!Aguas, te están robando (el espacio público)!

!Aguas, te están robando (el espacio público)!

Imagina que un buen día llegas a tu casa, entras a la sala, vas a la cocina y decides que quieres pasar al patio por algo, imagina que justo en la entrada de tu patio, en tu casa, hay un sujeto muy amable que te solicita, con mucha amabilidad, que le pagues para dejarte acceder a ese espacio de tu propia casa. Creo que estarías de acuerdo conmigo que te resultaría poco menos que ridícula la situación, cuando no francamente indignante e insoportable, ¿por qué tendrías que pagar por entrar a un lugar que es tuyo? Resulta que el amable sujeto en la entrada te dice que tú estuviste de acuerdo en que el patio estuviera concesionado a la empresa los Amigos y Compadres del Lic. Trastupijes S.A. de C.V. y que como parte de dicha concesión se estableció que la empresa puede cobrarte por el uso del patio lo que ellos consideren pertinente, ya sabes, por el servicio que están prestando en tu propio patio.

Imagina también que tu dices que no recuerdas en ningún momento haber aceptado hacer dicha concesión a la susodicha empresa, a lo que el sujeto te contesta que tú te habías quejado en más de una ocasión de que tu patio estaba abandonado y se veía feo y que por eso casi nunca lo usabas. “Pues sí, contestas, pero por eso contraté a un jardinero para que le diera su manita de gato y poder usarlo”. “Ahí lo tiene” sonríe el sujeto, el jardinero que Ud. Contrató nos dio la concesión de su patio para los próximos 100 años, nosotros nos encargamos de ponerlo bonito y lo único que Ud. Tiene que hacer es pagar para usarlo, !todos ganamos!”

Ya un poco confuso sobre tus propias acciones, cuestionas “Ok, ¿pero entonces ya no tengo que pagarle al jardinero, verdad? Digo, si ustedes van a hacer el trabajo y les voy a dar dinero a ustedes, entonces ¿para qué quiero al jardinero? A lo que el sujeto te contesta que eso no tiene nada que ver, ellos se arreglan con el jardinero, reciben tu dinero y tú sigues pagándole a la persona que contrataste. “Pero entonces para qué contraté al jardinero y por qué le voy a seguir pagando, si no va a hacer por lo que le pago y además, voy a tener que pagar otra vez para poder usar mi propio patio”. “Disculpe Ud. Pero ya no es su patio, por los próximos 100 años es el patio de la empresa ya señalada y por favor, si no va a pagar, haga el favor de salirse, a menos que quiera que llame a seguridad”. Te haces a un lado, con la cabeza agachada y te asomas a lo que antes fuera tu patio, se ve bonito, con demasiados anuncios y una arquitectura que es la misma de cualquier otro centro comercial de cualquier ciudad, pero bonito. “Bueno, pues cuanto es para pasar” intentas como último recurso de poder recuperar tu espacio. El sujeto te mira de arriba a abajo y te dice “Le cuesta 500 pesos, pero si va a pasar, le voy a pedir que se vaya hasta el fondo, a la zona más oscura, no es nada personal, pero queremos que la imagen del patio se mantenga lo más blanca posible, muchas gracias”.

¿Te parece racional?¿te parece lógico? ¿tiene sentido tener que pagar para usar un espacio que es tuyo y de tus hijos, y por el que además ya le estás pagando a alguien para que lo mantenga bien cuidado? Ahora imagina que lo que acabas de leer esté pasando justo ahora en la ciudad y el espacio que te pertenece. Carentes por completo de ideas sobre cómo gestionar una ciudad y un estado, el gobierno estatal saliente y, es de suponer que también el entrante, están empeñados en privatizar una parte importante del patrimonio de todos los aguascalentenses, ahí en el área de lo que fueran los talleres de ferrocarriles. Y no estamos haciendo nada, vaya, ni siquiera es un tema de discusión en la agenda pública. Cuando he leído notas al respecto en las redes sociales, la reacción que he encontrado con mayor frecuencia es la de emoción porque “van a poner hoteles y así” o, peor tantito, la clásica de que “es la modernidad, que bien”. Cuando de lo que se trata es de un robo, así, sin eufemismos ni medias tintas, el gobierno del estado está planeando quitarnos a todos los habitantes de la ciudad un espacio que es nuestro, para dárselo a compañías privadas, que nos va a cobrar por usar un lugar de todos.

¿Se imaginan que esto pasara con el jardín de San Marcos? Que de buenas a primeras, con el pretexto de que lo van a poner más bonito se cerrara y se cobrara la entrada, ¿les parecería una buena idea? !Claro que no! No lo es ahí, tampoco lo es en la zona de los ferrocarriles. Supongo que no faltará, porque nunca falta, quien quiera argumentar con la vieja confiable de que la IP es “más eficiente” que el gobierno para administrar cualquier cosa y que además, “ni es está haciendo nada con esa zona”. Si todavía quedara algún alma tan perdida como para creerse la tontería de la eficiencia de la IP después del fobaproa, el rescate carretero, el rescate de los ingenios azucareros y las deudas billonarias de tv azteca, creo que bastará con preguntarle a la dichosa alma desencaminada que tal nos ha ido en el municipio capital con Veolia. ¿de verdad tenemos un servicio super eficiente para la distribución del agua? ¿y lo tenemos además con una tarifa razonable? Me atrevo a decir que la brutal mayoría de la gente de Aguascalientes está de acuerdo en que la privatización del servicio de agua potable no ha representado una mejoría para nadie, salvo para la empresa extranjera que nos cobra por algo que es, de entrada, obligación legal de un municipio al que le pagamos por hacer ese trabajo, y que además, es un derecho humano consagrado en la Constitución, supongo que el famoso estado de derecho les gusta en la derecha solo cuando se trata de agarrar a golpes o meter en la cárcel a alguien, no cuando se trata de garantizar los derechos humanos.

Lo que importa es que es un espacio público y eso significa que cualquier persona de la ciudad, del estado o alguien que venga de visita, tiene derecho a conocerla, a disfrutarla, a presumirla, porque nos pertenece.

No deja de ser simpático que durante años la derecha ha agitado el petate del muerto de que “el socialismo va a quitarte tus dos vacas”, cuando en realidad los que se han dedicado a quitarle servicios, derechos y hasta espacios públicos son los de la derecha. La zona de los antiguos talleres del ferrocarril no le pertenece a ninguna empresa, te pertenece a tí, a mí, a tus hijos, a tus nietos o a los nietos de alguien más si aún no los tienes o tal vez no los tengas, no importa. Lo que importa es que es un espacio público y eso significa que cualquier persona de la ciudad, del estado o alguien que venga de visita, tiene derecho a conocerla, a disfrutarla, a presumirla, porque nos pertenece. Por eso permitir que también esto nos lo vengan a quitar es algo que no debemos dejar que ocurra. Estaremos perdiendo mucho y ganando absolutamente nada. Oh si, supongo que podremos tomarle una foto a los hoteles o centros comerciales que eventualmente hagan, podrán, tal vez, algunos, comprar u hospedarse ahí, pero tendrán que pagar (doble, porque seguirán pagándole al gobierno que se supone debe cuidar esa zona) por algo que hoy es suyo.

Pero no es solo una cuestión económica. No se trata de pagar o no pagar, se trata de la importancia de los espacios públicos en cualquier ciudad. En una urbanización que ha crecido de manera tan deficiente y exagerada como Aguascalientes, que perdió hace bastantes sexenios aquella planeación que la hiciera famosa, los espacios públicos son auténticos oasis de convivencia social, son de los pocos lugares en donde se puede construir comunidad, sentido de pertenencia, amor por el lugar en donde vives. ¿qué tanto amor le puede tener uno a un pedazo de asfalto, lleno casi siempre de baches? ¿a esas calles de banquetas donde no caben ni dos personas y no tienen ni un triste arbolito a la vista? Los espacios públicos no solo nos dan un lugar para sentarnos, para caminar, para comprarnos una chaska, para pasear al perrhijo, también nos dan una sensación de identidad, los monumentos, las fuentes, hasta los árboles grandes se vuelven referentes de nuestra comunidad. Son nuestros en el sentido literal pero también figurado, son parte de nuestra casa colectiva, aunque estén a kilómetros de nuestra casa real, es esa herencia que todos recibimos y que todos daremos a las generaciones que vienen. Los espacios públicos que heredemos deberían ser cada vez más, no menos, se trata de aumentar la riqueza colectiva para los que vienen, no de quitársela.

Los espacios públicos son cada vez más escasos y eso se resiente en todos los aspectos de la vida comunitaria, incluyendo la seguridad.

Por eso tenemos que ponernos las pilas, no nada más nos están robando a nosotros, le están robando a nuestros hijos y a todos los que vienen después. Los espacios públicos son cada vez más escasos y eso se resiente en todos los aspectos de la vida comunitaria, incluyendo la seguridad. No lo digo yo, existen bastantes estudios que demuestran que a menor cantidad de espacio público hay mayor inseguridad. Entonces no nos podemos dar el lujo, por ningún motivo, de permitir que nos roben de lo que es nuestro y peor tantito, de permitir que encima nos cobren para volver a usar lo que nos acaban de robar. Hay que respetar lo que es de toda la gente del estado, a menos, claro, que a ustedes les guste que les roben. Pero quiero pensar que no.

Darío Zepeda Galván

Sociólogo UAA. Antropólogo UAM Iztapalapa

Darío Zepeda Galván

Sociólogo UAA. Antropólogo UAM Iztapalapa

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