Fuera López: ¿Terrorismo político?
Fuera López: el domingo 30 de junio de 2019 en varias ciudades de México, convocados por diferentes organizaciones “civiles”, se marchó con gritos y vituperios en contra de la política del gobierno de la República encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
Los organizadores de las marchas bajo “el mito pequeño burgués de la participación política sin el interés en la política”, presumen encabezar un movimiento político, sin los interés partidarios de la obtención del poder. Nos quieren hacer pensar a sus participantes y observadores que sus marchas, protestas son el resultado espontáneo de “ciudadanos libres” desinteresados, sin mancha que los pueda vincular a la lucha de partidos.
Las taras necesarias para esta operación de contabilidad están constituidas por la moralidad de los términos que se emplean. Según un viejo procedimiento terrorista (del que no se escapan quienes son partidarios del terrorismo), en el mismo momento que se nombra algo, se lo juzga, y la palabra, lastrada con una culpabilidad previa, pesa obviamente es un bien noble, universal, situada al margen de los prejuicios sociales: la cultura no pesa. (Barthes, Roland 1957. Mitologías)
Dicho de otro modo popularmente se dice “de buenas intenciones el camino al infierno está pavimentado”. Por lo que el movimiento civil claro que nos quiere llevar a un camino que es la lucha por el poder, ¿si no cuál sería el motivo de ella? Al buscar destituir a AMLO la intención final es que sea otro quien encabece el gobierno federal. ¿A quién quieren beneficiar?, claramente no se observa, aunque por algunos participantes de las marchas podemos inferir que se tratan de grupos de derecha que siente vulnerados algún derecho por la presencia de AMLO en la presidencia de México.
No es fácil dilucidar los motivos de los participantes; ya que estas marchas no son protestas simples. Como movimientos social contra AMLO no se encuentran claras consignas sociales; el discurso se concentra en la solicitud de renuncia del ejecutivo por el miedo desmedido de una clase social que se cree, sabe amenazada y ofendida en su forma de reproducción, sin que ello pueda aclarar la idea central de su fobia y rechazo, pues son muchas las ofensas a su ideología pequeño burguesa emparentada a los sistemas de pensamiento conservadores antes que progresistas o liberales.
Las marchas anti AMLO, por el momento no tienen esa luz de reivindicación social. Pero ya tienen movilización. Eso cuesta recursos, tiempo y organización. Para alguien no estar interesado en generar problemas sociales sería mucho altruismo. Por lo que claramente podemos afirmar siguiendo el pensamiento de Roland Barthes, que nos encontramos bajo ataque terrorista.
La contradicción de la Popularidad de AMLO
De los tres presidentes anteriores al señor Andrés Manuel; ninguno gozo de la popularidad en las urnas y del triunfalismo de las masas como él salvo Vicente Fox. Ambos políticos lograron claros triunfos en las urnas que les permitieron construir un capital político basado en la aceptación de las masas por sus figuras triunfantes.
Hoy estoy aquí como ciudadano, no vengo con partidos ni con colores, vengo a defender el futuro de mi país, lo importante es cuidar de México.
Marcho a favor del empleo, de los derechos igualitarios, de la educación, de los que no tienen voz, marcho a favor de México. pic.twitter.com/IE9xDiLlcv
— Vicente Fox Quesada (@VicenteFoxQue) 30 de junio de 2019
En tiempos de Vicente Fox y sin esperarse que terminará el primer día de gobierno de aquel, AMLO se encargaba de encabezar la crítica anti Vicente Fox y anti PAN, al punto de enfrentar AMLO un linchamiento público en el Congreso de la Unión, en el la suma de los odios de clase social de la pequeña burguesía se sumó al deseo de los partidos políticos por destruir la popularidad de AMLO. De ahí el fracaso del Juicio Político luego del golpe mediático del Desafuero contra AMLO en ese entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. El resultado esperado por los defensores del honor de Fox no se logró; sin embargo crearon un mártir que de no ser por el resultado dudoso de una elección presidencial muy cuestionada en 2006 AMLO no alcanzó a arrebatar el poder a Vicente Fox en ese momento.
Marchas y movilizaciones por la reclamación de “un fraude electoral” no se dejaron esperar. Por las mismas marchas la popularidad de AMLO se caricaturizó convirtiéndolo en una figura pública chiste de si mismo.
El tiempo pasó y AMLO pareció aprender de sus errores; se separó del PRD y encabezó un movimiento social en el que sumó sin distinción a distintas izquierdas que lo siguieron en su aventura, a los liberales y grupos religiosos de cristianos, líderes sindicales cuestionados por el régimen, en el que también se sumó a muchos representantes del lumpen proletariado que no contaba más que con su odio hacia el sistema para integrar un partido político que aún no logra dar el salto de movimiento a partido político.
El amalgama de distintas ideologías y corrientes le permitió un triunfo electoral, todas estas corrientes fueron sumadas al movimiento en distintas etapas, prometiendo la obtención del poder y el reparto del mismo. Centrando el discurso de dicha opción política en los pocos temas que tenían en común, principalmente el combate a la corrupción y la impunidad política.
Hoy se sienten lastimados los convencidos de AMLO y piden tiempo de espera a las críticas contra su líder. Cayendo en la contradicción, ya que fue la misma estrategia que él empleó, el de crítica constante al régimen la que le dio la popularidad que posteriormente le permitió el triunfo. Esto nos lleva a un peligro inminente, la radicalización de los defensores de AMLO que siguen a su líder sin mediar y razonar entre lo que AMLO hizo, hace y piensa hacer, permitiendo polarizar a la población que comienza a crear un grupo de disconformes que amenazan en convertirse masa crítica que puede en un futuro inmediato como grupo terrorista entorpecer las acciones de gobierno de AMLO. La falta de autocrítica puede producir en el amado líder reacciones totalitarias que pueden alimentar aún más el odio y resentimiento de quienes se sienten amenazados por su figura.
Desdeñar estas movilizaciones por su falta de claridad es darle más armas al enemigo que hasta el momento al no fijar claras posturas es un terrorista, pero este terrorista está esperando el error para convertirlo en su bandera social. Ya tiene la capacidad de movilización, solo le falta escoger la bandera.
El gran mal de la corrupción y su percepción social en México fue suficiente para no comprometer al ahora presidente a realizar grandes cambios al sistema. Fue la vanidad la que lo llevó a querer trascender e inventar una Cuarta Transformación que sigue basada en el combate a la corrupción, pero en el que los encargados de dicha transformación son muy cuestionados.