nacional sufre algún grado de erosión; los incendios forestales, cada vez más frecuentes y voraces, han arrasado con miles de hectáreas solo en lo que va del año; y las comunidades indígenas y rurales —guardianas históricas de la naturaleza— son desplazadas o silenciadas en nombre de megaproyectos que privilegian el capital por encima de la vida.
Pero este editorial no se escribe solo para lamentar. Se escribe para movilizar. La restauración del planeta es una posibilidad real, pero requiere algo más que buenas intenciones: necesita voluntad política, decisiones éticas, justicia ambiental y participación ciudadana. Reforestar, proteger cuerpos de agua, reducir emisiones contaminantes y consumir de forma responsable no son actos simbólicos; son acciones concretas que deben integrarse a nuestras políticas públicas, a nuestras ciudades, a nuestras escuelas y hogares.
La restauración no es solo ecológica, también es cultural. Es urgente cuestionar los modelos de desarrollo que nos han conducido hasta aquí, y construir otras formas de habitar el planeta, donde la relación con la naturaleza no sea de dominio sino de reciprocidad.
Este 5 de junio, el Día Mundial del Medio Ambiente no es solo una fecha más en el calendario. Es un llamado a la conciencia, pero también al compromiso. Porque ya no basta con “salvar el planeta” como si estuviera fuera de nosotros: somos parte de él, y en su destino va el nuestro.
Que este día nos recuerde que no hay planeta B, pero sí muchas formas de transformar el A. Y todas comienzan hoy.