JUSTICIA O MORAL CRISTIANA

Efectivamente, la mayoría de los mexicanos mostraron (entre otras cosas) su hartazgo ante la corrupción y la impunidad, lo que produjo que votaran por el cambio en julio del 2018. Estaban porque se acabara ese lastre que había contaminado a nuestra sociedad y envilecido a la actividad política. A partir de ello, nadie creía en los políticos y siempre los consideró como la misma cosa. Con López Obrador surgió la oportunidad de que no fuera así.

Pero a diferencia de cómo señala éste, el pueblo no tiene afán de venganza, si de justicia. Al igual que como López Obrador, el pueblo no olvida, pero eso si, no antepone posturas morales de carácter religioso, aunque la inmensa mayoría sean creyentes, particularmente cristianos.

El Ejecutivo federal dice que su postura es que no se juzgue a los expresidentes, salvo que una postura popular diga lo contrario. Entonces respetaría la decisión de la consulta, en la cual votaría en contra y lo argumentaría. No coincido con su postura, menos aún con su trasfondo moralino de carácter cristiano.

Durante toda su administración, en este poco más de año y medio de transcurrido, este tema ha sido recurrente en su manejo y ahora vuelve a la opinión pública, después de las declaraciones de Emilio Lozoya, involucrando a Enrique Peña Nieto en el escándalo de sobornos de Odebrecht y, a Felipe Calderón Hinojosa en el caso de Etileno XXI.

Por lo pronto, el Partido del Trabajo, PT, ha tomado el reto en sus manos y se apresta a impulsar una consulta popular en el marco del artículo 35 Constitucional, que desde mi punto de vista, se requiere que no quede sólo ahí, para que la iniciativa sea asumida por otras fuerzas más, en el ánimo de contrapesar realmente una mala postura del Presidente. Si éste impulsa la iniciativa parlamentaria para que se reforme el artículo 108 Constitucional y los expresidentes puedan ser juzgados por cualquier delito y no sólo por traición a la Patria, bien se debiera considerar a aquellos que actuaron ilegalmente en su función, pues de no hacerse así, se estaría aceptando que podrían ser beneficiarios de la impunidad, la misma que repudia la mayoría de los mexicanos.

Sin ser tácito, López Obrador está pensando en el perdón para los expresidentes, con sus dichos así lo pregona, no guarda rencor, aunque señale que no olvida. Tampoco quiere compensación ante los daños hechos por estos personajes, por eso subraya que ante todo hay que ver para adelante. Lucas 11:4 dice: “Perdonamos nuestros pecados, porque nosotros mismos también perdonamos a todo el que nos debe”. Nada más falta que nos suelte una de éstas en alguna mañanera.

Para nuestro Presidente la liquidación de la corrupción, está en no permitirla en su gobierno (barriéndola como las escaleras, de arriba hacia abajo), pero además, en el impulso de valores morales, que como varita mágica purificarán a nuestra sociedad y la vida pública del país. Esto también se ha convertido en parte de su discurso cotidiano, de tal manera que cada mañana no tenemos un diálogo circular sino una homilía.

Al respecto, habría que recordarlo cuando refiriéndose a los integrantes del crimen organizado y cárteles del narcotráfico, los llamó a que se portasen bien, como si una reconvención de este tipo pudiera cambiarles la mentalidad transgresora. Lo cual no harían ni llevándoles veladoras al Santo Patrón, Jesús Malverde.

Por esa vía se va a tardar más, si es que llega al objetivo. No sería entonces sólo de la aplicación correcta de la justicia, sin distingos ni excepciones, sino recuperar la confianza de los ciudadanos en el sistema de impartición de justicia. Esta sería una gran oportunidad de la nueva administración, para demostrar en los hechos que efectivamente no son iguales con respecto a sus antecesores, pero también, independientemente de las creencias de cada quien, se mantenga por sobre todo el estado laico, el cual para algunos está en retroceso, como se señala en el libro de Bernardo Barranco y Roberto Blancarte, “AMLO y la religión”.

Reitero, ni perdón ni olvido. Y precisamente porque hay que ver para adelante, hay que fijarse en lo que dejamos atrás. Tampoco somos partidarios de la venganza (en lo personal siempre he dicho que no regalo desafecto, no pierdo en tiempo ni mi interés), pero si estoy porque se aplique la justicia.