Atención de las causas, ¿enfoque nuevo frente a la violencia?
En el año 2017, cuando López Obrador era uno de los principales opositores de Peña Nieto, escribió en su cuenta de Twitter: «Napoleón decía, si el crimen y los delitos crecen, es evidencia que la miseria va en aumento y que la sociedad está mal gobernada. Aplica». Siete años después y luego de su paso por la Presidencia, el tabasqueño dejó nada más y nada menos que 200 mil homicidios dolosos. Se trata del sexenio más violento de los últimos 25 años.
La realidad lo rebasó. Lo tundió con dureza. Porque lejos de la pacificación prometida, los delitos del fuero común aumentaron, al igual que las ejecuciones y el poder del crimen organizado, que se adueñó de territorios completos. Para muestra: Chiapas, Guerrero y Sinaloa, por citar solo tres. Ni siquiera los programas sociales pudieron con el cáncer de la violencia y la inseguridad. Tampoco los militares, marinos y elementos de la Guardia Nacional, que mantuvó en las calles.
Hoy, con la llegada de Claudia Sheinbaum a la Presidencia de la República y el nombramiento de Omar García Harfuch a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC); se abre una nueva oportunidad para atender la principal problemática de nuestro país, aunque parece se espera mucho. No lo digo con pesimismo, ni desesperanza. Sino con la necesaria reflexión que obliga el tema. Vamos por puntos.
A diferencia de su antecesor, Claudia Sheinbaum ha cimentado su estrategia en cuatro ejes: atención de las causas de la violencia, fortalecimiento del trabajo de inteligencia, Guardia Nacional y coordinación de los tres niveles de Gobierno. Aunque ha sido categórica en decir que “no se regresará a la guerra de Calderón”, es decir a los enfrentamientos de las Fuerzas del Estado Mexicano contra los grupos del crimen organizado, hay coincidencias en lo que ya funcionó en el pasado y que la nueva Presidenta pretende hacer.
Los últimos tres mandatarios han criticado a Felipe Calderón, pero ninguno de ellos ha regresado los elementos de las Fuerzas Armadas a los cuarteles. ¿Por qué?, porque saben que las corporaciones locales de seguridad pública, municipales y estatales, no son suficientes para hacer frente al poderío de los grupos del narcotráfico. Lo anterior ha sido documentado por múltiples organismo, expertos en la materia, gobiernos e incluso por medios de comunicación de Estados Unidos, como la BBC, que han registrado miles de deserciones de elementos por temor a estos grupos. Tan solo al corte de febrero de este año y de acuerdo con la organización «Causa en Común», habían sido asesinados 2 mil 300 policías en México.
Ahora bien, la atención de las causas tampoco es algo nuevo. Basta recordar la estrategia «Todos somos Juárez», en la que participaron autoridades de los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) en conjunto con la sociedad. Dicha estrategia que incluyó objetivos en materia de desarrollo social, educación, cultura y arte, deporte, recuperación de espacios públicos, fortalecimiento institucional (incluidas por supuesto las policías estatal y municipal); logró reducir drásticamente los niveles de violencia y criminalidad como nunca antes se había visto.
De los violentos episodios de zonas como Villas de Salvarcar, controlados por los brazos armados del Cártel de Juárez, se alcanzaron niveles de paz por un tiempo. El problema fue, precisamente, la temporalidad de ese estatus de paz, debido a que los grupos de la delincuencia organizada, que fueron desarticulados entonces, volvieron a agruparse con más fuerza y violencia. Entonces, ¿atender las causas es la solución?, parece que sí, pero no es suficiente, ni es una estrategia sostenida. Al menos no en el contexto actual de los cárteles mexicanos.
El enfoque de la Dra. Sheinbaum y de su equipo no es nuevo. Porque tampoco lo es el fortalecimiento del trabajo de inteligencia, que ya se hizo en el pasado. Sostener ese estatus de paz va más allá de las causas. Es fundamental y así lo prueba la experiencia, la depuración y fortalecimiento de las policías locales; así como el trabajo de contención real de las Fuerzas Armadas (que seguirán realizando labores de seguridad pública) y la actuación firme de los jueces frente los delincuentes. También es necesario atacar a los cárteles en su punto más fuerte: las finanzas. Como se ha hecho en otras partes del mundo con las mafias más poderosas.
Somos muchos los que queremos que esto, por fin, pare. La violencia lleva lastimando por lo menos cuatro sexenios al país. Y aunque muchos se nieguen, pareciera que México de verdad necesita apoyo internacional para salir de este atolladero. Quizá ya es tiempo de explorar y aceptar, casos de éxito y modelos de cooperación en ese sentido. No echemos en saco roto todo lo que en el pasado ha servido.