40° Aniversario del ICA Vaivenes de la promoción cultural enAguascalientes

40° Aniversario del ICA Vaivenes de la promoción cultural enAguascalientes

Hemos leído y escuchado no pocas críticas a la administración actual del Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA), en el sentido de que los museos están descuidados, que no hay apertura para jóvenes talentosos, que hay desorganización y muchas carencias en la Universidad de las Artes, que la dirigencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD) tomó como botín los puestos sin tener las capacidades requeridas (recomiendo texto de Jorge Terrones https://terronesjorge.com/2025/05/12/omisiones-o-misiones/), que a la gobernadora y a su partido político no les interesa apoyar las actividades artísticas y culturales, que el gobierno federal no envía el dinero suficiente y que, como consecuencia de estos males, se está perdiendo el prestigio que una vez tuvo la Casa de la Cultura y luego, desde 1985, el ICA.

El propósito de este breve artículo no es profundizar sobre el lado oscuro de este instituto, sino anotar algunos datos básicos sobre una rica e importante historia de la promoción y creación artística en Aguascalientes, a raíz del 40° aniversario de la creación del ICA. Un pasado que pesa e, inevitablemente, nos lleva a compararlo con lo que se vive en el presente. Inicio con unas notas sobre la Casa de la Cultura, antecedente fundamental para comprender al ICA.

 

Casa de la Cultura
Una casa para todos y todas

Una Casa del y para el Pueblo

El poeta Víctor Sandoval fue quien encabezó la transformación del Instituto Aguascalentense de las Bellas Artes (IABA) a Casa de Cultura en 1967. Inicialmente el edificio sede fue parte de ese cambio, debía ser más amplio como amplios eran los planes. El propósito, comentó en una ocasión Víctor Sandoval, era abrir “las puertas a toda la población con programas de trabajo muy amplios”. Fue un proyecto de “talleres más que una universidad de las artes o carreras profesionales de arte”.

La Casa de la Cultura, de esta manera, se creó con una visión popular: “desde los niños hasta los ancianos, desde los analfabetas hasta los profesionistas. Se partió “de la base de que todos, todo ser humano tiene la inquietud de la cultura artística”, por eso le llamaron Casa de Cultura, “porque es el nombre que consideramos adecuado, no le llamamos Palacio de la Cultura, sino La Casa de la Cultura, porque es la casa de todos para la cultura”, comentó el maestro Sandoval.

Don Víctor, como se le conoce, ya traía una experiencia importante a nivel nacional, pues había realizado un programa de casas de la juventud en varios estados del país, como parte de la política del Instituto Nacional de la Juventud Mexicana (INJM).

El 16 de septiembre de 1967 el gobernador inauguró oficialmente la Casa de la Cultura y hasta 1968 se hizo lo propio con el edificio, ubicado detrás de la catedral y construido en 1625 (en 1807, fue ocupado por las monjas de la Enseñanza para erigir un colegio de niñas). El apoyo gubernamental fue clave: “El profesor Enrique Olivares apoyó totalmente el proyecto. Se fue conmigo a Bellas Artes -comenta don Víctor-; fuimos a ver al director del INBA, que era José Luis Martínez. Vio el proyecto y se aprobó. Había en el país dos o tres centros culturales. Se había formado el liceo Miguel Álvarez Acosta, allá por el 54”. En Guadalajara se creó la primera Casa de Cultura, antes que la de Aguascalientes, pero con el criterio europeo de André Malraux. Este centro, según el maestro Sandoval, “era para los inmortales, para las altas figuras. Tenían sus cubículos, tipo colegio de Francia, por tal razón no funcionó. La Casa de Cultura de Guadalajara a la fecha está vacía”. Contrario al proyecto de Guadalajara, el de Aguascalientes se hizo con “sentido común, por la experiencia, conociendo la población, con la gente que uno trata”.

 

Primeras dificultades

Berard
Pilar en la enseñanza y la ejecución dancística

La creación de la Casa de la Cultura no estuvo exenta de dificultades. Una de ellas fue la resistencia de algunas personas que veían en el proyecto una especie de programa comunista para ideologizar a niños y jóvenes. El momento fue importante en México y otros países, pues era la época de las rebeliones estudiantiles de los años sesenta, la revolución cubana y los movimientos de liberación en América Latina, los grupos antirracistas y el movimiento hippy en Estados Unidos.

Víctor Sandoval y otros compañeros desde años atrás habían manifestado sus simpatías de izquierda. “En esos años todo lo que oliera a progreso o a cambio se consideraba comunistas”, recordó. Así, los integrantes del grupo tenían “el sello” de que eran “unos comunistas pervertidores de la juventud al traerles el arte y la cultura”.

Según el maestro Sandoval, su forma de pensar tuvo dos influencias: “Mi relación era muy curiosa, porque yo tenía dos grandes íconos como maestros: don Antonio Leal y Romero, que era casi Caballero de Colón, era muy católico, muy conservador; y el doctor Gallardo, que se asumía como marxista-leninista. Con ellos recibí mi educación de juventud”. El mismo gobernador, Enrique Olivares, era señalado como izquierdista: “la sociedad de Aguascalientes de aquel entonces era una sociedad cerrada, comenta don Víctor. Y él entró también con forma de comunista; era maestro rural. Su inteligencia fue nombrar secretario de gobierno a Felipe Reynoso Jiménez. Con eso los calmó a todos”. En una “sociedad cerrada”, conservadora, la exposición de desnudos artísticos también fue criticable.

Otra problemática fue la carencia de maestros preparados, por lo que se tuvo que contratar a gente de otro lugar y solicitar apoyo del gobierno estatal y del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Según el maestro Jorge Galván, la situación fue la siguiente:

“En 1969 el maestro Sandoval trajo al maestro Berard, francocanadiense que había sido muy buen bailarín, coreógrafo. Vino la maestra Rosalía Aguirre que era pintora, de muy alta calificación, muy buena maestra sobre todo… Vino ese año el maestro Benavídes, que era el primer bailarín con Amalia Hernández… Vino Humberto Naranjo, ceramista y escultor, también de gran calidad, y llegué yo, del mundo del teatro. Creo que esa fue la decisión del maestro Sandoval de decir que aquí en Aguascalientes hay gente de talento, pero que se necesitaba reforzar con gente de otras partes. Es decir, no era esa decisión de aldea sino de país. Llegamos de distintos lugares y creo que cada uno en la medida de nuestras posibilidades hizo aportaciones importantes”.

 

Multiplicar resultados

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Elva y Juan prestigian al ICA

El gobierno del profesor Enrique Olivares Santana marcó un nuevo rumbo en la política cultural del estado. Durante su administración se creó el Patronato de la Cultura Aguascalentense. Entre los miembros de este patronato destacaron Nazario Ortíz Garza, Francisco Aguirre, Filemón Alonso y Alejandro Topete del Valle. Este patronato y el gobierno federal llevaron a cabo la reconstrucción del Teatro Morelos, la construcción del Museo de la Insurgencia en Pabellón de Hidalgo y la remodelación de las instalaciones de la antiguo colegio de monjas (y después escuela primaria federal Tipo).

El proyecto de la Casa de la Cultura en Aguascalientes comenzó a destacar, pues, por lo general, la actividad cultural se concentraba en el Distrito Federal. Antes, siendo director del INBA el potosino Miguel Álvarez Acosta, promovió la descentralización y creó institutos regionales. Posteriormente, Víctor Sandoval organizó las primeras Casas de la Cultura del país y fundó programas de importancia nacional cuando aún no proliferan los premios literarios, las bienales, los encuentros de artes plásticas, los talleres de danza, música y teatro.

El edificio que albergaba este proyecto no sólo debía de mejorar sino de multiplicarse. De esta manera, inició un trabajo de búsqueda, gestión y negociación para conseguir más espacios en la ciudad y adaptarlos para que cumplieran con su fin cultural. Al mismo tiempo, se “descentralizaba” el proyecto y se crearon Casas de la Cultura en varias cabeceras municipales.

El Museo Guadalupe Posada ocupa el edificio que antes pertenecía al curato del templo del Encino; a partir del 16 de septiembre de 1972, se convirtió en museo, el cual contiene obra del famoso grabador aguascalentense. En 1973, la Casa de las Artesanías abrió sus puertas. El Museo de la Ciudad se creó el 22 de octubre de 1975, siendo su primer director el profesor Alejandro Topete del Valle; destaca la exposición permanente de la obra de Saturnino Herrán; y el 27 de noviembre de 1977, se inauguró el Centro de Artes Visuales, después de haberse reconstruido un edificio del siglo XVII.

Con los años, la Casa de la Cultura se vio en la necesidad de consolidar su administración y organización para potencializar sus actividades y, de esta manera, responder a una sociedad cada vez más extensa y con nuevas necesidades.

Inicio complicado

Orquesta
“El lenguaje del alma”

En la primera mitad de los años ochenta, Aguascalientes vivió un avance en su desarrollo industrial y la ciudad capital experimentó transformaciones importantes; por el contrario, en materia de impulso a las artes y la cultura no hubo mejoría. El maestro Sandoval recordó lo sucedido en aquellos años:

“Me fui a Ciudad de México, primero, porque ya tenía trabajo allá y, en segundo lugar, porque la hija del gobernador Rodolfo Landeros y la esposa me empezaron a decir cómo hacer las cosas. Fue entonces cuando pensé: ‘No tengo nada qué hacer aquí, que lo hagan ellas’. Luego vino el problema de la dirección ¿a quién iban a nombrar?… Lo primero que le dije a Landeros que no hiciera fue lo primero que hizo. ‘Mira, nomás no pongas al Chato Juárez ni a Jorge Galván, déjalos como están. Galván está haciendo un trabajo espléndido en teatro, déjalo ahí, y Juárez en lo suyo, en su música, en el ferial, déjalos ahí y mejor pon a otra gente, a Desiderio Macías Silva’».

Luego explicó el desenlace: «Finalmente, creo que Azul (V. de Landeros) influyó para vetar a Desiderio y poner de director a Ladislao Juárez y de subdirector a Galván, pero al poquito tiempo tronaron. Viendo cómo estaba todo esto, Landeros tomó otra decisión. Yo ya era subdirector del INBA -comentó el maestro Sandoval- y propuse a (Alfonso) Pérez Romo».

Durante el año que el maestro Ladislao Juárez estuvo al frente de la institución, el personal trabajaba con lo estrictamente necesario, por lo que la escasez de recursos y los problemas internos obligaron la salida de algunos maestros, alumnos y trabajadores. El maestro Juárez era muy estimado por la gente de la Casa de la Cultura y uno de sus propósitos fue propiciar que los maestros y artistas hicieran sus propios proyectos, y él los apoyaba; sin embargo, las condiciones no le eran favorables, y no sólo eran financieras, sino de organización, además de tener un clima laboral adverso.

Había continuidad, pero el maestro quería tener su “propio sello”: “Lo que yo traía dentro quise externarlo, entonces todos los presupuestos, todo lo que había de dinero siempre lo canalizaba y lo entregaba inmediatamente, y se canalizó… al Teatro Morelos; allí nunca se le había hecho nada, yo equipé todo el escenario, con cámaras negras, con todo lo que se necesitaba; …no quería que los maestros tuvieran esas angustias… Trabajamos con lo que había, pero procurándo hacerlo cada vez mejor, más sólido. Esa era mi idea”.

Con el doctor Alfonso Pérez Romo, quien entró el 21 de febrero de 1984 a la dirección, se logró disminuir las desavenencias internas y estabilizar un poco el funcionamiento de la institución. La invitación se dio en medio del conflicto entre dos liderazgos, el del Jorge Galván y Ladislao Juárez: “yo estaba relativamente ajeno a la Casa de la Cultura -comentó el doctor en entrevista-. Me empecé a dar cuenta de la problemática cuando me habló el gobernador. Me propuso que tomara la decisión aquella, pues él me dijo: ‘ya tengo una temporada muy grande de estar batallando es un lío de perros y gatos, es imposible ponernos de acuerdo, es un enredo’. Al principio hice un intento de no involucrarme porque yo llevaba muy buena amistad con los dos”.

Con todo, los problemas existían y la promoción artística y cultural en la entidad decaía. Fue entonces que el gobierno del estado, el 3 de marzo de 1985, creó el Instituto Cultural de Aguascalientes, con el apoyo del INBA. En la elaboración del proyecto, Pérez Romo retomó su experiencia en la planeación universitaria e invitó a Eduardo Martín Jáuregui, Santiago Cortés, Felipe Martínez Rizo, Desiderio Macías Silva y Alejandro Lozano, éste último fungió como administrador del nuevo instituto.

En el equipo de trabajo no se invitó a Víctor Sandoval, aunque sí se le tomó en cuenta. “Él le tenía cariño a la Casa de la Cultura, comentó el doctor Pérez Romo, pero yo creo que cada vez sentía que ya era tiempo que el niño creciera y empezara a hacer sus cosas por sí mismo… Cuando ya teníamos el proyecto, se lo hice ver, me dio algunas sugerencias, lo aceptó muy bien y después cuando empezó a funcionar el instituto también cooperó muy bien”.

Sobre la marcha, el doctor reconoció limitaciones: “no teníamos propiamente ninguna autonomía, sólo para eventos menores, los programas dependían de México y de su autorización, sólo se tenía el presupuesto del gobierno del estado, que era muy poco”. Del conflicto entre dos personas, comentó: “Separamos perfectamente bien lo que era promoción cultural y lo que eran cuestiones de enseñanza, y en un lado quedó el maestro Galván y en otro el maestro Juárez. Al principio funcionaron bien, después acabaron mal porque no se les olvidó su antiguo pleito… y luego en la prensa salían cosas inexactas y en contra mía; empezamos a investigar y supimos por donde salían todas, y corte por lo sano”.

A pesar de la reorganización y de la calidad de los nuevos proyectos, los resultados tampoco fueron muy alentadores. Había una “crisis cultural del estado”, como la llamó el maestro Juárez. El problema también era financiero, el doctor Pérez Romo lo mencionó: “recuerdo las condiciones de las bibliotecas, daban lástima, por más que queríamos no podíamos dotarlas de material. Las presidencias municipales sí se involucraban con los pocos recursos que ellos también tenían, había el entusiasmo y en lo que podían de recursos apoyaban”.

Cambio de gobierno y nueva dirección

Portada libro bugamilia
Conocer otra historia de Aguascalientes

Con la llegada del gobernador Miguel Ángel Barberena Vega, se nombró al arquitecto Mario García Navarro director del ICA, quien tiempo después se refirió al ICA en los siguientes términos: “Cuando yo asumí la dirección del ICA se encontraba ya una tradición importante de casi treinta años desde la Casa de la Cultura. Además, jurídicamente se había creado el ICA, ya no se podía manejar en forma tan centralizada, sino que el ICA sería básicamente un parteaguas, una cubierta protectora de todas las manifestaciones locales; en ese momento, entro yo al instituto y nuestro interés fue administrarlo mejor que antes, había que optimizar los recursos”.

Se realizaron varias actividades; por ejemplo, el 3 de octubre de 1988 se inauguró la Escuela de Danza, gracias, en parte a que el maestro José Luis Sustaita, a su regreso de Moscú, insistió en la escolaridad. Sus palabras fueron: Después de algún tiempo los diversos talleres de diversas disciplinas de la Casa de la Cultura, por la demanda, empezaron a crecer y necesitaban espacios más amplios”. También hubo programas de apoyo a las bibliotecas y a la publicación del libros, así como a respaldar las casas de cultura en los municipios que, según el arquitecto navarro, “no tenían un programa bien definido”.

No obstante este avance, se reconoció que el trabajo del gobierno del estado en el campo de las expresiones culturales y artísticas era insatisfactorio. El mismo Miguel Ángel Barberena, al rendir su tercer informe de gobierno, afirmó que «las acciones llevadas a cabo en esta área, no consolidaron resultados». Entonces, el gobernador designó al joven historiador Jesús Gómez Serrano, quien trabajaba en el Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes e impulsaba el suplemento cultural El Unicornio, con Enrique Rodríguez Varela (quien se incorporó al ICA) y con quien ahora escribe; pero, esto ya es otra historia.

Salvador Camacho Sandoval

Licenciado en Educación por la UAA, Maestro en Ciencias, con especialidad en Educación, por el Departamento de Investigación del Centro de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional y Doctor en Historia de América Latina por la Universidad de Illinois en Chicago; es autor y coautor de varios libros, entre ellos: Controversia educativa: entre la ideología y la fe; Historias Latinoamericanas. Reflexiones desde la otra América; La modernización educativa en México; Educación y alternancia política; La vuelta a Aguascalientes en 80 textos; Vaivenes de Utopía. Historia de la educación en Aguascalientes en el siglo XX; Antenas vivas. Conversaciones con artistas de Aguascalientes, y Bugambilias. 100 años de cultura y arte en Aguascalientes. Es Premio John Nuveen en Chicago y Premio Aguascalientes en Humanidades en 2008. Fue profesor invitado en la Universidad Autónoma de Zacatecas (1999-2010) e investigador en la Universidad de Barcelona, España. Trabajó tres años como Director de Educación Media y Superior en el Instituto de Educación de Aguascalientes y es articulista de temas sobre educación, historia, cultura y política. Actualmente trabaja en la UAA y es Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Educación.

Salvador Camacho Sandoval

Licenciado en Educación por la UAA, Maestro en Ciencias, con especialidad en Educación, por el Departamento de Investigación del Centro de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional y Doctor en Historia de América Latina por la Universidad de Illinois en Chicago; es autor y coautor de varios libros, entre ellos: Controversia educativa: entre la ideología y la fe; Historias Latinoamericanas. Reflexiones desde la otra América; La modernización educativa en México; Educación y alternancia política; La vuelta a Aguascalientes en 80 textos; Vaivenes de Utopía. Historia de la educación en Aguascalientes en el siglo XX; Antenas vivas. Conversaciones con artistas de Aguascalientes, y Bugambilias. 100 años de cultura y arte en Aguascalientes. Es Premio John Nuveen en Chicago y Premio Aguascalientes en Humanidades en 2008. Fue profesor invitado en la Universidad Autónoma de Zacatecas (1999-2010) e investigador en la Universidad de Barcelona, España. Trabajó tres años como Director de Educación Media y Superior en el Instituto de Educación de Aguascalientes y es articulista de temas sobre educación, historia, cultura y política. Actualmente trabaja en la UAA y es Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Educación.

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