AUTISMO ¿EN ADULTOS?

El autismo es una condición de vida de personas que nacieron con una forma diferente de ser. A esto se le llama neurodivergencia y la podemos encontrar de formas en que los niños diagnósticados tienen ecolalias (repeticiones de movimientos) o restrcciones en lenguaje e intereses/conocimientos. En nuestra sociedad mexicana hace falta mucho más para
reconocer este camino que profesionales de la Psicología, Profesores y Padres de familia hemos emprendido como una cruzada
para insertarlos como cualquier otra persona en las dinámicas sociles, familiares y hasta laborales.
Sin embargo, no solo los niños son parte de este grupo social, también existen algunos adultos que forman parte
de este sentir. Algunos de ellos han enmascarado su condición para no ser objeto de discriminación, acoso, o
falta de aceptación. Es por eso que existe un camino regulado y profesional para indentificarlo o identificarse:
Proceso general del diagnóstico en adultos
El diagnóstico es clínico, es decir, se basa en entrevistas, observación y pruebas estandarizadas, no en un solo examen médico.
Entrevista inicial (anamnesis clínica):
El especialista (psiquiatra, psicólogo clínico o neurólogo) recopila la historia de vida de la persona.
Se revisan experiencias en la infancia, adolescencia y adultez, ya que el autismo es un trastorno del neurodesarrollo, presente desde la infancia aunque a veces pase desapercibido.
Se pregunta sobre dificultades sociales, intereses restringidos, rutinas, conductas repetitivas y posibles problemas sensoriales.
Recogida de información adicional:
A veces se entrevista a familiares, parejas o amigos para obtener ejemplos de la vida cotidiana.
Se revisan antecedentes escolares, médicos y laborales.
Aplicación de instrumentos estandarizados (tests y cuestionarios):
Los más usados en adultos son:
ADOS-2 (Autism Diagnostic Observation Schedule, Módulo 4): Observación estructurada donde el evaluador analiza la comunicación, la interacción social y los comportamientos repetitivos.
ADI-R (Autism Diagnostic Interview-Revised): Entrevista profunda (generalmente con familiares) sobre el desarrollo desde la infancia.
RAADS-R (Ritvo Autism Asperger Diagnostic Scale-Revised): Cuestionario de autoinforme validado para adultos.
AQ (Autism Spectrum Quotient): Test breve de cribado que orienta sobre posibles rasgos.
Evaluación diferencial:
Se descartan otras condiciones que pueden parecerse o coexistir, como TDAH, ansiedad social, depresión, trastornos de la personalidad.
Muchas veces hay comorbilidades, es decir, coexistencia de más de un diagnóstico.
Informe diagnóstico:
Si la persona cumple los criterios del DSM-5 o la CIE-11 (clasificaciones internacionales de salud mental), el especialista confirma el diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA).
El informe suele incluir el nivel de apoyo necesario (leve, moderado o alto).
Criterios del DSM-5 para adultos
Para recibir el diagnóstico, deben estar presentes (desde la infancia, aunque a veces se hagan visibles en la adultez):
Dificultades persistentes en la comunicación e interacción social, por ejemplo:
Problemas para comprender normas sociales implícitas.
Dificultades para iniciar o mantener conversaciones.
Expresión no verbal limitada (gestos, contacto visual).
Patrones restrictivos o repetitivos de comportamiento, intereses o actividades, como:
Movimientos repetitivos o rutinas rígidas.
Intereses intensos y muy específicos.
Hipersensibilidad o hiposensibilidad a estímulos sensoriales (luces, sonidos, texturas).
Los síntomas deben causar impacto en la vida diaria (social, laboral, académica, personal).
¿Quién lo diagnostica?
Psiquiatra especializado en neurodesarrollo.
Psicólogo clínico con formación en autismo adulto.
Neurólogo en algunos casos.
Encontrar vías de aceptación a esta realida de la neorodivergencia es una forma de ser diversos
en sociedad.