Entre lo sagrado y lo profano. Día mundial de los animales.

Entre lo sagrado y lo profano. Día mundial de los animales.

A lo largo de la historia, los movimientos sociales creados en torno a Días Internacionales o Mundiales se han convertido en un vehículo importante para visibilizar y así posibilitar cambios estructurales que influyan no solo en la manera de ver y actuar individualmente, sino sobre todo en reclamar cambios en aras a reparar realidades discriminatorias en ámbitos sociales.

En el caso del Día Mundial de los Animales el propósito central de esta fecha es recordar la consideración debida hacia todas las especiales animales con las que cohabitamos en el planeta.

Así que éste día se busca fundamentalmente concienciar sobre la protección y bienestar de los animales, tanto domésticos como silvestres y exigir a la clase política que articulen leyes y medidas con su consiguiente dotación económica para llevarlas a cabo, tendentes al respeto y bienestar animal que, como seres sintientes merecen y nos encaminen a una coexistencia armoniosa, equilibrada, ética y justa con todo y todos los que nos rodean.

Exigir una protección legal y eficaz que atienda a “sus” expectativas de vida y las de su propio hábitat evitando así las terribles consecuencias que se están produciendo por la acción depredadora o inacción y, en muchos casos colaboración por activa o por pasiva, de gobiernos y grandes multinacionales que legislan en base a intereses económicos que excluyen toda posibilidad de vida digna o de simplemente, vida como es en el caso de los animales siempre supeditados a los intereses del hombre.

El Día Mundial de los Animales fue idea original de Heinrich Zimmermann, un escritor y editor alemán que preocupado por el bienestar de los animales organizó el primer Día Mundial del Animal en Berlín el 24 de marzo de 1925. En sus inicios, la celebración estaba orientada a promover la preservación de especies en peligro de extinción, pero con el tiempo su propósito se amplió para incluir la preocupación por el bienestar de todos los animales en 1929, en el congreso celebrado en Viena por la organización Mundial de Protección Animal. En un primer momento esta iniciativa tan solo encontró seguimiento en Alemania, Austria, Suiza y Checoslovaquia, pero finalmente en mayo de 1931, en el marco del Congreso Internacional de Protección Animal de Florencia (Italia) fue donde se estableció una resolución por la que el día 4 de octubre, se convirtiera en el Día Mundial de los Animales.

El motivo de trasladado al día 4 de octubre fue para hacerlo coincidir con la conmemoración a San Francisco de Asís, patrón de los animales en la tradición católica. San Francisco es recordado por su respeto y amor hacia todas las criaturas vivientes, y su vida sirve como inspiración para un enfoque más compasivo hacia los animales.

San Francisco de Asís es considerado el patrón de los animales debido a su profunda conexión con la naturaleza y su amor por todas las criaturas. Durante su vida, mostró un inmenso respeto por los animales, viéndolos como seres que

compartían la misma creación divina que los humanos. Creía que todas las criaturas eran hermanos y hermanas en el gran plan de Dios, y que merecían amor, compasión y respeto.

Algunos de los momentos más significativos de su vida están relacionados con los animales, su enfoque amoroso hacia los animales, junto con su estilo de vida sencillo y en armonía con la naturaleza, lo llevó a ser venerado como su patrón.

La vida de San Francisco se condensa en un libro «Las Florecillas de San Francisco»(Las «Fioretti»). La obra fue escrita originalmente en latín, pero la versión más conocida y difundida es una traducción al italiano del siglo XIV. Se cree que el autor principal de ésta traducción y compilación fue un fraile anónimo, probablemente un miembro de la Orden Franciscana, aunque no se conoce su identidad exacta. Sin embargo, algunos estudiosos sugieren que fue Ugolino de Montegiorgio.

Las «Fioretti» fueron escritas aproximadamente un siglo después de la muerte de San Francisco (1181-1226), basándose en relatos populares y documentos sobre su vida. Estos relatos destacan los milagros, la humildad y el profundo amor de San Francisco, los animales y la naturaleza. El libro no es una biografía sino una obra devocional que busca inspirar a los lectores a seguir el ejemplo del santo.

El libro menciona que, a punto de morir, aun siendo de noche, una bandada de alondras se posó en su ventana y cantó para él como último homenaje de los pájaros a quien tanto los amó.

Para darse una idea de su conexión con la naturaleza, destacó algunos extractos del mencionado libro: Capítulo XVI

… su voluntad es que vayas por el mundo predicando, ya que no te ha elegido para ti solo, sino también para la salvación de los demás…San Francisco se puso a predicar, mandando antes a las golondrinas que, cesando en sus chirridos guardasen silencio hasta que él hubiera terminado de hablar…Iba caminando con el mismo fervor, cuando, levantando la vista, vio junto al camino algunos árboles, y, en ellos, una muchedumbre casi infinita de pájaros. San Francisco quedó maravillado y dijo a sus compañeros: Esperadme aquí en el camino, que yo voy a predicar a mis hermanitos los pájaros.

Se internó en el campo y comenzó a predicar a los pájaros que estaban por el suelo. Al punto, todos los que había en los árboles acudieron junto a él; y todos juntos se estuvieron quietos hasta que San Francisco terminó de predicar; y ni siquiera entonces se marcharon hasta que él les dio la bendición…Hermanas mías avecillas, os debéis sentir muy deudoras a Dios, vuestro creador, y debéis alabarlo siempre y en todas partes, porque os ha dado la libertad para volar donde queréis;… Aparte de esto, vosotras no sembráis ni segáis, y Dios os alimenta y os regala los ríos y las fuentes, para beber; los montes y los valles, para guareceros, y los árboles altos, para hacer en ellos vuestros nidos. Y como no sabéis hilar ni coser, Dios os viste a vosotras y a vuestros hijos.

Mientras San Francisco les iba hablando así, todos aquellos pájaros comenzaron a abrir sus picos, a estirar sus cuellos y a extender sus alas, inclinando respetuosamente sus cabezas hasta el suelo, y a manifestar con sus actitudes y con sus cantos el grandísimo contento que les proporcionaban las palabras del Padre santo. San Francisco se regocijaba y recreaba juntamente con ellos, sin dejar de maravillarse de ver semejante muchedumbre de pájaros, en tan hermosa variedad, y la atención y familiaridad que mostraban…Finalmente, terminada la plática, San Francisco trazó sobre ellos la señal de la cruz y les dio licencia para irse. Entonces, todos los pájaros se elevaron en banda en el aire entre cantos armoniosos; luego se dividieron en cuatro grupos, siguiendo la cruz que San Francisco había trazado.

El relato de cómo San Francisco de Asís aplacó a un lobo feroz es una de las historias más famosas de su vida. Capítulo XXI

-Oíd, hermanitos míos: el hermano lobo, que está delante de vosotros, me ha prometido y dado palabra de ajustar con vosotros paces y de no ofenderos jamás en cosa ninguna si vosotros prometéis darle las cosas necesarias para su vida, y yo salgo fiador por él, de que observará fielmente este tratado de paz.

Al oír esto, todo el pueblo, a una voz, prometió alimentar al lobo diariamente. Y San Francisco, delante de todo el pueblo, dijo al lobo:

-Y tú, hermano lobo, ¿prometes cumplir por tu parte el tratado de paz, no ofendiendo ni a los hombres ni a los animales ni a criatura alguna?

Y el lobo, arrodillándose, inclinando la cabeza y con suaves meneos del cuerpo, de la cola y de las orejas, demostró, en cuanto le fue posible, que estaba dispuesto, por su parte, a cumplir todo lo pactado. Entonces dijo San Francisco:

-Hermano lobo, quiero que, así como diste fe de esta promesa fuera de la ciudad, del mismo modo ahora, a presencia de todo el pueblo, me reiteres la fe de la misma, para que yo esté seguro de que no me engañas y no me dejarás en mal lugar, por la fe que en nombre tuyo he prestado.

Entonces el lobo, levantando su pata derecha, la puso en la mano de San Francisco. A vista de este hecho y de los demás que quedan mencionados, fue tanta la novedad del milagro y la mansedumbre del lobo, que todos comenzaron a clamar al Cielo, alabando y bendiciendo a Dios que les había mandado a San Francisco para que, con sus méritos, los librase de la boca de la bestia feroz. Después de este suceso el lobo vivió dos años en Agubio y entraba familiarmente de puerta en puerta por las casas sin hacer daño a nadie, ni ser molestado por ninguno; y era generosamente alimentado por la gente, y andando por el campo y la ciudad, nunca perro alguno le ladraba. Finalmente, después de dos años, el hermano lobo se murió de viejo, de lo cual se dolieron mucho los ciudadanos, porque viéndolo andar tan manso y tan humilde por la ciudad tenían presentes las virtudes y la santidad de San Francisco.

Capítulo XXII

Un joven cazador había cogido cierto día muchas tórtolas y llevándolas a vender se encontró con San Francisco, el cual, como tenía siempre mucha piedad de los animales mansos, se puso a mirar aquellas tórtolas con ojos llenos de compasión y dijo al joven que las llevaba:

-¡Oh, buen joven! Yo te ruego que me las des, para que estas aves tan mansas, que en la Santa Escritura se comparan a las almas santas y fieles, no vayan a dar en manos crueles que las maten.

De pronto el cazador, inspirado por Dios, dio sus tórtolas a San Francisco, y acogiéndolas él en su regazo, comenzó a decirles, dulce y cariñosamente:

-¡Oh, hermanitas mías, tórtolas inocentes, sencillas y castas! ¿Por qué os habéis dejado coger? Ahora que os he librado de la muerte quiero haceros los nidos para que deis fruto y os multipliquéis, según el mandato de Dios, vuestro Criador.

Y, en efecto, San Francisco les hizo a todas nido, y estando allí comenzaron a poner huevos y criaron sus hijuelos en presencia de los frailes, llegando a ser tan familiares que trataban con San Francisco y los demás frailes como si hubieran sido gallinas criadas a su mano, y no se fueron de allí hasta que San Francisco les dio con su bendición licencia para ausentarse.

Capítulo XL

Estando una vez San Antonio en Rímini, donde había muchos herejes, y queriéndoles convertir a la luz de la verdadera fe y al camino de la virtud, les predicó muchos días de la fe de Cristo y de la Santa Escritura; pero ellos no solamente no asentían a sus palabras, sino que, duros y obstinados, no querían oírle; por lo que San Antonio un día, por divina inspiración, se fue a la orilla del río al lado del mar, y sentándose allí entre la ribera del mar y la del río, comenzó a decir, a modo de sermón y en nombre de Dios, a los peces:

-Oíd la palabra de Dios, peces del mar y peces del río, ya que los infieles herejes no quieren oírla…

Y tan pronto como hubo dicho esto, súbitamente acudieron a la ribera muchos peces grandes, pequeños y medianos, de modo que ni en aquel mar ni en aquel río se habían visto nunca en tanta cantidad, y tenían todos las cabezas fuera del agua y estaban todos mirando a San Antonio con grandísima paz, orden y mansedumbre. En primer lugar, cerca de la orilla, estaban los peces pequeños; después se hallaban los medianos, y más adentro, donde el agua era más profunda, estaban los mayores. Dispuestos en este orden los peces, comenzó a predicar San Antonio de esta manera:

-Peces, hermanitos míos: estáis muy obligados a dar gracias a nuestro Creador, porque os ha dado tan noble elemento para morada vuestra; según os agrade, tenéis agua dulce o salada, y podéis guareceros en muchos lugares contra los rigores de la tempestad; os ha dado un elemento claro y transparente para que podáis vivir. Dios, vuestro Criador, amable y benigno, cuando os crió, os dio el mandato de que crecieseis y os multiplicaseis, y os dio también su santa bendición; después cuando sobrevino el Diluvio Universal, todos los animales murieron, mientras a vosotros os preservó Dios de todo daño. El Señor os dio aletas para nadar como os plazca. A vosotros fue concedido, por mandamiento de Dios, guardar a Jonás profeta, y después de tres días echarlo a tierra sano y salvo. Vosotros pagasteis el censo de Nuestro Señor Jesucristo, que Él, como pobre, no tenía con qué pagar. Vosotros disteis de comer al Eterno Rey Jesucristo, antes y después de la Resurrección, por singular misterio; por todo lo cual estáis muy obligados a alabar y bendecir a Dios, que os ha hecho tantos y tales beneficios más que a ninguna otra criatura.

Al oír estas y otras palabras y consejos de San Antonio, comenzaron los peces a abrir la boca y a inclinar las cabezas, y con estas y otras señales de reverencia, según su capacidad, alababan a Dios.

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Por otro lado, la costumbre de bendecir a los animales en el día dedicado a recordar a San Francisco de Asís, se dice que probablemente se originó en las comunidades religiosas franciscanas y luego se extendió a parroquias católicas y otras denominaciones cristianas. En estas celebraciones, los sacerdotes y religiosos realizan ceremonias especiales en las que se invita a las personas a llevar a sus animales domésticos para recibir una bendición, en reconocimiento del valor y la importancia de todas las criaturas. Otras fuentes afirman que esta práctica se popularizó especialmente en el siglo XX.

Patéticamente en nuestra comunidad ambivalente, por un lado se bendice a los animales y por el otro se realizan corridas de toros precisamente San Francisco de los Romo.

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¿Y la ley de protección a los animales para el estado de Aguascalientes?, nadie sabe, y aunque fue un trabajo maratónico y conjunto entre organizaciones civiles y personal gubernamental relacionado con animales (rastros, zoológicos, antirrábico, gobierno etc), desde noviembre del 2022 la LXV legislatura presentó una iniciativa sin saber que sucedió al respecto.

Ante estás incongruencias, es evidente que se requiere de una sociedad más creativa, crítica y compasiva. Esperemos que estas notas colaboren con la causa.

Ana Romo jaulericavida1@outlook.es

Ana Romo G
Ana Romo G

Médica veterinaria y zootecnista, académica, escritora y bioeticista.

Ana Romo G

Médica veterinaria y zootecnista, académica, escritora y bioeticista.

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