Libertad en ruinas

La estatua sigue en pie a pesar de la grieta que ya se ha formado. Detrás de su imponente silueta la muerte observa paciente, sabiendo que el derrumbe es solo cuestión de tiempo. No hay coloso eterno, ni imperio indestructible. Todo aquello que alguna vez brilló, tarde o temprano se apagará.
Estados Unidos enfrenta su propia erosión. La economía se tambalea bajo el peso de una deuda insostenible. La política se pudre en manos de la división y el caos. La sociedad se fragmenta entre promesas rotas y un futuro incierto. La brecha entre quienes ostentan el poder y quienes luchan por la libertad se ensancha cada día. El sueño americano, antes un ideal alcanzable, ahora es solo un espejismo para muchos.
El declive rara vez se anuncia con estruendo; más bien avanza en silencio, disfrazado de normalidad. A simple vista, todo parece intacto, pero basta mirar con atención para notar las grietas. El “legado de grandeza” se sostiene más por la nostalgia que por la realidad.
La antorcha aún arde, pero su luz palidece. La inscripción en la tablilla sigue intacta, sin embargo, el significado de sus palabras se desdibuja.
Cada gran civilización ha creído que el esplendor sería eterno, hasta que el polvo cubrió sus ruinas. La pregunta no es si la caída llegará, sino cuánto tardará en ser evidente para todos.

La fotografía la tomé el 11 de marzo de 2025.
Más allá de la mirada: Cuando se inauguró en 1886, la Estatua de la Libertad simbolizaba la bienvenida a los inmigrantes que llegaban en busca de un futuro mejor. Hoy, su imagen se enfrenta a un dilema: ¿sigue siendo un faro de esperanza o se ha convertido en un monumento de lo que alguna vez fue?
mariogranadosgutierrez@outlook.com