LA PROCESIÓN DEL SILENCIO
Regresa a Aguascalientes la Procesión del Silencio, luego de una ausencia de poco más de 30 años de que se celebrara por última ocasión en los alrededores del Parián, teniendo como eje central el templo de San Diego, y en los frailes franciscanos a sus impulsores.
Vuelve la citada procesión este año, ahora promovida por el equipo diocesano de cultura de Aguascalientes. Se trata de un desfile originado en la piedad popular que se realiza en la tarde noche del viernes santo, luego de la ceremonia litúrgica de la pasión de Cristo.
La cita es en la esquina de las calles Juárez y Rivero y Gutiérrez, de donde partirá este singular cortejo en un recorrido por las principales arterias del centro, para concluir en el mismo lugar del inicio. La cita es a las 19 horas, 7 de la tarde.
Aquí vale la pena recordar la prescripción del Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia emitido por la Congregación sobre el Culto Divino, que sobre esta clase de ceremonias señala que “Entre las manifestaciones de piedad popular del Viernes Santo, además del Vía Crucis, destaca la procesión del Cristo muerto. Esta destaca, según las formas expresivas de la piedad popular, el pequeño grupo de amigos y discípulos que, después de haber bajado de la Cruz el Cuerpo de Jesús, lo llevaron al lugar en el cual había una «tumba excavada en la roca, en la cual todavía no se había dado sepultura a nadie» (Lc 23,53). La procesión del «Cristo muerto» se desarrolla, por lo general, en un clima de austeridad, de silencio y de oración, con la participación de numerosos fieles, que perciben no pocos sentidos del misterio de la sepultura de Jesús.”
Estas procesiones del silencio se originaron en Europa el siglo XX, pero tienen su antecedente las medievales procesiones del Santo Entierro, según me informó Christian Medina López Velarde, que de esto sabe mucho más que yo. Posiblemente la principal diferencia entre unas y otras es que las antiguas eran más piadosas, en tanto las modernas, particularmente la de Sevilla, que parece ser la madre de todas, son más, digamos, espectáculo, turismo.
En fin, espectáculo o penitencia, cada quien vive estas ceremonias de manera muy personal, con su cultura y aspiraciones. El hecho es que comienzan a darse entre nosotros, en cierta medida con la intención de emular a las procesiones de Sevilla, probablemente por ser las más famosas; las que con más intensidad utilizan la parafernalia.
Y si bien es cierto que las procesiones del silencio como tales se originaron en Europa el siglo anterior, ya en los inicios de la época virreinal ser realizaban en estas tierras procesiones del Santo Entierro, según evidencia que consta en los frescos del convento de Huejotzingo, Puebla.
En Aguascalientes quienes retoman la procesión de una manera muy vívida, van a ser los franciscanos, ya desde la década de los 50 del siglo pasado, pero con mayor intensidad hacia mediados y fines de los sesenta. Uno de los principales impulsores del ceremonial fue Fray Hildebrando Torres Vitela, que fue cuando más hondo caló en el ánimo de la gente, pero también a ocupar páginas de sociales en la prensa local.
¿Cómo se vivía la procesión del silencio En San Diego? Había frailes que la vivían con penitencia. Otros, ya más como sintiéndose herederos de una gran tradición de siglos, ellos como franciscanos que tenían que mantenerla. Pero había gente que la vivía con mucha piedad. De hecho, para cargar las andas, todos los que iban encapuchados no eran personas de ningún grupo, sino que iban llegando, a partir de una invitación abierta. Llegaban a la puerta del templo, “que porque hice una manda por devoción particular, que porque hice una manda porque me gusta”, etc. Llegaban y les daban la ropa. Y fue una procesión que funcionó muy bien desde el punto de vista, no sólo turístico, sino también en su trasfondo evangelizador por parte de los frailes, una manera de sintetizar la semana santa en una ceremonia.
Los elementos presentes en la procesión que se realizaba alrededor del Parián eran tambores, grupos de hombres y mujeres intercalados con algunas imágenes, el nazareno, el Santo Entierro, la Virgen de la Soledad. Era algo muy elemental. Los participantes llevaban túnicas de nazarenos, la cabeza cubierta con los capirotes. También había personas que iban con la cabeza descubierta, mujeres que llevaban claveles, matrimonios, todos de riguroso traje, y todos en silencio. No había rezo, todo el mundo en silencio y solo el sonido lúgubre de los tambores, y la mayoría lo vivía con piedad.
El evento dejó de realizarse en 1990, cuando llegó como superior del convento de San Diego el padre Rodrigo Barba, que por cierto era de aquí, y que revolucionó, en algunos casos para mal, algunas cosas en el convento de San Diego, entre ellas la eliminación de la procesión del silencio, en parte por los costos y en parte por el trabajo que significaba su organización, aparte de que quizá tuviera cierto desprecio por este tipo de manifestaciones populares, tal y como suele ocurrir entre algunos miembros del clero, que pretenden una espiritualidad más profunda, menos de cohetes y cantos.
Al principio iba la gente a esperar la procesión, o a preguntar al templo, pero nada. Otro guardián -así se les nombra a los superiores franciscanos-, Fray Ignacio Ceja, trató de revivirla haciendo una micro procesión alrededor del Parián. Sacó un par de imágenes con un grupo de muchachos vestidos de negro. Nada más con la cara tapada y la gente respondió, a pesar de que sólo se anunció los domingos en el templo de San Diego, la mayoría porque iban todavía con esta idea de la gran procesión, pero no prosperó. Entonces ocurrió que las prendas se fueron regalando, las andas se fueron yendo, desarmando, y se acabó.
Esta nueva Procesión del Silencio tiene la intención de emular a aquella de décadas anteriores. Para esta ocasión los momentos elegidos por los organizadores son la oración en el huerto de los olivos, el Señor de la Columna, Jesús con la cruz a cuestas, la crucifixión, la santa cruz, la Piedad, el santo entierro y la Virgen de la Soledad. Entre estos cuadros plásticos se insertarán contingentes, pendones, estandartes, y desde luego todas las personas que deseen apersonarse, ya sea para participar en el cortejo o para contemplarlo… (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a carlos.cronista.aguascalientes@gmail.com).