REVIVIR LAS ORQUESTAS, VOLVER A SENTIR VIBRAR LA MÚSICA
En estos días en que la pandemia de la nueva mutación del Coronavirus, porque sí, el coronavirus no es nuevo, pero esta nueva cepa sí que lo es, así que no haga usted caso de quienes dicen que es una conspiración del neoliberalismo para abatir niveles de popularidad de ciertos pejersonajes, pero tampoco dé crédito a los agoreros que presagian el fin del mundo.
Decía que ahora que debemos estar en casa no hay ninguna razón para estar aburridos. ¿Ya cambió el foco que se fundió hace un mes? ¿Ya aceitó la puerta que despierta al vecindario con sus chirridos? ¿Y esa pintura que ya se decoloró? ¿Por qué no aprovechar de poner ese botón que hace falta? O quizá, sea buena ocasión para probar hacer esa receta que guardó hace años y “no ha habido tiempo de hacerla”… Claro, escribo esto para usted que tiene la fortuna de poder llevar a cabo esta cuarentena en casa; no olvide que con emergencia y todo hay personas que siguen al pie del cañón para que la ciudad siga más o menos su marcha. A ellos mi reconocimiento y mi gratitud.
[bctt tweet=»Frank Poucel llevaba a toda su orquesta en un portafolio. Es decir, la ‘orquesta’ eran sus arreglos. Viajaba a distintos países con apenas un par de músicos de confianza,» username=»crisolhoy»]
Pues bien, si a pesar de haberse puesto al corriente en todas las tareas pendientes en casa le sobra un poco de tiempo, recurra a sus libros, que alguno habrá que espera a ser leído, y más de alguno merece su relectura.
Y con o sin lectura, siempre hay tiempo para escuchar un buen disco, (buena oportunidad para rescatar esos viejos y empolvados LP’s) como yo ahora acompaño esta escritura con el fondo musical de la orquesta de Frank Pourcel.
Y aquí quería yo llegar.
Tiempo hubo, no tan lejano, en que el mundo musical estaba bien nutrido de las llamadas orquestas de salón, como en nuestro México sonaron las orquestas de Venus Rey, Ernesto Riestra, Pablo Beltrán Ruiz, etc., y en el resto del mundo muchísimas más. Pero a mediados del Siglo pasado, comenzaron a escucharse orquestas que no eran las grandes sinfónicas, ni de exclusiva música académica, sino que nos empezaban a mostrar a la música comercial con un vestido distinto; así las guitarras eléctricas se trocaron en cuerdas de violín, la batería de un solo ejecutante, en todo un grupo de percusionistas, el bajo eléctrico prestó su lugar a cellos y contrabajos, además de dejarse oír: trompetas, flautas, oboes, clarinetes, piano, y un largo etcétera., es decir, orquestas de concierto para un público mil veces más amplio y con menos corbata, moño o corbatín. La orquesta pionera de este género, creo, fue la de Mantovani, (Annunzio Paolo Mantovani), para venir luego las orquestas de André Kostelanetz, director por cierto, a quien debemos el efecto estéreo en la música grabada, Frank Pourcel, Bert Kaempfert, Raymond Lefèvre, Cuerdas Románticas, Percy Faith, Paul Mauriat, y otros que hicieron sonar sus orquestas con el timbre característico del instrumento que dominaban, como Ray Connif, el trombón, y mucho antes Glenn Miller; Fausto Papetti, el saxofón; Herb Alpert, la trompeta, etc., y si le sigo se me acaba el espacio, es por esta razón que dejo para mejor ocasión el enorme listado de las orquestas de Jazz.
De lo directores franceses mencionados con sus orquestas, los más famosos, sin duda, son Frank Pourcel y Paul Mauriat, y no son pocas las ocasiones en que los oídos profanos las confunden una con otra, siendo esto inconcebible, no tanto por los arreglos, sino por la sonoridad de ambas orquestas.
La orquesta de Paul Mauriat, salvo raras excepciones, estaba conformada por 8 o 10 violines, bajo electrónico, un piano, un sintetizador, metales y percusiones. Por lo general cuando se oyen flautas, arpas, armónicas, gaitas, etc., es el sintetizador que hace las veces. Hay que decir que los arreglos y orquestaciones están realizados con notable pureza, gracias a la cual el sonido resultante es muy bueno.
Pero Frank Pourcel, ¡Ah! Frank Pourcel es otra historia. Empecemos por decir que la orquesta de este músico francés, era efectivamente una orquesta en toda forma: alientos, metales, percusiones, sección completa de cuerda, más algunos instrumentos electrónicos como guitarra y bajo, además de diversos instrumentos que no forman parte habitual de ninguna orquesta y que él los empleaba en algunos arreglos, como la armónica, el órgano o el acordeón, entre otros.
Paul Mauriat viajaba con su ‘orquesta’ en pleno, es decir que había que movilizar a una veintena de músicos, más personal técnico. Frank Poucel llevaba a toda su orquesta en un portafolio. Es decir, la ‘orquesta’ eran sus arreglos. Viajaba a distintos países con apenas un par de músicos de confianza, y al llegar, había ya un grupo de músicos contratados para tocar sus arreglos bajo la dirección del propio Pourcel. Alguna vez leí que uno de los países a donde viajaba con la total seguridad de que hallaría músicos buenos y profesionales, era México.
Así que recuerde: estar en casa no debe ser motivo de fastidio. Un buen libro, buena música, y, ¿por qué no? Un buen trago.
Que esta contingencia de salud a la que hoy se enfrenta el mundo sea pronto para todos (en la escuela aprendí que ‘todos’ incluye a las mujeres, así que considérense mencionadas) una anécdota más.