CREED III
Y subiéndose al carromato imparable en la caravana del “reboot” que ahora se desprende la saga “Rocky” nos llega el nuevo capítulo de la telenovela “Creed” y es lamentable que, en efecto, ésta película parece vertebrar toda su narrativa en la grasitud melosa de aquellos melodramas ubicados en el universo pugilístico como “El Estigma del Arroyo” (Wise, E.U., 1956) o “Réquiem Para Un Luchador” (Nelson, E.U., 1962) donde un boxeador encuentra su reto primario en la vida personal pero lo vence en el cuadrilátero. Es así que Adonis “Donnie” Creed (Michael B. Jordan), ya retirado después del éxito y la fortuna obtenidos por haber vencido a Drago (Florian Muntenau), hijo de aquella némesis en las postrimerías de la Guerra Fría Ivan Drago (Dolph Lundgren) de su mentor Rocky Balboa (un Sylvester Stallone desaparecido por disputas creativas tras bambalinas), se reencuentra con Damian (Jonathan Majors), su mejor amigo de la infancia y destacado pugilista de quien se alejó cuando éste fue arrestado debido a una trifulca donde Adonis se vio involucrado.
Ahora fuera de chirona después de una condena de 18 años, Damian quiere retomar donde se quedó y busca que Creed le apoye para tener una oportunidad al título de Pesos Pesados, situación que los conducirá en una espiral de traiciones y revelaciones que, por supuesto, terminará enfrentando a los antiguos camaradas en el encordado.
Jordan tiene un mediocre debut como director con ésta película al no localizar el eje dramático de su filme dispersando toda posibilidad emotiva entre el desinflado y muy predecible combate entre él y Majors, la participación desangelada de su esposa (Tessa Thompson) quien se nos presenta como una productora musical en calidad de ama de casa y bastón de apoyo para su marido (cuando su historia que involucra sueños truncos y posibilidades creativas refleja mayor atractivo que el de su coprotagonista) y una hija hipoacúsica (Milla Davis-Kent) que sólo funciona como figura discapacitada que alimentan el fuego del chantaje emocional, o sea el truco barato de un guion ídem.
El ritmo y modos de la película son los de siempre al grado de semejar un remake sutil de “Rocky III” en cuanto a producción de conflictos y una narrativa que nos conduce a los callejones sin salida acostumbrados que producen las emociones dictadas por el manipulador libreto de Keenan Coogler y Zach Baylin. “Creed III” nos da un gancho al cerebro que lo manda a la lona de inmediato.