Con un poco de elegancia,
cuatro onzas de valor,
dos tazas de prestancia,
medio vaso de calor.
De figura, suficiente,
de amor, va medida al gusto,
de cariño, el más ardiente
mas que el gesto no sea adusto.
Comprensión, mejor que sobre,
dos puños de lealtad,
de rencor que sea pobre,
amasando con bondad.
Añadir, de ser posible,
bueno el porte y gran figura,
una mente no legible
y ademanes de finura.
No olvidar la suspicacia
y el sin par sexto sentido;
salpicar de aristocracia,
¡ah!, y humor indefinido.
Se decora con ternura,
abnegación obligada;
y entrega con premura,
fortaleza asegurada.
Por belleza no te apures,
ella viene en refilón;
atracción no la mensures,
valentía por millón.
cocinada a fuego lento
lentamente y a placer;
La receta es un portento…
¡Hizo Dios a la mujer!