Tropa de héroes: épica patriotera bien realizada
Épica de militares al talante de producciones hollywoodenses, “Tropa de héroes” (12 Strong, 2018), desentierra una acción inmediata al 9/11 para levantar ánimos. Sin ocultar el ensalzamiento a los soldados que cumplieron aquella misión, cumplimentado con monumento, estipula conmociones patrioteras de estadounidenses, dispuestos a desagraviar el golpazo contra las torres del WTC y el Pentágono.
La tranquilidad de un batallón que planeaba asentarse en suelo de su país es rota por los ataques. El concepto de los productores pasa por las prioridades de los soldados, ir contra el enemigo, la nación antes que la familia, ya habrá tiempo para el reposo de los guerreros.
Se exalta la capacidad de los integrantes del pelotón, los “doce fuertes” del título en inglés, sus conocimientos de idiomas de naciones asiáticas y rusas, su arrojo aún sin saber a dónde volarán, su apego para con su capitán, Nelson (el fortachón Chris Hemsworth).
Acorde con los tiempos, el batallón es un conglomerado, conun latino y uno o dos afroamericanos, más de un veterano; y su alianza en Afganistán es con generales contrarios a Talibanes, Bin Laden y Al Qaeda, y persuadidos de luchar contra el mal.
Los guionistas de “Tropa de héroes”, Ted Tally y Peter Craig, encrespan al personaje de Hemsworth (al fin, super héroe en otras películas) capaz de proponer que tomará el enclave en tres semanas, lejos de conocer parajes y contrincantes a quienes encarará, para satisfacción de sus superiores.
Lo que hizo celebradas las hazañas de este grupo, se repasa a manera de un western, ayuda que sea a caballo (como dicen sucedió); en lugar de piel rojas o nativos de Norte América, los villanos se encarnan en un general con pinta rasputiniana, barba y pelo negros, mirada turbia, réplica de la figura que han pintado de Bin Laden, para ahondar esa maldad y fanatismo de la cual deben rescatar.
Los combates cooperan a la mirada de valentía excesiva planteada: en la secuencia decisiva, pocos contra muchos, en terreno contrario, heridos y muertos inocentes; con la tensión de la posible derrota, el abandono de los aliados, la superioridad de los contrarios en el armamento.
Haciendo a un lado las exacerbaciones pro yanquis, la reproducción de la incursión llena la pantalla, va en consonancia con los objetivos de la película, se centra en el lado estadounidense; en las tácticas y avances, en la amistad que aflora entre los doce y los afganos buenos. El montaje tiene precisión en lo que narra, en el paso de los días y los enfrentamientos, con punto álgido en la inmolación trucada de rendición y en la aparatosa batalla final.