La última campaña de EPN

La última campaña de EPN

Y nadie lo tomó en cuenta, menos aún le creyó. Así fue lo que podemos considerar la última campaña mediática de su sexenio del ya salido en los hechos Presidente de la República, Enrique Peña Nieto. Eso es lo que concluimos después de escuchar y ver la andanada de spot televisivos y radiofónicos alrededor de su sexto y último informe de gobierno.

Con esa asumida actitud triunfante y de balance positivo no obstante los resultados evidentes y presentes entre los mexicanos, Peña Nieto reitera su percepción fuera de la realidad, distinta a la que realmente prevalece, enfermiza, que ya no preocupa a nadie pues ya se va.

Su último slogan de “unidos haremos que lo bueno siga contando”, quiere referirse a lo que supuestamente sobresale de su gestión y trascendería a lo que viniese. Aunque no lo dice así, para él esto se expresa en las llamadas “reformas estructurales”, que es bien sabido que todas ellas irán cayendo poco a poco hasta quedar revertidas. No podemos olvidar que son la expresión mexicana al modelo neoliberal, considerado como fracasado por el presidente electo.

En igualdad de actitud y postura se mostró Peña Nieto en el faraónico acto en Palacio Nacional donde rindió ante un zalamero auditorio su sexto informe de gobierno. Persistió en mostrarse como cabeza de una gestión de resultados positivos, cuando los resultados electorales del pasado primero de julio dijeron otra cosa.

Acepta que no resolvió el clima de violencia e inseguridad que priva en el país y que a pocos meses de la entrega de la administración siguen registrándose muertes y asesinatos ligados al crimen organizado, sin rasgos efectivos de contención. Esto sin duda será una nefasta herencia para el nuevo gobierno, el cual no podrá revertir por arte de magia.

Asimismo, Peña Nieto sigue insistiendo en la postura de Murillo Karam para tomar como válida la “verdad histórica” en el caso de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero. Los padres de los alumnos que siguen en movimiento, los organismos internacionales y nacionales que participaron en las indagatorias dicen otra cosa. Con todo esto sigue sin entender que este será un estigma más de su gobierno, siempre identificará negativamente su gestión.

La corrupción ha estado presente en los gobiernos del PRIAN, no para considerarlo como una expresión cultural de los mexicanos, como alguna vez señalaría Peña Nieto, pero lo que es singular en este sexenio es que llegó a su clímax, al igual que la impunidad, lastres que llegaron a la cúpula misma del gobierno, como lo mostraron los casos de la Casa Blanca y la de Malinalco.

Y todavía se atreve a afirmar que deja el país mejor que como lo recibió hace seis años, señalando que hay “estabilidad económica, política y social”. Si bien hasta ahora le ha ayudado la transición tersa que se ha dado, no quiere decir que las cosas estén bien y haya satisfacción en los mexicanos o seguridad y confianza en la vida que llevan en el presente. En todo caso le apuestan a lo que podría venir, pues está claro que no que no han perdido es la esperanza.

No sólo lo anterior, con desfachatez se atreve EPN a mencionar que el cambio impulsado en su gobierno “afectó añejos privilegios”. Para qué decir lo anterior, cuáles fueron, pues corresponde al mismo grupo que se ha enriquecido y beneficiado de los distintos grupos que se han empotrado en el poder. En esa tónica grandilocuente menciona que se quedó en el 97 por ciento del cumplimiento de los compromisos presentados durante su campaña. Quién se acuerda de eso, quién le puede decir que de lo hecho predomina lo que fue benéfico para la mayoría de los mexicanos. Por ejemplo, se enorgullece del Pacto por México, que habrá sido un efectivo proceso de concertación interpartidaria, al grado de envolver y hacer supeditar al sistema al PRD, pero su aplicación no quiere decir que fue popular ni de real beneficio social.

Con todo esto, la última campaña mediática de Peña Nieto fue un gasto inútil, pues no tuvo el efecto que hubiese deseado su impulsor, o a lo mejor ya ni siquiera le interesó, al fin y al cabo, las cosas ya están consumadas.

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Daniel Carlos García

Aguascalentense de nacimiento, comunista por convicción y médico por estudios en la UNAM. Militante activo de la izquierda marxista desde la década de los 70’s; fue miembro y dirigente de los partidos: PCM, MAUS, PSUM, PMS Y PRD. Periodista por vocación y colaborador de diversas publicaciones. Ha escrito diversos libros, entre ellos: “Fulgor rebelde. La guerrilla en Aguascalientes”, “El perredismo en Aguascalientes” y el “Diccionario de la Izquierda en Aguascalientes”, “Historia y situación del cooperativismo en el DF” y “Las mujeres en la Revolución Mexicana”. Fue Director de Capacitación para el Empleo del Gobierno del Distrito Federal (2000-2005); asesor del Srio. de Gobierno del GDF y Director de Estudios y Estadísticas del Trabajo (GDF 2007-2012). Actualmente es Gerente de Saludo en CENFES, AC, así como organizador y dirigente del Movimiento Comunista Mexicano (MCM).

Daniel Carlos García

Aguascalentense de nacimiento, comunista por convicción y médico por estudios en la UNAM. Militante activo de la izquierda marxista desde la década de los 70’s; fue miembro y dirigente de los partidos: PCM, MAUS, PSUM, PMS Y PRD. Periodista por vocación y colaborador de diversas publicaciones. Ha escrito diversos libros, entre ellos: “Fulgor rebelde. La guerrilla en Aguascalientes”, “El perredismo en Aguascalientes” y el “Diccionario de la Izquierda en Aguascalientes”, “Historia y situación del cooperativismo en el DF” y “Las mujeres en la Revolución Mexicana”. Fue Director de Capacitación para el Empleo del Gobierno del Distrito Federal (2000-2005); asesor del Srio. de Gobierno del GDF y Director de Estudios y Estadísticas del Trabajo (GDF 2007-2012). Actualmente es Gerente de Saludo en CENFES, AC, así como organizador y dirigente del Movimiento Comunista Mexicano (MCM).

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