REGINA DÍAZ CERVANTES 1/2

REGINA DÍAZ CERVANTES 1/2

Como usted sabe, frecuentemente (por no decir que siempre) los medios de comunicación destacan los logros de deportistas mexicanos en el extranjero. Considere, por ejemplo, el caso de Hirving El Chucky Lozano, que salió de nuestro futbol llanero a jugar en el neerlandés PSV Eindhoven, y de ahí al italiano Nápoles. Desde entonces los noticieros y los programas deportivos lo han seguido casi en un marcaje personal: los millones de euros en que fue comprado, los minutos que jugó, o si el profe no lo convocó, ¿metió gol, asistió en alguna anotación? ¿Se lesionó? ¿Lo van a cambiar de equipo?, y un torrente de información inútil, pero entretenida. Ahora resulta que alguno de los canales de televisión por cable (ahora sólo los valientes; los mártires, ven televisión abierta) transmite partidos del futbol griego, y todo porque el guerrerense Orbelín Pineda juega en uno de los equipos atenienses.

Así ha ocurrido desde que Hugo Sánchez abrió las puertas de Europa, desde el Real Madrid. Lo mismo sucede con el béisbol, y esporádicamente con algún otro deporte, el box, el golf, y a últimas fechas, con Sergio Pérez en el automovilismo, etc.

Otro tanto acontece con los denominados artistas, hechos y desechos por la televisión, las disqueras y banalidades que los acompañan. En las secciones de espectáculos se siguen las andanzas de estos personajes, quien se acostó con quien, quien se divorció, donde se viste, a quien vio, qué dijo, etc. En el caso de los deportistas, está bien. Me parece perfecto que traigan divisas al país, pero señora, señor: no deja de tener una buena dosis de intrascendencia, porque ha final de cuentas no son actividades que nos enriquezcan como personas. En cuanto a los llamados artistas… Bueno, cada uno pierde el tiempo como quiera. Pero hay otras actividades más, digamos, sustanciosas, en las que también destacan mexicanos, y que prácticamente pasan desapercibidos. Pienso en quienes participan en olimpiadas de conocimiento, o sobresalen en los ámbitos de las ciencias, las tecnologías, las artes.

En fin. Esta situación pone de manifiesto el nivel cultural general del país; del grueso de la población, que vuelve relevante lo que no lo es, e interesante lo insulso, y por desgracia es obvio que no cambiará en el corto plazo. Como sea, escribí lo anterior porque ahora, a contracorriente de lo anterior, quiero platicarle de una muy joven ballerina -16 años- de ballet clásico que, estoy seguro, brillará intensamente en el futuro próximo, más de lo que ya lo hace.

Me refiero a Regina Díaz Cervantes, a quien conocí hace unos meses en la Universidad de las Artes, mientras ella, su madre y una hermana, paseaban por el lugar. Gracias a su tesón; a su convicción de alcanzar la meta deseada, y a una serie de eventos muy afortunados, actualmente cursa el segundo año de la carrera de bailarina de ballet en la “Académie Princesse Grace” de Mónaco, en la mediterránea ciudad de Monte Carlo.

Regina me contó su historia, que en términos generales comparto ahora con usted. Quizá alcance su admiración, tal y como logró la mía.

Las escuelas del Instituto Cultural de Aguascalientes, y muchas otras privadas, están llenas de estudiantes que son acercados por sus padres, deseosos de que sus hijos hagan algo más productivo que ver televisión o perder el tiempo con los ingenios electrónicos, o a manera de complemento de sus estudios formales, como la práctica de algún deporte, o posiblemente porque les ven alguna aptitud, digamos, para dibujar, para tocar la guitarra, para bailar, etc., y entonces los encaminan para darle cauce a esta habilidad.

Pero también los hay como Regina, que desde muy pequeños dan muestra de una determinación casi adulta, que los impulsa a transitar por un sendero formativo, en este caso el de la danza clásica, que inició en los talleres libres, para luego pasar a la Universidad de las Artes, ya con la convicción de convertirse en una bailarina profesional y de poner sus días, su vida, sus esfuerzos cotidianos, al servicio de esta meta.

Aquí ocurre algo, digamos, tan extraño como excepcional, porque resulta que los estudios formales de licenciatura en danza clásica en la Universidad de las Artes se inician prácticamente al mismo tiempo que se estudia la primaria, de tal manera que los egresados se licencian cuando el adolescente promedio estudia el bachillerato, más o menos. Esto último es así porque el ingreso a la licenciatura ocurre de entre los nueve años y hasta los trece. Pero, además, los aspirantes deben tener dos años de preparación para ingresar, por lo que a final de cuentas son 16 semestres de estudios, ¡ocho años!

Esta situación obedece al hecho de que es en esa edad cuando se tiene el cuerpo susceptible de moldearse de acuerdo con las exigencias de la danza… Hay ejercicios que ya a los 15 o 20 años no se pueden hacer si no se comenzó con la, digamos, educación de los músculos, a temprana edad, su adecuación a las exigencias de la danza, una disciplina artística que requiere de una gran condición física, desarrollo muscular y una gran flexibilidad, características que deben cultivarse en la niñez, porque de otra forma los músculos van perdiendo estas cualidades. Si me permite, es como cuando un bebé, que puede llevarse el pie a la boca con una gran facilidad. Con el crecimiento esto termina por ser imposible. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con quien toca el piano o el violín, concretamente con la musculatura de la mano, y en particular de los dedos, que deben desarrollar una gran capacidad y rapidez de movimiento. Pienso, por ejemplo, en el denominado Estudio Revolucionario de Chopin. Escúchelo y verá a qué me refiero (La versión de Valentina Lisitsa es soberbia). (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a carlos.cronista.aguascalientes@gmail.com).

Carlos Reyes Sahagún
Carlos Reyes Sahagún

Profesor investigador del departamento de Historia en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Cronista del municipio de Aguascalientes.

Carlos Reyes Sahagún

Profesor investigador del departamento de Historia en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Cronista del municipio de Aguascalientes.

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