EL JUICIO DE SAMUEL
Después del tremendo zafarrancho que el ¿gobernador? Samuel García protagonizó la última semana, es obvio pensar que no podrá volver al gobierno de Nuevo León como si nada hubiera sucedido.
Decepcionó a nuevoleonenses al incumplir la reiterada promesa de que concluiría sin contratiempo su encargo como gobernador y mostró que su ambición (o sus acuerdos políticos) superan cualquier expectativa que Nuevo León pudiera tener; aún más, insultó a sus electores violentando la Ley, al intentar imponer a un gobernador interino, cuando el procedimiento legal es muy claro: la facultad del Congreso del estado para nombrar a dicho servidor público y alentó a su delfín a desobedecer la Ley, negándole éste al gobernador interino legítimo la toma de posesión del cargo. Aparentemente, el Doctor en Derecho no conoce la Constitución del estado que desgobierna.
Al ver este escenario, no puedo dejar de preguntarme ¿qué pasaba por la cabeza de Samuel cuando decidió imponer un gobernador? ¿qué pensaba al hacer berrinche en sus redes sociales? ¿en verdad creyó que podía timar a un poder e imponerle su voluntad? ¿Qué podría estafar a Nuevo León siendo tan clara la Ley sobre lo que sucede cuando el gobernador solicita licencia? O ¿pensó que el manto protector de López Obrador alcanzaría para doblar a un congreso prianista?
Ante semejante estado de ingobernabilidad auspiciado por Samuel, es previsible un problema que fácilmente podría venirle encima: el juicio político. El Congreso de nuevo León, con mayoría PRI-PAN tiene argumentos poderosos para impulsarlo y siendo el 2024 año electoral, es un arma que, bien accionada, resultaría muy conveniente utilizar.
La novela de Samuel con nuevo León apenas comenzó y si a usted le causa gracia el cinismo, toda la situación fue accionada por el propio Samuel. Podría decir que se trata de un balazo en el pie, pero me parece más grave; sería, mejor dicho, un balazo en el abdomen que bien podría terminar por desangrarlo a él y el resto de su carrera política.
