El Barril del Chavo del 8 y Roberto Gómez Bolaños

El Barril del Chavo del 8 y Roberto Gómez Bolaños

[bctt tweet=»Toda persona posee defectos y virtudes, y son la combinación de unos y otras las que dan pie a un personaje, es decir, al crearse una historia, se busca que los protagonistas y antagonistas tengan “vida”,» username=»crisolhoy»]

Roberto Gómez Bolaños: El chavo del 8

 

Cuando el 28 de noviembre de 2014 falleció Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como Chespirito, los homenajes no se hicieron esperar, y entonces todo mundo hablaba del gran trabajo que éste había realizado por más de medio siglo en la televisión mexicana. ¿Será por eso que dicen que no hay muerto malo…? En realidad es muy cuestionable, psicológicamente hablando, la naturaleza de muchos de sus personajes. No hablaré de los guiones cinematográficos que escribió por toneladas para Viruta y Capulina, y luego sólo para Capulina, y aunque los hubo buenos, otros son francamente muy malos. Pero esta vez me concentraré en los personajes más entrañables de cuantos creó Chespirito: los de ‘El Chavo del 8’.

No es mi propósito hacer historia, así que únicamente diré que el primer sketch de este personaje se trasmitió en 1971 de un niño pobre discutiendo con un globero. Luego Gómez Bolaños percibió el potencial de este “niño” y creó un entorno adecuado en una vecindad, donde agregó a otros personajes; unos fijos y muchos que fueron desfilando a lo largo de veintitantos años que duró ininterrumpidamente al aire. El nombre, bueno, el apodo, porque nunca se le conoció un nombre como tal, le fue dado porque se empezó a trasmitir en el canal 8, de Televisión Independiente de México (XHQTV), y se dice que cuando Emilio Azcárraga Milmo lo fichó para Televisa, le pidió que cambiara a El Chavo del 2, pero Chespirito se negó a ello; luego justificó que se le llamara del 8, porque vivía en el departamento 8 de la vecindad, aunque jamás vimos tal departamento. No; no vivía en el barril.

Bien, vamos a lo de los personajes. Toda persona posee defectos y virtudes, y son la combinación de unos y otras las que dan pie a un personaje, es decir, al crearse una historia, se busca que los protagonistas y antagonistas tengan “vida”, es decir, credibilidad que da, precisamente, el equilibrio entre estas cualidades. Para no caer en la caricatura de un personaje, no se debería ser ni bueno, bueno, ni malo, malo. Y he aquí que todos los personajes del Chavo, muestran de entrada grandes defectos, y sus virtudes sólo esporádicamente y como por casualidad, nunca como parte de su personalidad.

–El Chavo, irónico por momentos, es blanco de burlas y bromas de los demás infantes de la vecindad; si bien nunca se utilizan palabras altisonantes en el programa, sí menudean los insultos a las características físicas de los demás, y tras el escudo del: “se me chispoteó” insulta despiadadamente ya sea a Don Ramón, o al Profesor Jirafales (más a éste que a aquel). Mueve a compasión rebuscada porque es siempre abusado por Don Ramón que descarga en él su coraje de ser golpeado por Doña Florinda.

–La Chilindrina, de quien no sabemos ni su nombre ni su apellido. Es hija de Don Ramón y se supone huérfana pues en varias ocasiones se alude a la viudez de Don Ramón. Es una niña malcriada y malvada que siempre está abusando de la inocencia (que a veces raya en la idiotez) tanto del Chavo como de Quico para sacar beneficio propio ya sea quitándoles dulces o juguetes.

–Quico, niño mimado y sangrón con un fuerte complejo de Edipo. Egoísta, presumido y metiche, con una marcada propensión al egocentrismo.

–Doña Florinda, la madre de Quico, viuda de un marinero que en pez descanse (dicen, se lo comió un tiburón). Mujer agresiva con los demás a quienes trata de chusma, pero sumamente sobreprotectora y permisiva con su hijo. Su odio por Don Ramón, y luego por Jaimito, el cartero, raya en la obsesión.

–Doña Clotilde, nunca quedó claro si era viuda o solterona, pero no pierde oportunidad de echarle los perros a su “rorro”, Don Ramón. Después, su pasión pone la mira en Jaimito. Es llamada en la vecindad “La bruja del ‘71” al principio por el año de inicio del programa, luego, porque vive en el Departamento 71.

–El Sr. Barriga, el único personaje del que sabemos su nombre completo, que desde luego, guarda relación con el sobrepeso que luciría por todos estos años el actor Edgar Vivar: Zenón Barriga y Pesado. Es el dueño de la vecindad y un romántico casado con la idea de que alguna vez Don Ramón le pague los 14 meses de renta que le debe.

–El profesor Jirafales, del que no sabemos el nombre. Nuevamente el apellido tiene relación con su apariencia física; Rubén Aguirre era tan alto que parecía jirafa, según Chespirito. Es un profesor muy singular: fuma en clases, jamás queda claro si los alumnos aprenden con él o no, enamora (sin esperanza de boda) a Doña Florinda y juntos han bebido tantas tacitas de café que harían peligrar la cosecha cafetalera de Córdoba. Sus métodos pedagógicos incluyen pelear cada dos por tres con Don Ramón, delante de los niños.

–Godinez, un personaje que sólo vemos en la escuela y que hace gala de su absoluta ignorancia contestando antes de la pregunta: “No sé; lo que sea que me vaya a preguntar, no sé”

–La Popis, una niña insoportable de voz gangosa al principio. Luego por una queja de un padre de familia, tornó su voz a igualmente insoportable, pero ya no gangosa. Su alter ego es su muñeca Serafina a la que culpa de todo lo malo que ella hace.

–Ñoño, hijo del Sr. Barriga. No vive en la vecindad pero frecuentemente asiste a ella para jugar con sus compañeros de escuela, y desde luego su obesidad es el blanco de burlas y alusiones a su condición.

–Don Ramón, es el personaje central de la serie muy a pesar de Chespirito. Flojo, aunque sabe hacer de todo, no le gusta hacer nada. Lo vemos de zapatero, carpintero, pintor de brocha gorda, albañil, boxeador, cantante, globero, vendedor ambulante, ropavejero, etc. Sorprende por exhibir la única cualidad constante en un personaje del Chavo: es un amoroso padre de la Chilindrina. También se burla constantemente del Sr. Barriga con el trastrueque de palabras siempre que se puede, por ejemplo: “Tiene usted mucha Barriga, señor razón”. Al faltar Ramón Valdez en el elenco, Gómez Bolaños se dio cuenta que sin él el programa no tiene sentido, porque no hay motivo conductor, que desde luego no es el chavo, ni ningún otro niño. Así que decide crear otro personaje que hace exactamente lo mismo que hacía Don Ramón: ser recipiente del odio de Doña Florinda, el motivo de los flechazos eróticos de Doña Clotilde y quien no paga la renta: Jaimito, el cartero, quien además de flojo es estúpido. Él sí trabaja –de cartero, claro–, pero siempre “quiere evitar la fatiga”, no obstante siempre anda cargando su bicicleta porque no sabe andar en ella, pero si lo confiesa, se la quitan.

Por último:

–Doña Nieves, la bisabuela de la Chilindrina, es el peor personaje de la serie. Mal diseñado, mal justificado y peor actuado.

No faltará quien pretenda aclarar que como es comedia, todos los personajes fueron creados para hacer reír y en algo tendrían razón, sin embargo, la premisa de la comedia, como género, es hacer un juicio de valores y una ulterior catarsis en los protagonistas. Dicho en otras palabras; es exhibido como ser vicioso y su castigo es reírnos de él, para luego, redimida su culpa, volver a la senda del bien.

Pero aquí Doña Florinda golpea a Don Ramón un día sí y otro también, en la mayoría de los casos sin motivo, y jamás se disculpa ni tiene castigo ninguno. Aun cuando llega a enterarse que no tenía culpa, busca culparlo. Deja flotando en el ambiente un mensaje de racismo y de clasismo, y encima nos debe parecer gracioso.

Don Ramón hace gala de ociosidad, fuma, y preconiza con su deuda de 14 meses, que no pasa nada si no cumples con tus obligaciones. Su lema: “Ningún trabajo es malo; lo malo es tener que trabajar”. Desquita el maltrato recibido por doña Florinda, golpeando al Chavo, y tampoco recibe nunca castigo.

Quico es un racimo de mañas y tampoco hay consecuencias.

Doña Clotilde nos enseña que tener dignidad no hace falta para vivir.

Jirafales, de quien se ignora el nombre, nos ofrece el mejor ejemplo de cómo NO debe ser un maestro.

Roberto Gómez Bolaños era un escritor con bastante oficio. No ignoraba todas estas falencias en su programa, y entonces se cura en salud diciendo que “nunca pretendió que el programa fuera para niños” que lo hizo pensando en un público adulto, pero tampoco estaba ajeno a que el público que lo veía estaba conformado en su gran mayoría por infantes.

Así y todo, México, Centro y Sudamérica siguen rendidos ante El Chavo del 8.

Jesús Consuelo Tamayo

Estudió la carrera de música en el Conservatorio Las Rosas, en Morelia. Ejerce la docencia desde 1980 Dirigió el Coro de Cámara Aguascalientes desde 1982, hasta su disolución, el año 2003. Fue Coordinador de la Escuela Profesional Vespertina, del Centro de Estudios musicales Manuel M. Ponce de 1988 a 1990. Ha compuesto piezas musicales, y realizado innumerables arreglos corales e instrumentales. Ha escrito los siguientes libros: Reflejos, poesía (2000); Poesía Concertante, (2001); Guillotinas, poesía (2002); A lápiz, poesía (2004); Renuevos de sombra, poesía (inédito); Detective por error y otro cuentos (2005); Más cuentos (inédito); Bernardo a través del espejo, teatro (2006); Tarde de toros, poesía (2013).

Jesús Consuelo Tamayo

Estudió la carrera de música en el Conservatorio Las Rosas, en Morelia. Ejerce la docencia desde 1980 Dirigió el Coro de Cámara Aguascalientes desde 1982, hasta su disolución, el año 2003. Fue Coordinador de la Escuela Profesional Vespertina, del Centro de Estudios musicales Manuel M. Ponce de 1988 a 1990. Ha compuesto piezas musicales, y realizado innumerables arreglos corales e instrumentales. Ha escrito los siguientes libros: Reflejos, poesía (2000); Poesía Concertante, (2001); Guillotinas, poesía (2002); A lápiz, poesía (2004); Renuevos de sombra, poesía (inédito); Detective por error y otro cuentos (2005); Más cuentos (inédito); Bernardo a través del espejo, teatro (2006); Tarde de toros, poesía (2013).

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