La impronta de Iván Illich en el descrecimiento: Segunda parte: ¿Qué entendemos por descrecimiento?
Desde los años 70, los libros del primer Iván Illich[1], el de Cuernavaca, me impresionaron mucho por sus criticas radicales al desarrollo, el progreso, la economía, la industria, los transportes, la educación, la salud y otros temas más concretos, y por las alternativas que proponen (La Convivencialidad) que modificaron algunas de mis convicciones científicas, sociales, económicas y políticas.
Mas tarde pude confirmar que en esos mismos años estos libros tuvieron una gran acogida entre académicos de grandes universidades europeas y en el naciente movimiento ecologista de los países “desarrollados”, especialmente europeos[2] y, también en México, entre algunos académicos[3] o representantes de la cultura, entre ciertas organizaciones sociales y civiles, y en lectores interesados en los asuntos económicos y ecológicos, como nosotros los ecologistas que en 2007 acordamos abrir la discusión en torno al descrecimiento[4].
Estos libros reúnen o resumen algunas de las tesis o propuestas de autores que influyeron en el pensamiento de Illich[5] o que nacieron o se fortalecieron en los seminarios que tuvieron lugar entre 1969 y 1976 en el Centro Intercultural de Documentación-el CIDOC de Cuernavaca, Morelos-, en los que participaron profesores y estudiantes de grandes universidades de América, Europa y Asia, críticos de la sociedad moderna productivista y de consumo; críticos de la educación, la medicina, el transporte urbano, el desarrollo, la economía y la modernidad.[6]
Además, resumen mucho de las tesis que Illich había adoptado en esos años, de grandes autores del siglo XX o formaban parte de su enorme conocimiento del pensamiento de la Edad Media, la antigüedad y del cristianismo; era un portentoso devorador de libros de todo tipo en varios idiomas[7] y creador de círculos internacionales para la discusión de temas poco conocidos por la opinión pública, como “los commons o bienes comunes”, el “trabajo fantasma” o el “género vernáculo”.
En estos libros, este gran pensador de la periferia de Occidente hace una severa crítica de la sociedad industrial: rechaza rotundamente el monopolio del modo de producción industrial y los monopolios radicales, como el automóvil que esclavizan a las sociedades modernizadas. Describe la “contraproductividad” de las herramientas: de la institución médica moderna que genera más muerte y enfermedad de las que evita; de la educación primaria obligatoria que genera más ignorancia de la que quita; y de los transportes que generan más pérdida de tiempo del que ahorran. Según él, después de cierto umbral (de magnitud), las herramientas (o las instituciones) producen lo contrario de lo que se dice son sus propósitos. Quiere escribir el epilogo de la sociedad industrial.
La lectura que hice en 2006 de los libros de los autores franceses más reconocidos del movimiento decroissance[8], me permitió confirmar la influencia determinante de este autor austriaco en estos autores, muy especialmente en Serge Latouche, el más famoso autor de este movimiento europeo[9] .
Serge Latouche, el africanista, reconoce[10] que el “proyecto de una sociedad autónoma y ecónoma que está detrás del slogan decroissance no nació ayer… fue formulado en términos cercanos a los nuestros hacia el fin de los años 60 por Iván Illich, André Gorz, François Partant y Cornelius Castoriadis”; reconoce[11] que “una pequeña “Internacional” anti o post desarrollista, en la filiación de Iván Illich, Jacques Ellul, y François Partant; analiza y denuncia los daños que hace el desarrollo en los países del Sur global. Está crítica por otro lado ha desembocado en la “alternativa histórica”, es decir: en la auto organización de las sociedades/economías vernáculas(indígenas).
Latouche, el investigador de las relaciones económicas Norte-Sur, dice que “La sociedad de crecimiento es insustentable: de acuerdo con Iván Ilich, la desaparición programada de la sociedad de crecimiento no es necesariamente una mala noticia” Illich dice: La buena noticia es que no es principalmente para evitar los efectos secundarios negativos de una cosa que sería bueno en sí mismo renunciar a nuestro modo de vida, como si tuviéramos que arbitrar entre una comida exquisita y los riesgos asociados a ello. No, es porque la comida es intrínsicamente mala y estaríamos más felices si renunciamos a ella. Vivir de otra forma para vivir mejor[12]”
También Latouche destaca que “La dominación del economismo es tal que fue necesario prácticamente esperar los años 1968, para saber… por Iván Illich, del concepto del “desvalor” que designa “la perdida que no se puede estimar en términos económicos” [13]y “sin embargo, es en los países del Sur global que la “modernización” se traduce hoy día por la imposición del desvalor en gran escala(masivo) , con la aparición de productos mercantiles contabilizables y la desaparición de productos fuera del mercado frecuentemente no contabilizables: regresión de los cultivos de sobrevivencia o autoconsumo en beneficio de los cultivos comerciales, cerveza contra vino de palma, discoteca contra baile de árbol ,informal contra formal… “Sostengo, dice Iván Illich que el valor económico sólo se acumula debió a la previa devastación de la cultura- que puede también ser considerada como creación del desvalor[14]”
Con relación a la austeridad o la simplicidad voluntaria, Latouche cita a Iván Illich cuando aboga por “la sobria ebriedad de la vida[15] y cuando dice “la “condición humana” actual, en la que las tecnologías se vuelven tan invasivas que ya no podemos encontrar alegría excepto en lo que yo llamaría tecno-ayuno[16]”
En pleno éxito del CIDOC, Illich decide cerrarlo en 1976, según él, por haber logrado lo que quería y poder así convertirse en un pensador itinerante y conferencista internacional; en adelante, organiza seminarios y reuniones informales en diversas universidades de EEUU y de Europa: quiere ahora discutir las percepciones en lugar de las conceptualizaciones, en temas como el agua, el género vernáculo, la alfabetización, el final de la era instrumental y la nueva Edad de los Sistemas[17]. Se da tiempo, además, de promover proyectos como El Diccionario del Desarrollo[18], coordinado por Wolfang Sachs, o trabajar en nuevas líneas de pensamiento y participar en diversas conferencias en muchos países, pero, cada año regresa a su casa de Ocotepec, Morelos, para estar en ella y con los campesinos por algunos meses hasta antes de su fallecimiento en 2002 en Bremen, Alemania.
En 1985, a raíz de varios acontecimientos sucedidos en la ciudad de México que me conmovieron [19], y también, debido a mi creciente conciencia del desquiciamiento ecológico global y del ominoso avance del pensamiento neoliberal en nuestro país, a finales de ese año tomé la decisión de participar como voluntario en apoyo a las causas ambientalistas de la megalópolis de la Cuenca del Valle de México y a las acciones en la defensa de sus pueblos, ejidos, barrios y colonias.
Inspirado en las tesis de Iván Illich, en 1986 empecé a escribir artículos en torno al transporte, la urbanización y el consumo de agua en la ciudad de México. Entre 1986 y 1989, Excelsior, un periódico nacional que era importante en esos años me publicó más de una docena de artículos sobre estos temas locales que tuvieron algunas consecuencias positivas mientras que, por otro lado, tuve la ocasión de conocer ecologistas del nuevo Pacto de Grupos Ecologistas[20] que conocían a Iván Illich y su gran amigo, Jean Robert; me involucré con ellos en 1988, en el movimiento contra la construcción de la central nuclear de Laguna Verde. En esos años comencé a interesarme mucho por las críticas y las propuestas del movimiento ecologista europeo de los años 70[21].
Cuando el profesor emérito de la universidad París-Sud (Orsay), Serge Latouche, se pregunta “¿Cómo han sido colonizados nuestros espíritus?” Y responde: “Me parece que la colonización de los espíritus adopta tres formas principales: la educación, la manipulación mediática o el modo de vida concreto. … Por lo esencial, en las sociedades modernas, la educación pasa por una institución, la escuela. Ésta ha sido objeto de una crítica caustica de Iván Illich que conserva actualidad” La mayoría, escribe Illich, en la escuela aprenden no solamente la aceptación de su destino, sino también el servilismo[22]. Por cuanto al fracaso escolar, inscrito en la lógica de la institución, representa el aprendizaje de la insatisfacción”.[23] “Las escuelas, señala Illich de nuevo, son parte de una sociedad en la que una minoría está a punto de volverse tan productiva que se debe educar a la mayoría a un consumo disciplinado[24] Para Illich, la conclusión se impone: es necesario “desescolarizar” la sociedad.
Por lo que concierne al tema de La manipulación mediática, Latouche comenta que, “Iván Illich analizaba la creación de necesidades, por medio de la publicidad, como una “reificación” alienante”. “Tener sed, escribe Illich, ¡es tener necesidad de Coca Cola! Esta suerte de reificación es el resultado de la manipulación de las necesidades humanas por medio de grandes organizaciones que han logrado dominar la imaginación de los consumidores en potencia”[25].
Desde 1986 hemos escrito un buen número de artículos y ponencias, con relación al uso excesivo del auto y el transporte urbano en general, y con respecto a la construcción de megaproyectos, con fundamento en tesis de Iván Illich, como la siguiente: “Desde que la industria de los transportes traspuso su segundo umbral de mutación, los vehículos crean más distancia de la que suprimen. El conjunto de la sociedad consagra a la circulación cada vez más tiempo del que se supone que ésta le ha de hacer ganar. Por su parte, el norteamericano tipo dedica más de 1500 horas por año a su automóvil: sentado en él, en movimiento o aparcado, trabajando para pagarlo, para pagar la gasolina, los neumáticos, los peajes, el seguro, las contravenciones y los impuestos. De manera que emplea cuatro horas diarias a su automóvil, sea usándolo, cuidando de él o trabajando para sus gastos. Que conste, aquí no se ha tomado en cuenta otras actividades determinadas por el transporte: el tiempo pasado en el hospital, en los tribunales o en el garaje, el tiempo pasado en ver por televisión la publicidad automovilística, el tiempo consumido en ganar el dinero para viajar en vacaciones, etc. Y este norteamericano necesita esas 1,500 horas para hacer apenas 10,000 km de ruta; 6 km le toman una hora”[26]
Sin embargo, hay dos temas que me parecen fundamentales en las tesis tanto de Iván Illich, como en las tesis de Latouche y que las hemos incorporado a las tesis del descrecimiento: la muy necesaria desacralización de la economía, y de la ciencia y la tecnología.
Illich demuestra en sus libros de los años 70 que la economía transforma la abundancia natural en escasez, por la creación artificial de la falta y la necesidad, a través de la apropiación de la Naturaleza y su mercantilización. Reconoce así la gran importancia de la crítica a la Economía de Karl Polanyi[27], y sus análisis en torno al fracaso de la utopía liberal y del mercado autorregulado sostenido en las falsas mercancías (la moneda, la tierra y el trabajo humano) y sobre todo, su tesis sobre el proceso de “desincrustación” del cuerpo social, de la economía en los últimos cuatro siglos hasta que se convierte en una “ciencia dura”, con gran uso de las matemáticas, que se mueve con autonomía fuera del control humano (sacralizada) Illich rechaza la dominación economista: el concepto de la escasez (y la abundancia) impuestos por la moneda y el avance tecnológico, y los dogmas de la productividad y la competitividad.
Serge Latouche no duda en calificar a la economía como una nueva religión. Denuncia al desarrollo sustentable como una impostura que pretende rescatar al crecimiento económico y a la calamitosa idea de desarrollo. El apego irracional a la idea de desarrollo entraña un concepto fetiche que busca preservar el economicismo y finalmente el crecimiento mismo. También, rechaza el culto a la ciencia y la tecnología.
Iván Illich viaja a Burdeos para conocer a Jacques Ellul, a quien llama “el maestro”. Este teólogo protestante y su gran amigo- no creyente-, Bernard Charbonneau- reconocido en Francia como fundador de la Ecología Política[28]– desde su juventud forman una gran mancuerna filosófica, política y cultural.
Ellul[29] advierte que la cultura moderna elimina las religiones tradicionales creando nuevas religiones, como la religión de la economía y la religión del crecimiento. Analiza la ambivalencia de la técnica, su falsa neutralidad, la imposibilidad de separar sus efectos positivos de sus efectos negativos, el ocultamiento de sus efectos secundarios, su gran poder de alienación y su autonomía (su desarrollo fuera del control humano). Según Ellul, la técnica no se contenta con ser el factor principal o determinante, ella misma se ha convertido en sistema. Un universo que se constituye a sí mismo en sistema simbólico[30].
“La técnica”, nos dice Ellul, “hace de ella misma un trascendente, una nueva sacralidad que le quita su lugar a la Naturaleza, destruyéndola y acostando cada año en su altar de sacrificio a millones de seres humanos”. Además, este gran pensador gascón nos dice “no es la técnica la que nos somete y esclaviza, sino la transferencia de sacralidad que hacemos a la técnica”. En nuestra resignación y pasividad ante el avance de la técnica, Ellul encuentra la servidumbre voluntaria de una buena parte de los seres humanos (Étienne de La Boetie).
A la memoria de Ellul, – El hombre que había previsto casi todo[31]– Latouche escribe en 1994 el libro La Megamachine[32]
ECOMUNIDADES, Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México, creadora de la consigna o bandera descrecimiento, se funda en 2005, con cierto sustento en tesis de Iván Illich y de su gran amigo, Jean Robert, en torno a los asuntos del agua, la energía, el transporte urbano, las ciudades, la economía, la ciencia y la tecnología; por otra parte, esta Red es la refundación del Foro Regional Ecologista del Valle de México, nacido en 1991, también con cierto sustento en tesis de estos mismos pensadores. Ver blog http://red-ecomunidades.blogspot.com/
El firme rechazo que Illich manifiesta frente a las propuestas evangelizadoras de la Alianza por el Progreso de John F Kennedy (1961, primer CIDOC), el gran aprecio que tuvo siempre por las creencias de los pueblos originarios de América, la inspiración que encontró en su pensamiento y su reiterada defensa de lo que él llamaba culturas vernáculas ( preindustriales) del mundo, anticipa su rechazo por las ideas misioneras del gobierno de EEUU, el Banco Mundial, el FMI y la ONU, para el desarrollo y la modernización de los países de la periferia de Occidente, como México. Fue un pionero de la interculturalidad que tan necesaria es hoy día ante el colapso global de la sociedad desarrollada del crecimiento sin límites.
Tempranamente, Illich percibe el inmenso daño que pueden hacer las acciones gubernamentales por el desarrollo, el progreso y la modernización en las comunidades de los pueblos indígenas y en la Naturaleza, con sus conceptos de “educación primaria obligatoria”, “clínicas y hospitales”, “transporte de tarifa subsidiada para crear mercados de trabajo”, “vivienda social”, “creación de empleos”, “lucha contra la pobreza”, “industrialización”, “productividad” “crecimiento económico” e intensificación de las relaciones monetarias entre las personas, las ciudades, los países. Con gran rigor realiza su crítica a la occidentalización del mundo.
Tal vez el método peirástico que utilizaba Illich (Martin Fortier[33]) contribuyó enormemente a la celebridad internacional que consiguió hacia el final de los años 70 y de la cual hizo todo lo posible por deshacerse de ella.
El descrecimiento mexicano no puede abrir debates coherentes en torno a la reducción de los nexos económicos entre las personas y el Buen Vivir, sin tomar en cuenta la terrible dependencia que le ha sido impuesta a México por los países del Norte global y el saqueo que estos países realizan de la diversidad natural y cultural de nuestro país, con el apoyo de leyes y reformas constitucionales impulsadas por políticos y grandes empresarios mexicanos aliados a los inversionistas extranjeros que a su vez logran imponer estas legislaciones por la radical colonización del imaginario social mexicano (contaminación mental) debido a más de cinco siglos de colonización europea y más de un siglo de neocolonización estadounidense, reforzados desde hace casi un siglo por la escuela primaria obligatoria, la publicidad, el marketing y el consumo de productos y servicios ligados estrechamente a las tecnologías y megaproyectos que controlan estos países ricos y poderosos .
El descrecimiento no puede avanzar adoptando las mismas premisas y certidumbres que utilizan los movimientos que buscan combatir el crecimiento y la colonización del imaginario social en los países del Norte global. La descolonización del imaginario social de México debe conducir a su desoccidentalización y desindustrialización y a su desconexión de los sistemas industriales de los países del Norte global.
El caracol, nos explica Illich, construye la delicada arquitectura de su concha añadiendo una después de otra las espiras siempre más grandes hasta que detiene bruscamente y comienza a sus espirales esta vez decrecientes. Una sola espiral adicional la dará a su concha una dimensión 16 veces más grande. No contribuye a su bienestar. Cualquier aumento en su productividad servirá solamente a paliar las dificultades creadas por este engrandecimiento.[34]
Grande ha sido la influencia que han tenido las tesis de Iván Illich en el nacimiento y la evolución del movimiento mexicano por el descrecimiento y también, en cierta medida, del movimiento francés decroissance y del movimiento ecologista europeo original. En la contratapa del primer volumen de Obras Reunidas de Iván Illich (FCE, 2006) se dice: Después de ellas (sus tesis), la sociedad industrial-esa sociedad que se mantiene en pie gracias al embrutecimiento de sus miembros y al cinismo de sus dirigentes- perdió cualquier justificación teórica… Y sus libros vinieron a sacudir la sumisión de cada uno al dogma de la escasez, fundamento de la economía moderna.
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Némesis Medica, La Sociedad desescolarizada, La Convivencialidad, Alternativas, Energía y Equidad, Desempleo Creador. Publicados en inglés, francés, español (Joaquín Mortiz) y otros idiomas ↑
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El Ecologismo, Dominique Simmonet, 1980, GEDISA, Barcelona. ↑
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Víctor Urquidi, director de El Colegio de México. ↑
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Adriana Matalonga, Edith Gutiérrez, Gustavo Romero de posgrados de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, Rafael Huacuz, doctorante Colegio de México y José Arias Chávez e Ignacio Peón Escalante, fundadores del Pacto de Grupos Ecologistas (1985), integrantes de ECOMUNIDADES, Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México. ↑
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Jacques Ellul, Karl Polanyi, Leopoldo Kohr, Everett Reimer, entre otros. ↑
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En estos seminarios en inglés y español participan autores que ya tenían un considerable reconocimiento público, como Erich Fromm, Paul Goodman, Susan Sontag, André Gorz, Paulo Freire, Everret Reimer y otros. ↑
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Buena parte de los documentos del CIDOC se encuentran depositados en El Colegio de México. ↑
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Serge Latouche de la universidad Paris-Sud (Orsay), Le Pari de la decroissance Fayard, 2006 y Paul Aries de la revista La Decroissance de Francia: Decroissance ou barbarie, Golias 2005 ↑
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El artículo que publica en Le Monde Diplomatique (2003) Pour une societé de decroissance fue muy bien recibido por los Verdes, la Confederación Campesina, los altermundistas y una gran parte de la opinión pública en Francia, meses después de la ola de calor que cobró la vida de miles de ancianos en París. ↑
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La Apuesta por el decrecimiento, Serge Latouche, Icaria, Barcelona, 2008 ↑
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Misma referencia anterior. Ibid. ↑
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Iván Illich ou la bonne nouvelle, Jean Pierre Dupuy, Le Monde 27 de diciembre de 2002, citado por Latouche en La Apuesta por el decrecimiento. ↑
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Dans le miroir du passé, in Oeuvres complets. Iván Illich, citado igualmente. ↑
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Dans le miroir du passé, in Oeuvres complets. Iván Illich, citado igualmente ↑
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Ivan Illich, La Convivialité, Oeuvres completes, París, Fayard, 2003. ↑
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Ivan Illich, “L’origine chretienne des services” in La Perte de sens, Fayard, Paris 2004 ↑
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La Edad de los Sistemas en el pensamiento del Illich tardío, Jean Robert, Itaca, 2021. ↑
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The Development Dictionary, a Guide to Knowledge as Power, Zed Books Ltd, London, 1992 ↑
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Las abundantes muestras de solidaridad de muchos de sus habitantes después del derrumbe de decenas de grandes edificios, por el sismo del 19 de septiembre de ese año; la aparición entre sus habitantes de un deseo extendido de cambiar la forma en que se gobernaba esta ciudad: regentes y delegados designados por el presidente de la Republica; el reconocimiento internacional de esta ciudad como la más contaminada del mundo debido a los grandes congestionamientos creados por la construcción de “ejes viales”; el reconocimiento social del gran deterioro de los servicios urbanos de esta megalópolis, por las grandes crisis financieras y económicas que sufría México desde el comienzo de esa década. ↑
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Fundado por el viejo partido del Estado mexicano en 1985, para tratar de cooptar la causa ecologista. ↑
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El Ecologismo, Dominique Simmonet, 1980, GEDISA, Barcelona y libros de sus grandes autores, como Henry Thoreau, Barry Commoner, Murray Bookchin, Serge Moscovici, Rene Dumont y por supuesto, Iván Illich y el Informe del Club de Roma de Donella Meadows. ↑
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Ivan Illich, Liberer l’avenir, in Oeuvres complets, t1, op cit p 135 ↑
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Misma referencia anterior ↑
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Ivan Illich, Liberer l’avenir, in Oeuvres complets, t1, op cit p 135 ↑
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Misma referencia anterior. ↑
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La Convivencialidad, Barral ,1975 (Tools for conviviality,1973), Iván Illich, ↑
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La Gran Transformación, Karl Polanyi,1944. ↑
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Bernard Charbonneau, El Jardín de Babilonia, 1969, Gallmard- El Salmon. ↑
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La Technique, ou l’enjeu du siecle (1954); Le Systeme technicien (1977); La Bluff technologique (1987), Jacques Ellul. International Jacques Ellul Society (Berkley- California) ↑
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Bernard Charbonneau & Jacques Ellul, Deux libertaires gascons unis par un pensee commune. Las amis de Bartleby , 2017 ↑
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Jean Luc Porquet, Jacques Ellul : L’homme qui avait presque tout prévu, le cherche midi 2004 ↑
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Serge Latouche, La Megamachine. Raison technoscientifique, raison economique et mythe du progres. La Decuverte/MAUSS, Paris, 2004 ↑
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Martin Fortier et M Paquot, Illich et la methode peirastique. Petit Manuel de deboulonnage de l’rrationalité des modernes Iván Illich l’álchimiste des possibles, Lemieux Editeur, Paris 2016 ↑
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Pag. 64 Illich El género vernáculo. ↑