EL NUEVO RÉGIMEN EN MÉXICO
Con saludos a Miguel Nájera
Después del mazazo del dos de junio a la oposición y particularmente con la concreción del llamado Plan C, con todo lo que se derivó de ello, la derecha y sus voceros en medios, entre ellos, algunos tránsfugas de la izquierda, cuyos nombres no vale la pena señalar, han multiplicado las acusaciones de liquidar la República, destruir las instituciones y la democracia, ir hacia una dictadura y violar el Estado de Derecho.
No tienen razón, todo lo anteriormente señalado es falso. En todo caso, lo que ha iniciado (y creo que apenas, no desde el inicio de la actual administración), es la instauración de un régimen diferente a los anteriores. Pero ¿qué esperaban? Cuando el triunfador en las elecciones en 2018 postulaba un proyecto de Nación antípodo del postulado por el PRIAN.
López Obrador planteó desde el principio de su administración que divorciaría el poder económico del político, que priorizaría a los pobres y que implementaría lo que se ha conocido como la Cuarta Transformación. No lo logró de manera inmediata, pero si le imprimió un sello propio. En un texto que escribí esta semana para otra publicación, afirmaba algo que ahora repito. Decía: No fue fácil abordar los retos de un gobierno (nuevo) de otro tipo, distinto a sus antecesores, no solo en el discurso y estilo de gobernar, sino de cómo concebir el país y que pasos dar para transformarlo. Se comprobó que era más fácil decir que hacer, de mostrar y convencer, de contrarrestar a los llamados poderes fácticos y sumar a la mayoría de la población a un proyecto ambicioso y que iba a marchar contracorriente.
Se encontró las instituciones diezmadas, no tuvo necesidad de mandar al diablo las mismas, los gobiernos neoliberales del PRIAN ya se habían encargado de ello. Esto no lo reconoce la derecha, pero los hechos son fríos y elocuentes. Y de pilón vino la pandemia, que en mucho sesgó lo originalmente planeado. A ello se sumó no contar con la mayoría calificada en las Cámaras, lo que evitó que en la segunda mitad del sexenio se pudiesen dar transformaciones constitucionales por medios pacíficos.
Ahora si se han dado los primeros pasos efectivos de la instauración de un nuevo régimen, el mismo que le tocará a la nueva presidenta Claudia Sheinbaum, concebido éste como un gobierno expresión del modelo de país que se propuso a los mexicanos y que, nada tiene que ver con lo que había antes. Aunque el sexenio que finaliza haya servido para sentar las bases para esta nueva etapa.
Y hablar de un nuevo régimen indica erradicar los lastres del pasado, así como las instituciones intocadas, porque servían todavía a los gobiernos del pasado y a quienes se habían enriquecido en dicho periodo, como es el caso del Poder Judicial, corrupto y anquilosado, además de los intereses que todavía defiende la cúpula del mismo.
Ni modo, así están las cosas, que les caiga el veinte a la derecha.