NUEVO PROCESO ELECTORAL
Inicia el nuevo proceso electoral federal 2021, con concurrencia de una buena parte de elecciones estatales…(quince gubernaturas y treinta Congresos) pero sin partidos políticos, no porque no existan éstos de manera formal y con registro, sino porque prácticamente todos se encuentran diezmados, pulverizados y en crisis, incluido el predominante, dígase Morena.
Quizá como nunca, vivimos una crisis de partidos y del sistema formado por estos, que han provocado dinamizar con lentitud un contraído proceso democratizador en el país, frustrarlo, donde las fuerzas políticas organizadas debieran ser las garantes de la acción política plena. Pero no es así, al contrario.
Los responsables de esta situación son las propias cúpulas de los partidos, las cuales se han encargado de atizarle el fuego del desprestigio; para pervertir la acción política, desnaturalizándola; anteponer el interés personal sobre el colectivo; corromper y corromperse; olvidarse de los principios y las lealtades, para caer en lo que ahora se conoce como el chapulineo, además de no cumplir las promesas y olvidar a quienes los llevaron donde están.
También han rebajado sus dirigencias, colmadas ahora por cuadros políticos incultos y con poca preparación, del tamaño de la actitud contestataria que hoy los caracteriza, donde no hay debate, si en cambio denostación y juego sucio. Por algo ahora la mayoría de la gente no conoce quiénes son los dirigentes de los partidos, si no, pregunte y lo corroborará.
En Morena cunde lo patético. Más que virtud democrática se convierte en una verbena frívola el hecho que en el proceso para definir su presidencia y secretaría general, se hayan registrado 52 y 54 aspirantes respectivamente, en un procedimiento ya de por si cuestionable por el involucramiento estatal a través del INE y de la contratación de una empresa encargada de hacer la consulta pública para ubicar como dirigentes a los mejor ubicados en la misma.
Quede quien quede, tampoco habría seguridad de que abordará con responsabilidad la precaria situación interna, la endeblez orgánica y la unidad interna. Falta cohesionarse en lo político, sin que ello implique depender de un guía espiritual en mucho mesiánico.
Morena que es un partido-movimiento, inacabado y amorfo, debiera estar a la altura del gobierno que presiden o de la mayoría que tienen en las Cámaras, pero hasta ahora han quedado chicos. Lo paradójico es que siguiendo el dicho popular de que, “en tierra de ciegos el tuerto es rey”, para el año que vienen, ante la flaqueza de opciones opositoras, es factible que surja como triunfador, lo que no se podrá ver como mérito de ellos.
Esto porque después de Morena, los tres partidos opositores más importantes, dígase PRI, PAN y PRD, se encuentran mal y de malas. No tuvieron la capacidad de aprender de la derrota del 2018 adoptando una postura autocrítica. Lo han demostrados sobradamente en la forma como operan como oposición. No quieren ver el pasado y avanzar de sus propios errores, piensan que deslindándose ahora de sus cuadros y dirigentes hundidos en actos de corrupción (que espero terminen en la cárcel), se limpiarán de la suciedad que los inunda. El pueblo no es tonto y les pasará la factura en el 2021. Al tiempo…
Aunque estoy convencido que Movimiento Ciudadano no dará un salto como ellos esperan, por lo menos hasta ahora son más audaces, aunque no dejan de ser un partido conservador, de derecha capitalista, que no podría ser opción para la izquierda y el cambio. Han decidido ir solos, sin alianzas, para medir fuerzas y cumplir con su objetivo de encabezar una alianza opositora para 2024 con Enrique Alfaro a la cabeza, aunque éste vaya error tras error en su gestión en Jalisco. Pero han logrado tejer algunos esfuerzos interesantes, como el de los exfuncionarios de Salud, que han contrapuesto una visión distinta a la oficial. Sin embargo, nada de esto les va a dar, insisto, los mexicanos ya no olvidamos ni queremos volver al pasado.
El resto de los partidos, incluido el PES (Verde y PT), vive al amparo de una alianza no con Morena, sino con el Presidente de la República, en un mercantilismo político para sobrevivir en lo político, lo cual tampoco es bien visto por la gente. No hay que olvidar al primer partido citado, que acaba de recuperar su registro, después de perderlo en un proceso donde participó en la alianza ganadora. Los electores no se fueron con la finta.
De esta manera, el proceso electoral del 2021 no será de partidos, sino de candidatos y de las plataformas que puedan plantear éstos.
