La soledad
El día de ayer, platicando con una amiga, me contaba sus problemas y sus vivencias de años a la fecha.
Me llamó mucho la atención el ver que mi estimada amiga ha tenido el valor para vivir su vida como ha querido, derribando paradigmas, y siendo auténtica, viviendo contra una sociedad que la juzga.
Pero lo que más me llamó la atención, fue la infinidad de errores que ella misma reconoce que ha cometido a lo largo de su vida.
Quizás pudiera parecer contradictorio el hecho de vivir como ella ha querido durante toda su vida, y a la vez escucharla acerca de todos los errores que ha cometido a lo largo de su vida y que a su parecer le han costado muy caro.
Hoy, quisiera explicarle a ella y a muchos de ustedes que quizás se sientan identificados con estas líneas, el porqué de una situación que pareciera desfavorable a simple vista, pero que no deja de ser un tesoro de aprendizaje en esta aventura llamada vida.
He conocido mucha gente en los últimos 10 años de mi vida, que me considero bastante afortunado haberlos visto llegar a mi entorno; y casi todos compartimos una misma característica:
No seguir las reglas del juego.
¿Qué significa no seguir las reglas del juego?
Los oriundos de esta ciudad aguascalentense, donde primordialmente predomina el catolicismo, el qué dirán, y “las buenas costumbres”, siempre vivieron bajo un estigma que por lo menos a mí, me costó mucho trabajo erradicar.
¿Le suena conocida esta historia? No importa que usted lo niegue… Usted muy seguramente también perteneció a esa misma generación aterrorizada por la moral y las buenas costumbres. Que eran consideradas necesarias.
Eso derivó desde mi punto de vista, a la doble moral que vemos actualmente en esta ciudad, donde podemos apreciar gente de apellido relevante, entrando a las iglesias, llevando una doble vida que simplemente no podríamos creer que así fuera.
Puedo decir sin equivocarme que gracias a Dios muchos logramos salir de ese paradigma tan nefasto, y nos enfocamos en un ansia de estudio y de conocimiento, que nos hizo liberarnos y nos hizo aprender materias que simplemente jamás estuvieron al alcance de nuestra mente y nuestra escuela.
Pero también nos hizo llevar una vida, en la cual impusimos nuestras propias reglas, nos permitió tomarle sabor a un estilo de vida en el cual fuimos forjadores de una vida en la cual cometimos muchos errores… y eso estimado lector tiene un precio que se paga muy caro… Y se llama soledad.
¿Entonces; si llevamos una vida de acuerdo a nuestras creencias y valores y principios, de acuerdo a nuestras propias reglas, porque es que cometimos tantos errores en nuestra vida?
¿Y por qué esos errores que deberían de ser vistos como aprendizaje se reflejan y derivan en soledad?
Creo que la respuesta es que decidimos correr riesgos durante mucho tiempo, y al cansarnos preferimos salir de ese estándar vivencial que nos permita vivir en una zona de confort, zona llamada soledad.
Porque poca gente se ha dado cuenta que esta vida, en este mundo, la felicidad y la infelicidad no existen como tal… son solo momentos… este mundo es de aprendizaje… pero casi nadie lo sabe interpretar así.
Y cada vez, vemos a más gente, que ha decidido dejar de vivir bajo ese mundo agobiante de reglas, y que ha despertado a un mundo de aprendizaje, pero al no saber manejarlo, sufre las mismas consecuencias de todos los que tomaron la misma decisión.
Es como una carretera tomada por elección donde muchos se accidentaron y se quedaron en el camino.
Mas sin embargo no es fácil encontrar a las personas que supieron manejarlo aunque no lo sepan que supieron manejarlo… pareciera que estos personajes se esconden de un mundo que ha sido capaz de rechazar cualquier intento de actitud reaccionaria que no vaya acorde con los cánones de educación y cultura establecidos en nuestro mundo.
Vemos como hay mujeres que son tachadas de mil adjetivos descalificativos por hombres que bajo una educación machista aprendieron a fustigar a una mujer que tiene pensamiento propio.
Vemos a hombres que han sido fustigados por mujeres educadas de manera machista, que a la menor muestra de sensibilidad, son tachados de débiles y de poca hombría.
Las mujeres divorciadas son estigmatizadas como “mujeres urgidas” que solo están buscando aventuras… cuando la realidad es que muchas mujeres actualmente de 40 a 50 años han tomado la valiente decisión de divorciarse por que crearon consciencia de que no era la vida que soñaron, y sabían que divorciarse era una causal de ruptura con sus padres y su familia. Y aun así tomaron una decisión por demás valiente, que les causaría un estigma de la sociedad de “mujeres fáciles”
Y esas decisiones causan una soledad a veces elegida y a veces no elegida, en la cual descubrimos cosas y causas que jamás habríamos descubierto de nosotros mismos si no hubiera sido de esa manera.
Bendita soledad… aquella que nos hace escribir y plasmar palabras que fluyen de momentos de paz exterior y de tormentas internas que ambivaléntemente se generan en momentos por demás dolorosos y tristes
Es esa soledad, la que te permite ser tu propio juez… El más noble pero también el más despiadado contigo mismo.
Es esa hermosa y terrible soledad la que te permite sentarte en la ventana de tu cuarto, leyendo un libro, escuchando atentamente los sonidos exteriores y de tu mente, que de otra manera jamás escucharías…
Te sientes tan pequeño, es un estado donde no hay sentimientos encontrados… solo miedo… mucho miedo… pero ese miedo en la soledad, te enseña a domar semejante bestia iracunda que te hace tener las más horribles pesadillas. Crees no sentir amor… Estas convencido que te has vuelto un ser indolente que carece y se protege de cualquier actividad que pudiera estropear tu mundo, alejando a cualquier persona que pudiera demostrar cualquier indicio de comprensión al animal herido que llevas dentro.
Pidiendo en un grito silencioso que te enseñen la luz cuando llegas al extremo de no soportarlo más.
Y llega un día que te das cuenta que escogiste la soledad como compañera, porque el frio que la abriga, es simplemente embriagador; con nubes de tormenta que viven eternamente arriba de tu persona desde que elegiste ese estilo de vida.
Pero llega un día, sin esperarlo, en el que se aparece en tu vida una persona que rompe ese esquema… y las nubes de lluvia se disipan.
No sabes cómo llegó… No sabes que pasó… y tu primera intención es salir huyendo…
Y efectivamente… lo haces…
¿Le suena conocida esta historia?
Y empezamos a huir no sé si de nosotros mismos o solo huimos en un instinto de supervivencia, para evitar tener que retractarnos de vivir equivocados.
No es fácil manejar la soledad… y mucho menos es fácil, cuando esta soledad es derivada de vivencias que nos enseñaron a no confiar; cuando vienen derivadas de errores vivenciales que no supimos manejar correctamente y en vez de aprenderlas como experiencia las procesamos como tragedias.
Aun así, puedo decir sin temor a equivocarme, que la experiencia de la soledad es abrumadora y embriagadora cuando entendemos que la soledad es una consecuencia de vivir fuera de las reglas establecidas.
Y no quiero decir que la soledad sea mala…. NO LO ES… no lo es cuando aprendes ese proceso de aceptación… ese proceso de saber vivir solo, y no andar buscando el estar siempre acompañado por que simplemente no sabes vivir solo.
Y es en ese momento preciso que sin buscarlo, sin esperarlo, después de caminar un largo camino, llega una persona o un acontecimiento que voltea tu mundo de cabeza… y te sientas seriamente a pensar el futuro de tu soledad.
Dejas de mirar a la luna con nostalgia y volteas a verladiferente…
Te levantas con una perspectiva diferente de la vida
Te levantes de tu cama diferente, te ves diferente, te sientes diferente.
Llegó cuando no estaba en tus planes…
Y te das cuenta, que la vida que viviste bajo tus propias reglas, pagando caro la soledad, te ha regresado el cambio que te correspondía… y entiendes todo…. entiendes que todo ha valido la pena.
Nunca se canse de buscar ni de esperar, estimado lector… a veces no obtener lo que quieres puede ser un golpe de suerte increíble.
«Y cuando me sonreía, juro que me alegraba la vida o me la desordenaba, no sé.»
NOS LEEMOS LA PROXIMA SEMANA