EL PODER EXPLICADO DESDE LAS NEUROCIENCIAS. EL PODER, POLÍTICO Y TAMBIÉN EL NARCOPODER

EL PODER EXPLICADO DESDE LAS NEUROCIENCIAS. EL PODER, POLÍTICO Y TAMBIÉN EL NARCOPODER

Estamos en un proceso electoral, en una lucha por el poder. El poder es un fenómeno complejo que afecta a las personas de cualquier partido; la neurociencia nos aclara que pasa en la mente de cualquier buscador de poder.

Este artículo esta tomado de un capítulo adicional que he agregado a mi libro “Antropología simbólica y neurociencia” publicado por Anthropos y la UAM y que está en procesos de impresión. Los fenómenos mentales aquí descritos tienen siglos o milenios en los procesos cerebrales de los buscadores de poder.

El poder es un fenómeno social muy complejo y en él intervienen varios objetos que interactúan entre sí. Puedo mencionar 8 de ellos: el control de las fuentes de energía, el control de las organizaciones, el ejercicio de la fuerza y la violencia, el dominio de las instituciones, el carisma individual, la capacidad organizativa, el poder compensatorio, la ideología (parte de la cosmovisión que legitima a un poder) y el acondicionamiento de la mentalidad del sometido o sea, sus hábitos sociales. Todos aquellos que pasan por un sistema de comunicación y el control de la misma.

Pero, en esta REFLEXIÓN, me quiero concentrar en la relación que hay entre el poder y mentalidad, Es decir, lo que nos dicen las neurociencias sobre lo que sucede en la mente del dominante y del dominado.

Sólo hasta la última parte del siglo pasado a través de la resonancia magnética, se pudo conocer lo que sucede en el cerebro al ejercitar o padecer o aceptar un poder. Para ello seguiré un libro de un neurocientífico francés, en su “Biologie du Pouvoir” (Biología del Poder), Odile Jacob, Paris 2018. Hay poca literatura que yo he encontrado, y que trata directamente este tema, Así es, que me concentraré en una parte de Jean Didier Vincent. La presentación de ese libro es muy personal y trata de seguir la lógica de mi propio análisis, pero no la secuencia del libro. Daré mis opiniones personales y lo haré notar cuando éste sea el caso.

El libro no se refiere al narcopoder, pero para mis análisis, es evidente que los jefes y jefecillos de los carteles criminales, tienen procesos muy neurológicos similares a los descritos por el libro mencionado. Hay que señalar que en las organizaciones de cualquier tipo (sociales, educativas, de salud, políticas, empresariales etc.), hay una lucha por el poder que tiene procesos mentales similares.

El libro tampoco hace referencia al poder y a la lucha por el poder en el interior de las organizaciones pero es evidente que el juego del poder es muy importante en ellas y o eso los análisis neurocientíficos sobre el poder nos ayudarán a comprenderlas mejor.

En forma sintética, Jean Didier Vincent, comienza por señalar que el sustrato neuronal del dominio se encuentra en la corteza prefrontal, la cual es clave en la estructuración de la personalidad y del estatus jerárquico; habla también de la corteza prefrontal ventromedial (o sea, la parte media baja de la corteza prefrontal), la cual nos hace conscientes del nuestro rango social; señala también que la corteza prefrontal lateral se activa con las interacciones de los personajes dominantes; se refiere a la amígdala que trabaja las emociones y por ende, interacciona con el aprendizaje de jerarquías, busca mantener la jerarquía social y participa en el aprendizaje del dominio social; con el hipocampo anterior, que no sólo juega un papel en la memoria sino también juega en la influencia subjetiva el rango social. A esto se le agregan algunos neurotransmisores claves como lo son la dopamina, la serotonina y la oxitocina, lo cual, veremos más adelante.

Como siempre lo hago, he tratado de presentar los argumentos fundamentales de Jean Didier Vincent en el siguiente esquema. Las denominaciones neurocientíficas, se explicarán a lo largo de la REFLEXIÓN.

Como todos los procesos neuronales, el poder es complejo e implica la interacción de muchos elementos entre sí. El centro es el poder y siguiendo al autor (desde mi punto de vista), en el cerebro, al efectuarse una relación de poder, interactúan 5 factores esenciales: la dominancia o condición de ser dominante, la amenaza de violencia o la violencia, la sociabilidad de los poderosos y de los dominados, la inteligencia, la estabilidad y la persuasión (el dominante y poderoso) y la necesidad de un orden social.

Presentaré caso por caso, especificando en cada uno de ellos, los elementos neurológicos que entran en juego.

DOMINANCIA.

Es la condición de ejercer el poder o de ser dominante. El poder implica no sólo hacerse obedecer sino también el hecho de ser respetado, admirado, envidiado; todo ello conduce a un placer interno que suele ser tan fuerte que Jean Didier Vincent, concibe al poder como una pasión, es decir, un apetito impetuoso, un deseo muy intenso y casi incontrolable, yo diría una droga. La explicación neurológica del fenómeno es la siguiente: en el cerebro tenemos un conjunto de estructuras cerebrales y/o de redes neuronales que forman lo que se denomina “el sistema de recompensa” o sea, mapeos neuronales que reciben información eléctrica o biológica (neurotransmisores) del cerebro y de todo el cuerpo cuando hay algo que nos causa placer y satisfacción. En el tema al que se refiere, el principal neurotransmisor es la dopamina, la cual va hacia el núcleo accumbens a el área tegmental ventral, la amígdala y el hipocampo los cuales son los principales centros del sistema de recompensa. Estas estructuras cerebrales al recibir la dopamina generan un sentimiento de placer y satisfacción que lo comunican a la corteza prefrontal que nos hace conscientes del proceso. El placer genera una emoción (amígdala) y un recuerdo (hipocampo) y esta memoria y emoción hace que, para el futuro, deseemos nuevamente este placer y satisfacción. Mientras más dopamina se genere, mayor placer que sentimos y más grande, es el deseo que tenemos de repetir el hecho. El poder genera un placer tan grande como el sexo y por lo mismo, el haber tenido la experiencia del poder que nos genera un deseo muy grande, una pasión por mantener el poder y por agrandarlo. El poder es un tipo de droga.

Para muchos seres humanos no hay límite para el poder, entre más se tiene, se quiere cada vez más y más. Desde mi perspectiva, no todos los políticos tienen una gran pasión por el poder, pero muchos sí caen y son presas de esta pasión. Todos hemos visto este fenómeno. Esto es válido para políticos de todas las tendencias políticas. Los jefes y jefecillos de los carteles criminales tienen, desde mi punto de vista, un proceso similar de placer al que sienten los políticos.

Junto con la dopamina, el poder genera otros dos neurotransmisores: la serotonina y la testosterona. La serotonina se relaciona con emociones como el sueño, la agresividad y la depresión. Pero, continuando a Jean Dididier V. al cual seguimos en esta REFLEXIÓN, la serotonina se encuentra muy relacionada con el sistema de dominancia del ser humano. Los circuitos cerebrales de la dopamina (circuito del placer) y la serotonina se observan en el siguiente diagrama que tomé del internet..

Siguiendo al libro comentado, otra hormona importante en el poder es la testosterona u hormona masculina ligada al sexo. El poder genera testosterona y ésta impulsa la búsqueda de poder. No es de extrañar que los hombres deseen más el poder que las mujeres y que los poderosos tengan un mayor apetito sexual.

PODER, VIOLENCIA Y MIEDO.

Creo que todo poder implica violencia. El poder castiga a quien no se sujeta a sus reglas. En los Estados modernos, y desde un punto de vista legal, el Estado ejerce el monopolio de la violencia y lo debería hacer sujeto a las reglas legales; la sociedad requiere orden y para lograrlo se castiga a quien no lo cumple.

Pienso que el hecho social real es que, desde el nacimiento de las sociedades, el ejercicio del poder ha estado ligado a la violencia. Los viejos reinos e imperios se basaron en el poder de un ejército y en la imposición de impuestos y rentas para mantener el poder en turno y su ejército. Siempre ha habido una ideología que busca legitimar al poder.

Hasta la edad media esta ideología solía basarse en que el poder del rey o emperador o como se le quiera dar otra nominación, provenía del más allá, de un dios o de dioses y el poderoso era su representante. Al que no cumpliese sus mandatos se le castigaba pues desobedecía las leyes divinas. Se trataba de imponer una convicción de la obediencia, pero también se imponía el miedo; si no se cumplían, se te castigaba y los castigos solían ser terribles y públicos. Hasta la fecha el poder ha estado ligado a la relación convicción-miedo.

Desde un punto de vista neurológico, el miedo proviene de la experiencia del dolor de la misma forma que el deseo proviene de la experiencia del placer. A través del cerebro y del cuerpo tenemos sensaciones y éstas se trasmiten por vías internas como sentimientos de varios tipos entre ellos, el placer o el dolor.

El dolor se percibe en el cerebro por medio de lo que Jean Didier V., denomina la “red cortical del dolor”. Ésta, está formada principalmente por la corteza cingulada anterior, la ínsula y la corteza somato sensorial. La corteza cingulada se encuentra alrededor y por encima del cuerpo calloso y forma parte del lóbulo frontal, parece un collar formado alrededor del cuerpo calloso; su parte anterior es la más cercana a la frente. La ínsula se encuentra en una cisura o sea, entre el lóbulo temporal y el parietal y tiene muchas funciones, entre ellas la del registro del dolor. El área somatosensorial primaria en la corteza humana se localiza en un giro del lóbulo parietal que es un área de recepción sensorial del tacto y por ende, del dolor. Las tres áreas perciben el dolor y se comunican con la amígdala (emociones) y con la corteza frontal, donde se toma consciencia y razón del dolor. Una vez que se siente un dolor ligado a un acontecimiento o una amenaza, se tiene el temor de volver a sufrirlo, se tiene miedo y por lo tanto se buscan comportamientos para evitarlo. Por eso, la amenaza de represión desde el poder, suele conducir al sometimiento.

Una neurona que impulsa la agresividad es la testosterona. Así, la testosterona hormona esteroide masculina, que también generan en menor escala las mujeres está asociada no únicamente al sexo, sino también al poder y a la violencia y la desconfianza.

Jean Didier Vincent, está posiblemente exagerado, pero no es falso al señalar “que la crueldad es el alma del poder”. Yo creo que casi todo el poder, aún el más justo y democrático contiene una cierta dosis de crueldad.

A esto, Jean Didier V., añade la psicopatía, la cual se refiere fundamentalmente a la crueldad. Señala que al psicópata no le interesa el dolor de los otros, aunque otros no le temen a los castigos, tienen poco control de sus emociones y son incapaces de juzgar las consecuencias de su comportamiento sobre los otros. El origen de la psicopatía es una actividad reducida de la “red cortical del dolor” y el disfuncionamiento de la conectividad de sus elementos ente sí y con la corteza prefrontal. Algunos de los poderosos de la política, de las organizaciones de todo tipo y de las empresas, padecen en algún grado, de psicopatía.

En mi opinión, creo que una buena parte de los poderosos de las organizaciones criminales y de sus miembros también padecen algún grado más o menos alto de psicopatía; el psicópata hace un uso desmedido de la relación dolor, temor y poder.

LA SOCIABILIDAD.

La sociabilidad es decir, la capacidad de ser sociable es fundamental tanto para la persona como para los procesos sociales. Lo he dicho muchas veces y lo repito, somos totalmente individuos y totalmente sociedad; no hay dos cerebros iguales, pero nuestros instrumentos de lenguaje, los instrumentos de reflexión, las creencias, la ética etcétera, los adquirimos en la sociedad en la que nacemos y vivimos. Las relaciones sociales nos son indispensables.

Ya en otras reflexiones, he analizado la sociedad y la sociabilidad, aquí y siguiendo al libro de Jean Didier V., comentado, sólo quiero presentar dos neurotransmisores esenciales: Las neuronas espejo y La oxitocina.

Las neuronas espejo existen en nuestro cerebro y nos permiten interpretar los estados de ánimo de los humanos cercanos. Sentimos dolor si por medio de nuestras neuronas espejo percibimos que otros también lo sienten, y así sucede con otros sentimientos y emociones. Las neuronas espejo son, de esta manera, básicas para comprender a los otros, para relacionarnos con ellos y para la sociabilidad en general.

Además, se encuentra la oxitocina, a ésta la denomina Jean Didier Vincent, como la hormona del lazo social y es una reguladora de la cognición social de la confianza y del control de la ansiedad y la agresividad. Aclaro que se le ha llamado también la neurona del amor ya que ella, se impulsa el amor a la novia o esposa, a los hijos, a los amigos, etcétera. Desempeña también un papel importante para regular y controlar el comportamiento.

Las neuronas espejo y la oxitocina son lo contrario a la agresión o violencia, o a la pasión por el poder. Pero el poder requiere de la sociabilidad, de un funcionamiento de la sociedad y de la aceptación del poder por la sociedad ya sea por convicción o por miedo.

Como lo indica el esquema, la sociabilidad implica también confianza, empatía y esperanza y en ello contribuyen mucho las hormonas espejo y la oxitocina.

EL ORDEN.

Toda sociedad necesita un orden. Un conjunto de relaciones y organización(es) tales, que le permitan reproducirse, evitar los conflictos y cuando estos surgen aparece el poder resolverlos. Maurice Godelier un excelente antropólogo que fue mi director de tesis doctoral en Antropología, decía con razón, que en la historia de la humanidad todas las sociedades han tenido conflictos, pero sólo han sobrevivido las que han sabido resolverlos.

Jean Didier Vincent también señala que todo poder debe establecer un tipo de orden social. Yo debo aclarar que el orden social no es un proceso que favorece a todos sino que suele ser benéfico para unos y perjudicial para otros; el poder tiene sus preferencias; pero en todo caso debe haber mecanismos para la solución de conflictos no únicamente para que la sociedad se reproduzca sino también, para que el poder se legitime y se mantenga.

Jean Didier Vincent aclara que el ser humano como individuo, tiene en su cerebro redes neuronales que le indican el sentido de justicia y que lo orientan a actuar en tal dirección. El sentido de justicia se encuentra ligado a una red de relaciones entre la ínsula, el cuerpo estriado, la corteza prefrontal lateral y la corteza cingulada anterior dorsal.

La ínsula se encuentra en una cisura o sea, entre el lóbulo temporal y el parietal, que tiene muchas funciones, pero una de ellas es que activa el sentimiento de justicia. El cuerpo estriado, se encuentra en la base del cerebro y tiene conexiones con la corteza cerebral y con otras estructuras del sistema límbico ligadas a las emociones; la corteza lateral cerebral se relaciona con la reflexión y la consciencia y la corteza cingulada anterior, ya la hemos visto, se encuentra en relación con el dolor y lo mismo el sentido de justicia. Así, el sentido de justicia liga a distintas estructuras cerebrales con la corteza cerebral y por eso el sentido de justicia es producto de una relación entre sentimientos y razonamientos y, en consecuencia, el poder influye en forma importante para configurar el sentido de justicia de sus subordinados. Yo agrego que el poder debe actuar conforme al propio sentido de justicia que él sugiere pues, en caso contrario, los conflictos pueden ser graves.

Nótese que hay una relación muy fuerte entre las estructuras cerebrales que componen la red cortical del dolor y las estructuras cerebrales que intervienen en el sentido de justicia.

Desde mi punto de vista, todo poder intenta imponer el sentido de justicia que le es propio o que le conviene pero, no siempre lo logra. La sociedad es un proceso complejo y el sentido de justicia o los sentidos de justicia provienen de su historia, de la influencia de otras sociedades y de las relaciones complejas que se viven y es por eso que el sentido de justicia tiene variantes y diversidades. Además, al poder se le suelen contraponer contrapoderes, y es así como a la lucha por el poder, se liga una lucha por el sentido de justicia.

Inteligencia, estabilidad y persuasión.

El poder suele estar ligado a un liderazgo, Jean Didier Vincent, señala que el liderazgo está ligado entre otras cosas, a tres cualidades: la inteligencia, la estabilidad de la personalidad y emocional del líder y a su capacidad de persuasión.

Desde mi punto de vista no es falso lo que señala ese autor, pero es incompleto e insuficiente. No todos los líderes son inteligentes y bien preparados. Un caso concreto y bien conocido hay día, es Donald Trump (hay muchos otros), su cultura es mediocre, su lenguaje limitado, pero tiene una alta capacidad de maniobra, de comprender las contradicciones coyunturales, los resentimientos y/o los odios de las gentes, para aprovecharlas en su favor, lo cual implica una inteligencia, pero muy puntual y parcial; no tiene estabilidad emocional y sus momentos de furia, los utiliza como mecanismos de exaltación de sus seguidores; su lenguaje simplón, es del agrado de muchos, los cuales tienen una cultura pobre y que por lo tanto, les gusta este tipo de comunicado, el cual tiene poder de persuasión.

En síntesis, la personalidad del liderazgo cuenta y es importante, pero hay que estudiarla más. Lo que vivimos hoy en el proceso electoral tiene características múltiples y complejas, pero una de las importantes es la lucha por el poder.

Juan Castaingts Teillery

Profesor Investigador UAM-I

Juan Castaingts Teillery

Profesor Investigador UAM-I

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