Tully, una parte de mi con Charlize Theron

Tully, una parte de mi con Charlize Theron

Diablo Cody en el guion y Jason Reitman en la dirección repiten su alianza por tercera vez con Tully, una parte de mí (Tully, 2018), y por segunda ocasión con Charlize Theron en el papel protagónico.

Esta trilogía coincidente, no planificada en el origen, empezada con Juno, crecer, correr y tropezar (Juno, 2007), continuada en “Young adult”, 2011, respira a través del conflicto de una mujer en cada caso, en escalera progresiva, saliendo de su adolescencia, en la treintena y ahora avanzando los cuarenta.

Un lazo con Juno está en la inminencia a ser madre, aquí del tercer hijo, lo cual aprieta más; y con Mavis, la adulta joven escritora, en lo que concibe por intermedio de la heroína en sus libros; y la vereda a la recomposición de lo cotidiano, a percatarse de las bondades de sus costumbres y familia.

Guionista y director destilan los ejes del drama, pronuncian discrepancias del matrimonio de Marlo con su hermano y esposa jactanciosa, porque a estos los negocios les han enriquecido. Le giran a la recepción de una posmoderna hada hippie o nana novelesca, cuajada de atributos, adicional a lo guapa, la Tully del título, con el debido refuerzo de que si estuviéramos en el género del terror la intromisión saltaría a especular en las maldades y turbulencias por serpentear.

Los sinsabores que atosigan a Marlo (Ch. Theron, fortachona y con kilos extra para sumirse en el papel) ante el arribo del nuevo bebé, son reproducidos a velocidad para agudizar los agobios, sus desvelos, las mudas de ropa, la efusión de la leche materna; multiplicado con la carga de Jonah, el hijo menor, raro, rechazado en el jardín de niños (los diálogos con la superiora de la escuela son un compendio de lo que padecen las mamás con hijos diferentes o inadaptados, o la correspondencia con los despidos del trabajo).

https://youtu.be/XNH9EAowFoM

En las vicisitudes de ella trepidan las de mujeres que ven escurrirse sus existencias, en una familia y relación no soñada, con un esposo embebido en video juegos previo a dormir; o lo infructuoso de su licenciatura en Letras Inglesas para el empleo que tiene, los deseos de tornar al barrio donde pasó sus mejores días, volver a estar con su amiga íntima, vestirse el uniforme de mesera.

Reitman y Cody relucen a Tully (Mackenzie Davis) desde que abre la puerta, con su frescura, sonrisa y facha, quien liberará a Marlo de sus pesares, le permuta el humor, le hará ver el entorno con ojos nuevos; llega a cuidar del nene, pero se hace cargo de ella, y del resto de la familia. La saca de su vacío, las conversaciones entre ambas son diáfanas, Tully tiene respuesta y frases a propósito de cualquier punto. Superada la desconfianza es como si Marlo hablará con alguien que quisiera ser, con ella a esa edad.

Esta y otras pistas sueltas -como el fugaz saludo con la amiga y las miradas que cruzan; o cuando llevan los muffins al colegio y Jonah dice los horneó su mamá; o la mañana después en que el esposo comenta lo sucedido en la noche; y el despertar con la bocina al lado y el sonido del bebé al otro lado; así como las canciones que escuchan cuando van rumbo a Brooklyn (de Cindy Lauper)- tomarán sentido cuando en el hospital piden sus datos y el marido los dice.

Son puntos a favor de los creadores de Tully, en esa dosificación para remolcar la dificultad de ser madre con la felicidad de encontrarse a sí misma, y el conspicuo desenganche, el dejar ir, en ese íntegro vuelco (donde las escenas repetidas podrían haberse soslayado, así algunos espectadores las necesiten para clarificar.)

http://www.cineforever.com/2010/08/06/charlize-theron-sus-peliculas/

 

Leopoldo Villarello Cervantes

Leopoldo Villarello Cervantes

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