Guardiana del gozo

La naturaleza rara vez se muestra complaciente. Sus formas, colores y texturas guardan un equilibrio tan perfecto como desconcertante. Entre tallos recios y pétalos encendidos, la leonotis nepetifolia despliega su silueta, provocando una reacción ambigua. Su color naranja cautiva, pero la corona de espinas que la protege parece advertir que no todo acercamiento será amable.
La vida, en su inagotable repertorio, repite esta lección una y otra vez. Los momentos más plenos suelen estar precedidos por pruebas que desgarran. El amor, con todo su brillo, lleva implícita la posibilidad de la pérdida. La amistad más leal se forja en medio de malentendidos y silencios incómodos. Incluso la realización personal exige renuncias, sacrificios y, a veces, heridas que tardan en cerrar.
No hay gozo sin precio. El dolor no es un obstáculo caprichoso, sino la moneda con la que se pagan los instantes de plenitud. Aceptarlo no significa buscar el sufrimiento, sino reconocer que su presencia moldea el valor de aquello que nos conmueve. Como la espina que defiende al pétalo, las dificultades resguardan la autenticidad de nuestras alegrías.
Esta planta, firme y altiva, no se disculpa por su apariencia. No suaviza su estructura para resultar más aceptable ni oculta sus defensas para invitar a la caricia. Su belleza se asienta en la honestidad: es tan hermosa como peligrosa.
En un mundo que insiste en mostrarnos sólo el lado luminoso de las cosas, esta flor recuerda que la plenitud es un territorio donde conviven la ternura y la aspereza. Que la risa profunda suele tener raíces en lágrimas pasadas. Que la esperanza, como las semillas, germina mejor cuando ha enfrentado la dureza de la tierra.
Quizá lo más sabio sea aprender a acercarnos con respeto, aceptar la advertencia de las espinas y, aun así, extender la mano. Porque al final, la vida entera es este juego de distancias y encuentros, de cautela y atrevimiento. Y quienes se animan a rozar lo que parece inaccesible, descubren que, detrás del dolor, se oculta la más pura forma de belleza. La fotografía la tomé en Boca de túnel, Calvillo, el día 25 de enero de 2025.

Más allá de la mirada: La leonotis nepetifolia es originaria de África, pero hoy crece en climas cálidos de todo el mundo. Además de su potencial anticancerígeno, se ha usado tradicionalmente como infusión para aliviar resfriados y fiebres.
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