El poder invisible
Era el mes de Marzo, el año era el XVIII, el siglo XXI después de Cristo. Padre e hijo discutiendo sobre sus interpretaciones del poder y su relación con la sociedad. Los alimentos se sirvieron y el humo seguía alzándose camino a ninguna parte, cuando aquél diálogo se iba convirtiendo en una acalorada discusión; el padre exclamó:
-¡Quien no tiene dinero ha fracasado porque lo digo yo, el mundo y la realidad!, un hombre debe tener dinero para no ser una persona débil y sin poder en este mundo, eso inclusive ocasiona que no tengas mujeres.
El hijo visiblemente perturbado ante semejante afirmación del padre sobre su pobreza económica y sexual, tardó unos segundos en acomodar sus ideas y contestó con vehemencia:
– El poder no sirve de nada si se usa para aplastar a otros; la tendencia de la naturaleza es destruir lo que crea. El poder es parte de la naturaleza. Del mismo modo que podemos afirmar que el universo tiene un principio en sí mismo que lo lleva a destruirse; las estrellas mueren y al tiempo dejarán de brillar; así, el poder nos destruye como especie, es una fuerza ingobernable y destructora para el ser humano.
Entonces el padre después de un silencio prolongado increpó:
-El poder ha estado durante la historia de toda la humanidad, es necesario para la organización y evolución de la especie. El poder está en cada monumento y magna obra que los humanos hacen para recordar su grandeza, el poder nos permite sobrevivir.
El hijo atendiendo la anterior afirmación contestó:
– “Las ideas duran más que el mármol”; el olvido es una condena para quienes que no enaltecen al ser humano sobre el que aplican el poder.
Mientras más terrible es el legado de cualquier gobernante tirano, más anhelará un poco de dulce olvido ¿Quién quisiera el puesto de ser el hombre más maldito de la historia? El poder es esa estructura invisible, ese mando avalado, las funciones de un cargo, el seguir órdenes en un trabajo sin pensar como en su tiempo muchos nazis; la vida tiene que ser algo más que una relación con el poder, ¡por Dios, por lo menos lee a Kakfa!
El hijo después de no encontrar respuesta alguna prosiguió:
-El poderoso no trasciende a menos que haga a los demás poderosos, es la terrible ceguera del poder. Si el poder nace y termina en una persona, jamás superará sus límites, su mismo poder. Parece que la imposición, la guerra y la violencia en la especie, son la regla; es la animalidad perpetua de la especie, destruir y despreciar lo débil, lo que está incrustado en su espíritu, sus principios para la auto-destrucción.
El padre respondió furibundo:
-El poder se conquista, y la conquista de lo que sea, engrandece al ser humano.
El hijo prosiguió aparentemente imperturbable su discurso sobre el poder.
-En tiempos donde la fortaleza no se entiende como una virtud, sino como un reflejo de la abundancia económica; las virtudes cardinales desde la antigüedad que eran: justicia, templanza, sabiduría, fraternidad; quedan reducidas al tener o no dinero. Eso, es ser miserable, no poderoso.
El poder se convierte de una forma no consciente controlar el mismo objeto fetiche, y a eso dedicar tu vida.
El hijo concluyó su discurso después de que el padre parecía no escucharle.
-Nos guste o no, el poder en estos días se reduce a mandar y explotar. Los poderosos de estos días no se dan cuenta que a quien deben vencer es a sí mismos; a la profunda negatividad que ocasiona al humano la facultad de mandar al semejante, el sentirse especial a sabiendas que también ellos morirán; su profundo egoísmo y desigualdad material que los distingue de los demás en el mundo, es lo que la especie debería abatir como fin colectivo, no envidiar cual borregos la búsqueda hedonista del placer otorgado por el dinero.
-Los poderosos estos días, siguen hablando de acción, de negocios, de emprender, de vender, de consumir, de saber invertir, hablan de todo menos de poesía, arte, filosofía, literatura; vivimos en tiempos de actuar y no pensar. Se necesita un regreso a la filosofía, un regreso a cuestionar y enfrentar tantos poderes invisibles que rigen nuestra vida, el principal de estos poderes es el consumismo que nos consume junto con el planeta.
El hijo aún pronunció unas últimas palabras aquella luminosa tarde.
Talvez Unamuno a quien supongo no lo conoces, tenía razón – «El hijo siempre nace en protesta al padre, como la Reforma al Catolicismo».
La cena se enfrió.
[amazon_link asins=’B00TSA8XPC,0140280197,B00841YEE0,6073116292,849417410X,0998013080,1603740775,6074572194,8416233985,9685368309′ template=’ProductCarousel’ store=’200992-20′ marketplace=’MX’ link_id=’fc037613-c446-11e8-ab60-d788c58f0ee1′]