El Voto útil

El Voto útil

Relativamente lejos están ya las elecciones presidenciales del 2000, cuando el voto útil coadyuvó a llevar a Vicente Fox a la Presidencia de la República. Entonces, básicamente de un sector (yo diría deslavado ideológicamente) de la izquierda, surgieron voces que llamaron a votar por el candidato panista, en el objetivo de promover la alternancia y sacar del Ejecutivo federal al PRI. Se calcula que fueron ochocientos mil votos que se obtuvieron por esa vía, cifra evidentemente nada desdeñable.

Para decepción de quienes creyeron en esa postura, salvo la alternancia formal, no sucedió nada diferente (salvo la frivolidad de Fox). El modelo económico fue el mismo y en lo político hubo rasgos de mayor conservadurismo, divorcio de la tradicional política exterior (comes y te vas). En suma, se dio la continuidad de los regímenes priistas neoliberales.

Ahora el candidato panista Ricardo Anaya ha vuelto a plantear la necesidad de recurrir al voto útil, en el objetivo de sumar sufragios para ganarle a López Obrador el primero de julio. Incluso se habló de que se había reunido con Enrique Peña Nieto para promover la declinación de José Antonio Meade a su favor, versión que al final no pudo ser confirmada, al igual de la reunión con parte de la cúpula empresarial, la misma que financió la guerra del miedo en las elecciones del 2006.

Se haya comprobado o no la realización de estas secretas reuniones, es factible que haya habido éstas u otras, al amparo de darle salida a un hecho real: el debate no pudo parar el ascenso en las preferencias electorales de López Obrador, sin vislumbrarse hasta ahora que vaya a cambiar el escenario electoral.

En cuanto a los intentos de Anaya para sentar a Meade a su favor, se puede llegar a la conjetura de una negativa del grupo en el gobierno, no porque crean que aún tienen posibilidades, sino porque la trayectoria y evolución del candidato panista no les garantizan que vaya a cumplir con sus compromisos. Muestras hay varias para concluir lo anterior.

Hay como llegó Anaya a la presidencia del PAN, al amparo del anterior Gustavo Madero, a quien sin más desplazó de la coordinación parlamentaria en la Cámara de Diputados, para evitar que desde esa posición le hiciera contrapeso. Lo mismo ocurrió con el calderonismo, hasta obligar a Margarita Zavala a salirse del partido. Igualmente podemos afirmar de la evolución política seguida, donde no hay posturas firmes sino intereses personales los cuales han dictado su proceder. Es pues un tipo poco confiable.

En cuanto al llamado del voto útil no hay asidera de su parte. Su único argumento es evitar que llegue a la presidencia López Obrador, pero voltea la vista a aquellos que también ha atacado, con quien mediáticamente se ha diferenciado y vergonzantemente no acepta que su candidatura representa la continuidad del régimen y del modelo económico y político seguido desde hace casi cuarenta años.

No hay entonces de donde tomar los votos que le faltan para competir y disputar realmente el triunfo el primero de julio. De esta manera es previsible que seguirá recurriendo a la denostación, la mentira, la guerra sucia y el fomento del miedo para avanzar y bajar los niveles alcanzados hasta ahora por López Obrador.

El problema para él y el frente que representa, es que quedan menos de dos meses para el día de la jornada electoral. También olvida que el voto duro en el año 2000 correspondió a un movimiento gestado desde meses antes, generado no desde arriba, sino de cuadros de la izquierda de distintos tiempos, que influían en algunos medios y sectores. Hoy no hay eso ni creo que lo habrá, y si se fomentará, ya sería a destiempo para lograr los mismos resultados que hace 18 años.

Para mi gusto, lo que queda es trabajar la franja cada vez más reducida de indecisos y no sólo por Ricardo Anaya sino por todos los candidatos presidenciales. Afortunadamente, en este proceso se prevé que la participación será mayor, disminuyéndose el porcentaje de aquellos que siempre deciden no votar, la ultra entre ellos, que como siempre, siguen escupiendo al techo para que su saliva les caiga en la frente.

Daniel Carlos García

Aguascalentense de nacimiento, comunista por convicción y médico por estudios en la UNAM. Militante activo de la izquierda marxista desde la década de los 70’s; fue miembro y dirigente de los partidos: PCM, MAUS, PSUM, PMS Y PRD. Periodista por vocación y colaborador de diversas publicaciones. Ha escrito diversos libros, entre ellos: “Fulgor rebelde. La guerrilla en Aguascalientes”, “El perredismo en Aguascalientes” y el “Diccionario de la Izquierda en Aguascalientes”, “Historia y situación del cooperativismo en el DF” y “Las mujeres en la Revolución Mexicana”. Fue Director de Capacitación para el Empleo del Gobierno del Distrito Federal (2000-2005); asesor del Srio. de Gobierno del GDF y Director de Estudios y Estadísticas del Trabajo (GDF 2007-2012). Actualmente es Gerente de Saludo en CENFES, AC, así como organizador y dirigente del Movimiento Comunista Mexicano (MCM).

Daniel Carlos García

Aguascalentense de nacimiento, comunista por convicción y médico por estudios en la UNAM. Militante activo de la izquierda marxista desde la década de los 70’s; fue miembro y dirigente de los partidos: PCM, MAUS, PSUM, PMS Y PRD. Periodista por vocación y colaborador de diversas publicaciones. Ha escrito diversos libros, entre ellos: “Fulgor rebelde. La guerrilla en Aguascalientes”, “El perredismo en Aguascalientes” y el “Diccionario de la Izquierda en Aguascalientes”, “Historia y situación del cooperativismo en el DF” y “Las mujeres en la Revolución Mexicana”. Fue Director de Capacitación para el Empleo del Gobierno del Distrito Federal (2000-2005); asesor del Srio. de Gobierno del GDF y Director de Estudios y Estadísticas del Trabajo (GDF 2007-2012). Actualmente es Gerente de Saludo en CENFES, AC, así como organizador y dirigente del Movimiento Comunista Mexicano (MCM).

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