FERNANDO VILLEGAS, SE FUE SIN DESPEDIR 

FERNANDO VILLEGAS, SE FUE SIN DESPEDIR 

Fernando Villegas era sensible, persistente, lúdico, enemigo de causar molestias y consiente de su hora llegada, preparó sus bártulos, puso en orden lo ordenable, arregló las formalidades y sin sesiones de adioses, en un descuido se murió, así como él era, tajante e irremediablemente se murió, de manera que para cuando los familiares y los amigos caímos en la cuenta, no había nada que hacer, salvo despedirlo con cariño, con devoción y en un marco que no desdijera de su trabajo y de su obra por su ciudad. En Catedral se ofició una misa solemne que por comodidad omití, preferí dedicar ese tiempo a tomar un café y fumar un cigarro a su salud o más bien a su mala salud, que nunca fue óbice para su buena amistad, una buena charla, un buen brindis y humo, mucho humo, de olorosos cigarrillos. Claro que en mi fuero interno le reclamo que me haya privado de la experiencia, vivimos muchas de lo más raras y extravagantes, pero me queda claro que ésta, es una aventura individual, que emprendió cuando se sintió preparado y dispuesto.  

Fernando Villegas, pintor Aguascalientes
Fernando Villegas, pintor Aguascalientes

Fernando era fenomenológicamente un artista plástico con especial inclinación a la escultura, pero que practicaba y disfrutaba de otras expresiones de las artes visuales, cuando el trabajo escultórico resultó un esfuerzo que lo rebasaba se recreó en la gráfica, en la pintura, en la acuarela, en el dibujo y a revivir y redisfrutar otra de sus pasiones: el cine.  

Muy conocido en el medio cultural, artístico y educativo de Aguascalientes, seguramente el amable y distraído lector, si no lo recuerda personalmente debe haberse encontrado con su obra más de alguna vez, especialmente en un conjunto escultórico que trabajó para el Instituto de Educación, una rotonda con las efigies de docentes y, por supuesto, docentas de Aguascalientes y Aguascalientas. En la López Mateos, los bustos de dos Alfonsos ex-presidentes, en Circunvalación el monumento a Jesús Reyes Heroles, y sin duda, habrá visto a la entrada del Museo Posada, el dramático, inconmovible y bien plantado busto de Guadalupe Posada, en la Casa de la Cultura, lo habrá recibido el serio y amable ademán del entrañable profesor J. Guadalupe Peralta, encarnación de la escuela federal tipo Jesús Díaz de León, inmortalizado en bronce, también por Fernando Villegas. Y si lo recuerda, lo identificará fácilmente en el mural del Palacio Legislativo en el que el Tovarich Zermeño plasmó a integrantes de su palomilla, allí con otros de su caterva, de su calaña, de su ralea, pasa revista a la vida pública de Aguascalientes, echándolos al costal como de costumbre.  

Fernando formó parte de las primeras generaciones de artistas de Aguascalientes que se formaron en las instituciones de la ciudad de México, San Carlos y la Esmeralda y que vinieron a continuar las aportaciones de maestros entrañables como la maestra Rosalía, el Profr. Delgado, el Profr. Valdivia precursores de la Casa de la Cultura en el Instituto de Bellas Artes. Con Alfredo Zermeño e Ismael Guardado pusieron un céntrico estudio o taller que fue un espacio para la amistad, la convivencia, la bohemia y por supuesto para el trabajo y para la creación. Yo estoy convencido, luego de la convivencia con artistas diversos, que no existe el temperamento artístico, sino artistas con diferentes temperamentos, las reuniones en los estudios del Tovarich y en el de Fernando, y las reuniones efímeras con Luis Acevedo y Joaquín Dimayuga, así lo atestiguaban. Fernando, especialmente, tenía un sentido lúdico y gusto teatral que lo mismo transformaba su estudio en un centro espiritista, que en una plaza cívica, un palenque de gallos o un foro romano. El juego como amalgama de la amistad y de la alegría, el mezcal no era más que un catalizador, porque los ingredientes fundamentales eran la bonhomía, la cordialidad, la generosidad… 

Con aficiones múltiples, como buen artista, tomó con pasión unos “vivetiempos” que no “pasatiempos”, así la arquería en la que fue no solo un destacado practicante sino un promotor y organizador, la cetrería en la que Fer chico, lo superó, y el gusto por la cocina como lazo de unión. Surgió así la “Cofradía de la cacerola y el fogón” en la que con su hospitalidad los diversos integrantes se rotaban la responsabilidad de la confección de los platillos y en los que hubo memorables acontecimientos gastronómicos como el asado de tira que mi hermanito Ricardo preparó o el agua hervida que finalmente pude cocinar para sorpresa de todos. Casi olvidaba consigar sus dotes humorísitcas plasmadas en innumerables cuentos y relatos, que sólo aguardan el visto bueno de Don Tomás Pinedo para su publicación. 

De su obra plástica hay testimonios y sus familiares y amigos tenemos el deber de preparar exposiciones y documentos que refresquen la memoria o den a conocer a nuevas generaciones su trabajo. Queda, sin embargo, un aspecto que de una entretención o gusto se convirtió en un sexto sentido que lo acompañó durante la mayor parte de su vida: la fotografía, cientos, miles de fotografías aguardan ordenarlas, clasificarlas, seleccionarlas, porque en ellas está el ojo lúdico, el ojo crítico, el ojo testimonial, lo mismo de un mercado, de un desfile, de un chamán, de un merolico, de una limpia, de un tratamiento médico, de un altar… A veces el detalle, otras el proceso, unas, el trabajo, la preparación, el esfuerzo, otras la sorpresa… 

Los que te quisimos, los que estuvimos cerca, sabemos de otras cosas, sabemos de otras penas, de otras vertientes, así, las tienen las vidas, hoy, la tarea es recordarte, es revivirte, reconocerte y convidarle a quienes no te conocieron, algunas facetas de tu entrañable personalidad y de las oquedades que nos dejas a tu querida familia y a tus muchos amigos,  

Fer: Tenía por si las moscas, preparada una buena cantidad de lágrimas para tu partida, que presentía inminente, pero, sabes, no voy a derramarlas, sería un desperdicio, las voy a guardar para el rencuentro, como la canción final de la maravillosa película de Stanley Kubrick, de nuestras favoritas, Dr. Strangelove, o como aprendí a amar la bomba y no preocuparme, en la voz inefable de Vera Lynn: 

We’ll meet again  
Don’t know where  
Don’t know when  
But I know we’ll meet again some sunny day…  

 jemartinj@aim.com                         facebook jemartinj                        X @jemartinj 

Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Abogado, maestro universitario, taurino en retiro, lector compulsivo y escribidor catártico. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Notario Público 19 en Aguascalientes México, Ex-presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Ags., Integrante del Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, maestro de Derecho Romano y de Hermenéutica Jurídica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, miembro fundador de la Academia Mexicana de Derecho Notarial, miembro correspondiente del Seminario de Cultura Mexicana.

Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Abogado, maestro universitario, taurino en retiro, lector compulsivo y escribidor catártico. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Notario Público 19 en Aguascalientes México, Ex-presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Ags., Integrante del Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, maestro de Derecho Romano y de Hermenéutica Jurídica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, miembro fundador de la Academia Mexicana de Derecho Notarial, miembro correspondiente del Seminario de Cultura Mexicana.

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