CÓMO CONOCÍ A SILVIA DERBEZ
Hacía finales de la década de los 70’ del siglo pasado, me encontraba yo en la capital michoacana, Morelia, estudiando la carrera de música en el célebre Conservatorio Las Rosas, pero por diversas razones frecuentaba la Escuela Popular de Bellas Artes, dependiente de la UMSNH (Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo).
Fue ahí que una noche presencié la puesta en escena que el grupo teatral universitario, con sede en dicha escuela, hizo de “Los reyes del mundo”, exquisita y cruda obra del dramaturgo Luis G. Basurto.
[bctt tweet=»En ese momento salía doña Silvia Derbez del camerino, y le fui presentado. Yo había pensado: “huy, esta actriz es tan famosa que ha de ser muy creída”;» username=»crisolhoy»]
No recuerdo muy bien los detalles, pero esa noche me vi, con otros amigos, en la fiesta de celebración en la casa de uno de los actores, y ahí trabé amistad con una chica que entonces estudiaba actuación. Durante los dos años siguientes, hubo otras puestas en escena con sus respectivas reuniones posteriores, o por el onomástico del anfitrión o de algún otro actor, y siempre hubo ocasión de entablar plática con esta chica (deliberadamente omito el nombre). La última fiesta en la que yo estuve, se anunciaba el compromiso matrimonial de esta chica con el anfitrión, de quien también omito el nombre.
Luego las circunstancias me regresaron a mi tierra, Aguascalientes, y no volví a acordarme de ninguno de ellos.
Ya casi para terminar los 80’, un amigo, por entonces tramoyista del Teatro Morelos, me invitó a ver una obra que traía FONAPAS (Fondo Nacional para las Artes) en gira por el país. Acepté, desde luego, sin saber ni siquiera el nombre de la obra. Ya dentro del recinto, me entero que era una obra de Luis G. Basurto, y que el elenco lo encabezaba nada más y nada menos que la primerísima actriz doña Silvia Derbez, aunque debo reconocer que la obra se la llevaba, por mucho, el personaje a cargo de Aurora Alonso, actriz muy desperdiciada en TV, y que usted recordará como “Gumara” del programa Papá Soltero.
Hago un paréntesis para mencionar que otro actor que participaba en la obra era el Potosino, de origen japonés, Noé Murayama quien representaba el papel que fue escrito específicamente para él por el dramaturgo, desde que la obra se estrenó en 1957, Noé Murayama, por entonces un actor muy joven, pero que ya había iniciado a escribir su propia historia en los escenarios. El único otro papel de los que componen la obra que fue escrito para una persona específica, fue para Doña Prudencia Griffel, en el personaje que sería representado esa noche por Silvia Derbez.
La pieza teatral se llama: La locura de los ángeles.
Se inicia la obra y pasados pocos minutos veo con absoluta sorpresa que quien aparecía en escena haciendo el papel de chica galante, ¡era nada menos que la estudiante de actriz que yo había conocido en Morelia!
Terminada la obra, aprovechando mi amistad con el tramoyista, pasé a los camerinos del teatro para saludar a mi amiga. Fue una sorpresa para ambos; yo no pensaba verla sobre el escenario, y ella no esperaba verme por ahí. Platicamos brevemente. Me contó que al poco tiempo de casarse, se había divorciado por, digamos, temas bochornosos. En ese momento salía doña Silvia Derbez del camerino, y le fui presentado. Yo había pensado: “huy, esta actriz es tan famosa que ha de ser muy creída”; ¡qué va! Una señora en toda la extensión de la palabra; amable, atenta, cariñosa, y sin proponérselo, dio callada muestra de su enorme profesionalismo. Traía las manos llenas de mitades de limón y un frasquito con miel de abeja; trataba de ayudar a abrir su garganta, totalmente afónica, y así tenía que dar la siguiente función, y al terminar, subir al autobús que les llevaría hasta el siguiente destino. Nada de hoteles ni comodidades por el estilo. Aún la cena, tortas o sándwiches, sería en el autobús.
Saludé también a Noé Murayama, a Rosalba Brambila y a dos actores más que no recuerdo sus nombres. A la actriz Aurora Alonso no pude siquiera verla por una razón que no voy a revelar. Tuve sí, la ocasión de saludar a un señor que leía su periódico sentado por ahí en un rincón y que no era actor, sino Eugenio González Salas, el marido de la señora Derbez, y padre del cómico Eugenio Derbez.
Ahí, atrás del escenario vi el inicio de la obra, con el personaje de Silvia Derbez llamando a la puerta de casa de la usurera Catalina (Aurora Alonso) y vi el enorme esfuerzo que hizo la señora Derbez para sacar la obra casi sin voz, en una época en que todavía no era común el uso de micrófonos teatrales, y menos en ese tipo de producciones “oficiales”.
Fue gracias a una obra de Luis G. Basurto que conocí a quien, gracias a otra obra del mismo dramaturgo, me permitió conocer a doña Silvia Derbez.
Años después supe de otra manifestación del enorme profesionalismo de la gran actriz; fue también en gira teatral, esta vez con la obra “10 El marido perfecto”, al lado del primer actor Guillermo Orea, cuando poco antes de iniciar función en Guadalajara, la señora Derbez es informada vía telefónica, que acaba de morir su madre. La actriz no solamente no permitió suspender la función, sino que tampoco accedió a la sugerencia de Orea, quien le dijo que, si quería, por esa noche podían omitir un diálogo de la obra que específicamente dice:
–¡Por Dios, mujer, deja a tu madre muerta descansar en paz!
Y la obra no sólo se representó, sino que se respetaron los diálogos tal cual.
Lucille Silvia Derbez Amézquita nació en San Luis Potosí el 8 de marzo de 1932, y murió víctima de cáncer el 6 de abril de 2002, en la Ciudad de México.