Carta a la salud personal
Los seres humanos a menudo caen en prácticas, suposiciones, idealizan su propia vida. Para muestra baste mirar alrededor, con el modelo típico de trabajo -ingreso seguro-, la familia que «siempre estará allí» y una salud boyante como si todo el tiempo el cuerpo y la mente no enfermaran con su entorno en un momento dado.
Caer en estas falacias es más común de lo que se imaginan. He caído, pero me niego a vivir con esa dependencia maniquea de la realidad. Perder la salud, por un tiempo más o menos prolongado dejando las actividades más queridas y hasta las propias responsabilidades es un pesar grande, grande. Ex -creyente del del trajín y de la actividad física propia de estos años podría contrarrestar cualquier mal. Vaya odisea. En esta inestabilidad vivida a través de una enfermedad tras otra, caí en un deslizadero sin parar. Hasta el momento que cedió una y otra enfermedad seguía la lesión. Lesión que no dejaba andar, no dejaba ser.
Dicha experiencia ha sido – por lo menos- renovadora después de salvar cada uno de los males. No hizo falta ir de retiro a algún lugar, la enfermedad fue el ¡PROPIO RETIRO! Quedar postrado en un sillón, no poder salir, no poder jugar, no poder casi trabajar, ¿terapia de reconciliación interna?
Rodilla izquierda, símbolo de lo femenino, creativo, sensible. ¿Acaso un recordatorio? Manos a la obra. En la recuperación de la salud – muy de a poco, comprendí el crisol de la enfermedad no deseada, no deseable sirvió como un reducto de lo que soy, esa parte del universo, frágil pasajero, una luz que brilla y de pronto puede disminuirse o apagarse completamente.
¿Creer en la impermanencia? Si, fue el botón claridoso de una etapa de vida, de un reto de sentir el color y el sabor de la vida que está ahí, y yo con unas hartas ganas de seguir a dejarme asombrar y sentir que los caminos van dándose y eligiéndose a la vez. Estos cruces formados por los pasos, por las pausas encontradas.
Las sombras, las luces se ven todas. Las personas que están y las que no, con evidencia se acercan, se alejan.
¿Cómo es que este tipo de pasaje puede influir en la conducta humana? Tocando las fibras más sensibles entendiendo lo que es la vida, la muerte y el pasar por una experiencia inesperada. Giró el reloj y allí estaba como todo, como pasa la vida en un cabo de fortuna, cuidados y mirada interna.
¿Puede ser la misma persona después de la enfermedad? Cada caso proyectará su propia versión encarnando uno de ellos, no toda persona puede tener las mismas experiencias. Esta reflexión hace sentido y brinda toda posibilidad para crear.
Ahora sigo escribiendo con la misma pasión como la primera vez.