Amor, corazón y razón

Amor, corazón y razón

A contracorriente, en tiempos de campañas que son recorridos; de precandidatos que son aspirantes presidenciales; del gastadero de millones de pesos que son aportaciones de “no saben quién”; de propaganda negra disfrazadas de cuestionamientos; y de bajada de faldas y pantalones para exhibir pasado y presente de los danzantes; Vale al Paraíso cambiar el chip para escribir de la parte rosa de los seres humanos.

¿Por qué siendo el amor el sentimiento más puro y simple, continúan apareciendo cientos de libros para explicarlo, y miles de artículos para mejorarlo? ¿Por qué resulta muy difícil entregar esa porción del paraíso terrenal? ¿Por qué se niega la posibilidad de recibir el aleteo de la felicidad mundana?

En 1959, el psicoanalista Erich Fromm presentó su teoría del amor partiendo de la premisa que el amor no es ni un accidente ni un acto mecánico experimental, sino una tarea que requiere, como casi todo en la vida, de esfuerzo y conocimiento.

Recuerdo que en sesudas conversaciones estudiantiles en la secundaria, llegábamos a la conclusión —haciéndole un poco la competencia a Fromm—, que en el maravilloso Arte de amar, el Romeo era más cerebro y la Julieta más sentimiento. Muchos años después me vengo enterando que nuestra teoría, supuestamente bien fundada en la juvenil práctica, estaba rotundamente equivocada.

En su libro Por qué amamos, Helen Fisher ofrece una nueva visión de éste fenómeno universal, basada en novedoso estudio científico. Reunió a investigadores de diversos campos que consiguieron demostrar lo que los psicólogos sospechaban: cuando los hombres y mujeres se enamoran entran en funcionamiento unas zonas específicas del cerebro por el aumento del flujo sanguíneo. A partir de esos datos llegaron a la conclusión de que la pasión romántica está, en realidad, estrechamente ligada al cerebro. No es una emoción. Es un instinto tan fuerte como el hambre. Es un proceso fisiológico similar a la necesidad de comer o dormir.

El hallazgo más importante, dice la autora, fue la actividad del “núcleo caudado”, que se encuentra muy cerca del centro del cerebro y tiene la forma de la letra C. La materia que sube los niveles del enamoramiento es la “dopamina” que circula por dicho núcleo y en otras zonas de recompensa del sistema.

Al ser entrevistada, Fisher dejó en claro que la característica más importante del amor es “el deseo de exclusividad sexual. Cuando te enamoras no sólo quieres tener relaciones sexuales con tu amado, sino que además te vuelves posesivo”.

Finalmente reconoció que muchas de las regiones cerebrales se activaron en ambos sexos, también aceptó que se encontraron algunas diferencias, por ejemplo, “Los hombres se enamoran más rápido que las mujeres y presentan más actividad en las regiones cerebrales asociadas a los estímulos visuales y a la erección del pene. Mientras que en las mujeres, esa reacción se presentó en áreas asociadas con los recuerdos, por ello, evocan los detalles de la relación amorosa”.

Así como los precandidatos no son precandidatos presidenciales —dicen—, el amor no es enamoramiento, porque este es un poema enteramente pasional.

Porque alguien tiene que escribirlo: El viernes a las 8:41 horas, en el grupo de Diálogos en Pluralidad, SPC publicó la provocativa imagen que se reproduce al final de esta columna.

Como los lectores de Diálogos en Pluralidad son destacados analistas políticos, reconocidos estudiosos de la Grilla aldeana y amantes del sabroso cotilleo, me parece inútil especular, por mi supina ignorancia, el destinatario de la vistosa imagen, aunque es necesario recordar que los políticos vanidosos suelen ponerse sacos ajenos para luego despotricar y mentar madres ajenas.

marigra1954@gmail.com

Mario Granados Roldán
Mario Granados Roldán

39 años dedicados a la comunicación social pública en los tres niveles de gobierno. Desde hace más de 44 años viene publicando textos en diarios, revistas y portales noticiosos de Aguascalientes y otros estados del país, incluido el desaparecido Distrito Federal.

Mario Granados Roldán

39 años dedicados a la comunicación social pública en los tres niveles de gobierno. Desde hace más de 44 años viene publicando textos en diarios, revistas y portales noticiosos de Aguascalientes y otros estados del país, incluido el desaparecido Distrito Federal.

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