“BEAU TIENE MIEDO” (“BEAU IS AFRAID”)
El arte, sobre todo en el cine norteamericano, produce senderos para que el espectador los recorra en base a las necesidades de quien lo crea, ya sea de forma natural donde el director pretende una interpretación de momentos que parten de nuestra realidad o aquellos como los que plantean David Lynch o Charlie Kaufman donde lo abstracto configura y determina la naturaleza del relato pretendiendo una aceptación tácita por parte del espectador, a quien se l e solicita o exige que interprete y eleve sus capacidades de lectura más allá de lo convencional.
Éste último es el camino en que nos ubica Ari Aster con su nueva película, una bola curva después del sofisticado horror propuesto en sus filmes anteriores “La Herencia del Diablo” y “Midsommar”.
Por muy abstracto, onírico o surrealista que sea la ejecución de la mirada del creador, aun así existe un lecho argumental donde se siembran las semillas de la abstracción, en este caso la odisea que vive el protagonista de la cinta, un hombre preso de su paranoia, ansiedades e inquietudes de nombre Beau (Joaquin Phoenix) quien al fallecer su madre dedica todo el metraje (tres horas) a confrontar sus mayores miedos al cruzar los umbrales de su pasado, presente y futuro en la forma de una familia disfuncional con un plan, un grupo de teatro que habita en los bosques y un episodio donde él y su entorno son caricaturas mientras nosotros revisamos con fascinación su entorno, uno diseñado para tejer alegorías y metáforas constantes que incluyen asesinos seriales desnudos, cadáveres extraños que obstaculizan el tráfico vehicular y hombres sudorosos que penden del techo del cuarto de baño.
Colgarle a éste relato el cartel de “kafkiano” no es descabellado una vez que entendemos cómo la frágil psique de Beau es la que propulsa el estado neurótico del desarrollo narrativo conforme la raíz de sus traumas (en particular el que atañe a su madre) se desglosa a través de imaginería simbólica. Luce delirante y tal vez para la audiencia de “Súper Mario Bros.” algo impenetrable, pero el miedo que padece Neau es uno que todos tenemos, pues se relaciona intrínsecamente a la maximización de los elementos que nos definen como humanos, aquellos que guardamos o amansamos pero que tarde o temprano, así como al protagonista, nos conducen a momentos de revelación y angustia.
Aster revela una mano firme y segura como cineasta y Phoenix nos regala de nuevo una excelente interpretación. “Beau Tiene Miedo”, y nosotros, como humanos, también deberíamos tenerlo.