“EVIL DEAD: EL DESPERTAR” / “BEAU TIENE MIEDO”
Ya son 40 años desde que el cine de horror se vio irrevocablemente transformado por el travieso deseo de un jovencito llamado Sam Raimi de saturar la pantalla con hemoglobina mediante un ejercicio que apareaba inquietudes estilísticas y lo más cutre de la serie “B” conocido en México como “El Despertar del Diablo”.
Su pasión por el terror originado en el folclor, el emergente cine slasher y las secuelas de visceralidad dejadas por los títulos de la Hammer, la Amicus y otros estudios dedicados al fantástico logró un impacto en los espectadores ochenteros que supieron valorar las humildes pero potentes atrocidades que realizó el director independiente a quien después se le ocurrió amalgamar el humor negro y el slapstick heredado de sus adorados Tres Chiflados en las dos secuelas posteriores para concretar una de las trilogías de culto por excelencia, a las que seguirían un remake visualmente espectacular pero narrativamente vacío y una serie de televisión (“Ash Vs. Evil Dead”) donde Bruce Campbell, protagonista de las cintas originales y comparsa de Raimi, haría de las suyas. Ahora se le añade un capítulo más que busca alejarse de los componentes icónicos (cabaña en el bosque, figura masculina protagónica, movimientos de cámara demenciales, etc.) para trasladar la batalla entre humanos y demonios a la gran ciudad, específicamente a un edificio de departamentos donde una mujer llamada Ellie (Alyssa Sutherland) lidia con una carrera de tatuadora poco fructífera para mantener a sus hijos, los adolescentes Bridget (Gabrielle Echols) y Danny (Morgan Davis) y la pequeña Kassie (Neil Fisher) después del abandono de su esposo.
El drama familiar se espesa con la llegada de su hermana menor Beth (Lily Sullivan), quien se alejó de ella por su trabajo como técnica en sonido para un grupo musical itinerante pero decidiendo reencontrarse con su familia al saberse embarazada. Ésta reunión se trastoca cuando Danny encuentra el infame Naturom Demonto – mejor conocido como “Necronomicón”- así como unos antiguos discos en vinilo propiedad de unos sacerdotes donde recitan los encantamientos del texto maldito capaces de invocar los temibles demonios que poseen humanos ya conocidos en las producciones previas. Una vez convocados la primera víctima es Ellie, arrancando una serie de horrores donde la violencia, la sangre (mucha, pero mucha sangre) y las calistenias satánicas se van acumulando colocando a Beth en el rol de defensora de sus sobrinos una vez que los poseídos se expanden en el piso donde se encuentran.
La película tal vez sea la más débil de la serie en cuanto a pretensiones dramáticas o trabajo de personajes, pero no cabe duda de que el director y guionista irlandés Lee Cronin logra canalizar la característica fiereza visual con que éstas cintas se trabajan para lograr una plástica muy atractiva sustituyendo los ambientes bucólicos y el marco de la cabaña derruida acostumbrados por un edificio igualmente mohoso pero que ofrece una textura y locación interesante para que los posesos realicen sus macabras actividades.
El cuadro de actores se percibe algo desangelado pero el guion es tan atrabancado y frenético que terminamos por obviar su empobrecida labor, pues aquí la experiencia es como en la montaña rusa, dejarse llevar por la experiencia sensorial y adrenalínica hasta un clímax donde el color rojo domina y una criatura que nos recuerda a las maravillas corporales y monstruosas de Brian Yuzna en “Society” (1989) hace su aparición.
“Evil Dead. El Despertar” logra enfocar correctamente sus intenciones escapistas y viscerales sin recurrir siquiera a una pizca de humor para meternos de lleno a su mundo similar al de una casa de espantos donde cada momento debe superar en intensidad y terror al anterior. Y después de los intentos ñoños de James Wan y compañía por asustarnos con sus espectros mentecatos, en verdad se agradece éste baño de sangre a la antigüita.